«Disfrutamos los premios cuando nos caen, pero sabemos que son una lotería»

- Dos de cuatro, pero contentos, ¿no?

- Garbiñe Insausti: Siempre es una alegría. Ya lo fue estar nominados y como finalistas, y ahora estos dos premios a mejor dirección, por el gran trabajo que ha hecho Iñaki, y mejor autoría, por la labor que hemos realizado entre los cuatro y que nos ha hecho especial ilusión.

- Iñaki Rikarte: Sí, el de 'Forever' fue un proceso bastante particupar porque en un período de dos años estuvimos encerrados ensayando ocho meses entre Madrid y Hernani. Empezamos de cero, hemos pasado muchas horas juntos y el trabajo de autoría reconoce toda esa labor.

- Realmente, ¿qué importancia le dan a este tipo de premios?

- G. I.: Bueno, la importancia justa. Sabemos que son una lotería y que el criterio de un año para otro puede cambiar muchísimo. Los disfrutamos cuando nos caen, son motivo de alegría, pero también es verdad que intentamos darles la importancia justa.

- I. R.: Son los premios son una convención porque los espectáculos no se pueden comparar unos con otros de forma objetiva. Lo subjetivo está muy presente y al final son una excusa para celebrar un encuentro entre los creadores. El teatro es muy minoritario y necesita este tipo de eventos para darse a conocer y para animar al público a que acuda a los espectáculos.

- ¿Cuál fue el germen de 'Forever'?

-I. R.: Partimos de una situación límite en una convivencia, que a veces aparece en los periódicos y que podemos prejuzgar. Intentamos escribir hacia atrás para tratar de descubrir por qué una convivencia se puede degradar hasta ese punto. La primera semana de ensayos nos juntamos con la propuesta de cada uno de los cuatro trajera una escena que le gustaría ver con máscaras. Trabajamos escenas muy dispares durante una semana y una de ellas está en la función. Es el espectáculo en el que más material hemos tirado a la basura con mucha diferencia. Podríamos hacer cinco espectáculos con todos los descartes.

- ¿Cuál ha sido la clave del éxito de 'Forever'? Quizás la identificación del espectador con unos personajes decepcionados por no estar a a la altura de sus propias expectativas.

- G. I.: Seguramente tiene que ver con eso porque todos proyectamos un futuro del que poco a poco nos vamos alejando, a veces sin darnos cuenta y otras siendo más conscientes. El público se siente identificado con la madre, con el padre, con el hijo o con los distintos personajes que recorren la obra. Eso nos gusta porque nos ayuda a entendernos y a vernos reflejados en el espejo del escenario.

- Al margen de ser sin palabras, ¿no es paradójico que triunfe una obra sobre la incomunicación en la época de la hiperconexión?

- G. I.: Es la gran paradoja. Aparentemente estamos hiperconectados, pero en la realidad a veces estamos más lejos de lo que creemos. Hemos querido investigar en los motivos y en lo que sucede en los miembros de esta familia para llegar a esa incomunicación que seguramente provoca muchas de las cosas que les suceden. ¿Qué hubiese pasado si hubiesen compartido lo que sentían?

- Quizás resulte más fácil enviar un whatsapp que verbalizar unos sentimientos...

- I. R.: Es verdad que hemos hablado sobre la incomunicación en los tres espectáculos -'André y Dorine' y 'Solitudes'-, pero ha sido una reflexión a posteriori. Tampoco era premeditado hablar sobre la familia y, sin embargo, las tres obras suceden en ese entorno. Sin embargo, creo que tiene que ver con las dificultades que nos presenta el lenguaje que utilizamos. Todos tenemos una familia, todos sabemos qué es eso y estamos de acuerdo en que el mundo entero cabe dentro de una familia y reconocemos sus roles. A nosotros todo eso nos resulta muy útil para contar historias.

- ¿Está idealizada la institución familiar? A veces es un infierno...

- I. R.: Está claro que se idealiza claramente y eso les pasa a nuestros personajes. Por 'culpa' del destino y de sus propias decisiones, las cosas no resultan tal y como las habían soñado. Queríamos contar una historia en la que los personajes se equivocan, pero sin que nosotros los juzguemos. Lo que nos preocupaba era el juicio que se podía hacer sobre la situación porque todo juicio es una simplificación y la vida es mucho más compleja. Cuando te cuentan bien las cosas, nada es tan claro como parecía en el titular. El reto era hacer todo esto sin palabras y seguramente por eso ha sido tan importante desde el punto de vista narrativo haber apostado por un escenario giratorio que multiplicara las posibilidades de la dramaturgia.

- Pero nuestra tendencia natural es el simplismo y el juicio sumario...

- G. I.: De alguna manera, queríamos que se entendieran los motivos de cada personaje. Era importante que no hubiera víctimas y verdugos solamente, sino que todos tuvieran parte de responsabilidad en lo que hacen.

- ¿Algo que adelantar sobre sus futuros proyectos?

- G. I.: La verdad es que no. En los próximos meses lo que tenemos previsto es seguir de gira con 'Forever' y con las otras obras de Kulunka, que todavía siguen representándose, algunas después de quince años, como 'André y Dorine', que fue la primera. Este verano estaremos en el Festival de Olite, al que tenemos muchas ganas de acudir, y en octubre estaremos en Getxo y Basauri. Después estaremos en algunos países nórdicos.