Recuerda Andrés Lima en '1936' nuestra guerra tras su 'Shock 1: el cóndor y el puma' y 'Shock 2', modelos de avance de la extrema derecha que el nobel Milton Friedman describe en 'La doctrina del shock' como estrategias ante sucesos que sacuden radicalmente ... la psicología social. Supone Friedman (y Lima) que crisis como la de Malvinas, las militaradas en Argentina y Chile, los tsunamis y desastres naturales, dieron por inevitables odiosas reformas sociales. Este '1936' coral revive el shock del golpe de estado del 18 de julio que provocó tres años de guerra. El shock del 36 impuso un régimen político, social y económico, sufrido 40 años.
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Andrés Lima es un creador caudaloso. Observa en las cuatro largas horas de '1936' lo poco notorio, entretelas, intrigas de la trama de sublevados, sus escritos, soflamas, declaraciones. Son trazos de la conspiración que trajo la guerra civil. En total es un espectáculo río a modo de puzle muy elaborado, plástico, de buen ritmo, con material histórico de ambos bandos. El hilado de la dispersión lo hace la proyección panorámica de imágenes de época, nombres, fechas, que sitúan las acciones en orden intencional más que cronológico.
Al ser cuatro autores, Albert Boronat, Juan Cavestany, Lima, y Mayorga, surgen desequilibrios (los más fieles especularán sobre quién escribe qué). Dividido en tres tramos, mezcla '1936' fórmulas de teatralidad cambiante y creciente. El primero es informativo, disperso y cargado de datos, puro teatro-documento. El segundo rompe el tono didáctico, apela al público y hasta da noticias de la gestación de la obra. El tramo final es un combinado rupturista que alivia la tensión: ambienta, hace participar, y une momentos lúdicos a lo más terrorífico del relato: la batalla del Ebro, la derrota, el lamento por 'la intolerancia y el apetito destructor'.
La luz habla, el sonido es un viaje, las decenas de implicados se diferencian con un símbolo mínimo, una peluca, un ademán, una frase, un himno, un objeto, las palabras suenan como oídas por 'radioescuchas', y hay una teatralidad febril en miniescenas de fragor bélico, la invención del 'Cara al Sol', o el recitado a dos voces con interpolaciones en el poema de Miguel Hernández 'Rosario la dinamitera'. El elenco en muchas presencias a veces fugaces, cronometradas, es exacto, de esos que se citan en orden alfabético porque resultan difíciles los distingos.
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Para hacer memoria y reflexionar sobre aquel desastre 'para la victoria y para la derrota'.
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