«Quiero descansar pero el público no me deja marchar»

A la extraordinaria respuesta del público le siguió una angina de pecho -«no llegó a ser infarto por tres minutos», subraya-, que le obligó a permanecer ingresado cuatro días en el hospital de Basurto. Completamente recuperado, a sus 76 años, regresa al escenario del Campos Elíseos, donde actuará este fin de semana. Igual que sucediera en la Sala BBK de la Gran Vía, el público le ha vuelto a entregar un cheque en blanco. Regresa con el mismo elenco -Arnatz Puertas, Gemma Martínez, Unai Izquierdo y Getari Etxegarai, que vuelve a encargarse también de la dirección- y con casi todas las entradas vendidas, aunque «esta vez con el doble de aforo», matiza.

«Estoy encantado porque el público no me deja marchar. Su respuesta está siendo increíble. Yo quiero descansar y no me dejan descansar», agradece. «Casi todo el teatro está vendido, casi todo», recalca. Quedan unos cuantos palcos libres «y algunas entradas sueltas», pero el patio de butacas «está abarrotado», explica emocionado con los típicos nervios de cualquier principiante que intenta ganarse el aplauso de los espectadores. «Estoy esperando el momento de actuar, como si fuera un debut», se sincera.

Al margen de que la obra sea «muy bonita», La Otxoa atribuye el éxito de su último espectáculo a «lo interesante» que resulta su vida y a la calidad de los intérpretes. «Son fantásticos profesionales. Y eso se nota», advierte. Del mismo modo que a finales de los 70 del siglo pasado su 'Libérate' supuso un canto a la «libertad sexual», La Otxoa reivindica ahora el poder de los artistas locales. «Aunque son fechas malas, sabía que íbamos a llenar otra vez porque muchísima gente se quedó sin ver la función en agosto. Yo, que estoy todo el rato en la calle, lo oía por todas partes. Pensaba 'mucha gente lo dirá por cumplir', pero 8 de cada 10 me lo decían de verdad», razona, convencido de que la gente nunca «se olvidará» de él y del entusiasmo que provoca entre el público masculino. «Vienen muchas más mujeres, pero ellos salen más contentos».

El artista, que comenzó sirviendo txikitos en el bar de sus padres, rescatará de nuevo de su armario sus famosas pelucas, tacones y lentejuelas para contar cómo fue su vida hace 60 años, aunque, poco amigo de la nostalgia, prefiere centrarse en el presente. «Vuelvo a ponerme a prueba dos meses después de la angina de pecho», se felicita.

Sin medidas tintas, el montaje muestra, como siempre, a una Otxoa «pura y dura que provoca al público divirtiéndose» y cantándole las canciones «que le gusta escuchar», temas que forman parte ya de la memoria bilbaína. Su lista de hits no tiene desperdicio: 'Sola en la ikastola', 'Mariloka', 'Rock&loca', 'Libérate'...

«No he oído a nadie que no le haya gustado la obra. Mis musicales son como los hijos, a todos se les quiere por igual, aunque unos funcionan y otros no», relata. Ahora que la mayoría de cantantes «parecen de laboratorio», censura, Nielfa alaba la «naturalidad» del cabaret y, también, la autenticidad de su personaje. «Tengo mucho tirón. ¿Para qué lo voy a esconder si es verdad? La gente me tiene mucho cariño porque soy una especie de Athletic», concluye.