Pepe Zapata, caracterizado como 'El enterrador'. David Ruano

Una obra de teatro para desenterrar la memoria

Pepe Zapata interpretaen el Arriaga a Leoncio Abadía, que tras la Guerra Civil trabajó como enterrador y ayudó a las familias a identificar a sus seres queridos

Sábado, 13 de enero 2024, 01:27

La obra de teatro que se verá en el Arriaga el martes y el miércoles tiene, como génesis, dos momentos clave, separados por varias décadas de distancia. El más reciente fue cuando el actor Pepe Zapata, que está solo en escena con su «camiseta Imperio, ... la pala y unos zapatos que te explican ya la historia perfectamente», escuchó hablar por la radio de Leoncio Badía, uno de esos «héroes desconocidos». Con su historia se llega al primer momento fundacional de 'El enterrador', porque este señor fue un soldado republicano que al acabar la guerra volvió a su pueblo, en la localidad valenciana de Paterna, y tuvo la suerte de no ser fusilado como tantos, sino que le ofrecieron enterrar a sus muchos vecinos enviados al paredón por la represión franquista. «En cuatro años y medio en la zona hubo 2.500 fusilados», cuenta Zapata.

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Pues bien, Badía se dedicó a enterrarlos con el nombre de cada cual metido en una botellita que les colocaba bajo la nuca en la fosa común. Estaban condenados a que nadie supiera de su paradero, pero el enterrador «confiaba en un futuro» en el que la gente pudiera saber y pudiera encontrar. Y así, en la medida de lo posible, guardó trozos de camisas, gafas, botones, hasta mechones de pelo, por si estos podían servir para identificar algún día a su propietario. «Tenía una sensibilidad que le hizo desarrollar un sistema secreto con la esperanza de que los familiares pudieran dar con los restos y sacarlos de la fosa común. Estableció, incluso, una red secreta, sobre todo de mujeres, que por las noches acudían a encontrarse con él para saber de los suyos», relata Zapata.

Con esa historia «emocionante» que en su día a él le hizo detener el coche, echarse a llorar y pensar que ahí había algo importante que contar en el teatro, se monta 'El enterrador'. Se nutre del recuerdo de muchas personas -«hay una gran tarea de investigación»- y de una certeza: «En la Guerra Civil hubo malos y hubo peores y aquí no se trata de un posicionamiento ideológico de un bando u otro, sino de una cuestión de Derechos Humanos y de dignidad. Cuando escuchas a los familiares, te queda clarísimo que tienen derecho a encontrar y dignificar a sus desaparecidos... y antes que eso a saber qué fue de ellos, porque nosotros hemos oído testimonios de personas que aún no saben qué pasó». Esos testimonios les han llegado, a Zapata y al director del montaje, Gerard Vázquez, en las representaciones que han hecho en cementerios y parques, junto a antiguos paredones de fusilamiento.

Sobre las tablas, Zapata se convierte en un actor que tiene que dar vida al enterrador y en el enterrador mismo en «un juego metateatral» que interpela a los espectadores con preguntas como qué es mejor, si dejar enterrado o desenterrar. «Para el enterrador, la creencia es que tarde o temprano habrá justicia y todo saldrá a la luz», se responde. La obra es «un homenaje a tantos héroes anónimos que trabajaron desde la modestia y la resiliencia» para legar algo mejor de lo que tenían. «Nos obsesionaba que ni fuera mitinera ni panfletaria y que sirviera para que la gente más joven y en general todos sepan lo que ocurrió, lo que vivieron».

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