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Así comen los amigos de Víctor Manuel: Sabina, Serrat, Miguel Ríos...

El cantante desvela las preferencias gastronómicas de la familia y los amigos en un libro en el que fusiona las recetas con las anécdotas

Azahara Villacorta

Miércoles, 20 de noviembre 2019, 16:45

Ya nadie duda de que Víctor Manuel ha compuesto algunas de las canciones más bellas de la música popular en español. Lo que pocos sabían era que también tiene buena mano en los fogones. Y que, además, como todo buen chef, va anotando ... minuciosamente en un cuaderno los detalles de los platos que prepara.

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Así que, con todo ese material, el cantante acaba de mandar a la imprenta 'El gusto es mío' (Aguilar), un recorrido por los sabores y los recuerdos gastronómicos de su vida que llegará a las librerías este jueves. Desde las patatas a la importancia y la carne gobernada aliñadas por su abuela María en su Mieres natal hasta los manjares que ha ido probando en sus giras por el mundo pasando por los mercados asturianos, donde se surte de oricios y angulas. Un delicioso volumen en el que el cantante se pone el mandil para fusionar las recetas que lo han hecho célebre entre sus amigos («suelen comerse todo lo que les sirvo en el plato y a veces repiten») con las anécdotas de los banquetes compartidos.

Un sabroso maridaje en el que, de paso, desvela las preferencias de sus íntimos cuando se sientan a la mesa. Empezando por otro grande de la música patria, Miguel Ríos, de quien cuenta: «Me come muy bien; se ve que igual que yo, ha sido un niño pobre y que por eso agradece los alimentos. Le he visto emplatarse en bufés viandas que con toda seguridad no se acabaría, o sí».

Y, si el granadino «disfruta comiendo cuando está solo y menos cuando tiene marcaje al lado», tampoco se queda atrás en el yantar Joan Manuel Serrat, al que «le gusta casi todo y el vino bueno».Eso sí, el autor de 'Mediterráneo' «es muy exigente y se mosquea si un plato se retasa... y ya no te digo si a él le sirven el último. Es un niño pequeño en la mesa, que cuando tiene hambre se incomoda y es muy capaz de incomodar». Y, «como viaja tanto, a menudo asegura su comida en restaurantes japoneses que controla y donde sabe que no tendrá sorpresas». Pero es que, además, «hace kilómetros para comer algo que le apetece».

Joaquín Sabina, en cambio, «es melindroso, de comida corta. Él es más de hablar mucho, de reír y celebrar como si no hubiera mañana». Menos mal que Jimena Coronado, la fotógrafa peruana con la que lleva veinte años y a quien le acaba de pedir matrimonio, «le afinó el paladar y se deja guiar por ella». Pero, con todo, «disfrutaba más cuando podía fumar en la mesa en locales cerrados. Lo de ahora le parece una putada. Cierto es que si saliese a echar un pitillo le caerían cincuenta 'selfies' de regalo. Así que no sale de casa, pero en ella se come muy bien».

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También hay quien tiene sus manías, como el actor Juan Diego, que «no puede soportar las aceitunas ni su visión en la mesa» y que «durante años se alimentó de tapas de jamón y alguna fritura de pescado. Carne, nunca». Otro que se ha emparejado recientemente y que ahora, «con María y un perro, que nunca había tenido, se ha humanizado y aparenta comer de todo». Aunque Víctor Manuel sigue sospechando «que no come de nada».

No podía faltar en la categoría de 'repunantes' es Javier Gurruchaga, que «siempre es especial. Come mal. Niño malcriado. Hijo de cocinera de San Sebastián..., pues ni así». O lo que es lo mismo: un «remilgoso» al que «nada parece gustarle aparte de la chistorra de la que es devoto». Hasta el punto que, en una ocasión, en Arzak, «el trono supremo», durante «una cena espléndida», el showman donostiarra se desmarcó con un:«Me gustaría comer una tortilla francesa...». «Claro que sí...», concedió Elena Arzak.

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Nada que ver con Pablo Milanés, al que, «si le sacas de la comida cubana, trastabilla, pero disfruta con las verduras, alcachofas, berenjenas, ropa vieja, frijoles negros, arroz congrí, yuca con mojo, pierna de cerdo, frituras de malanga». Un ser con «una mala salud de hierro» con el que queda de cuando en cuando:«Entre almuerzo y almuerzo tiene tratamientos varios y, cuando lo dejan libre, come y bebe».

Pero no solo de las inclinaciones culinarias de los amigos se nutre este libro, sino que Víctor Manuel también lo ha trufado de los gustos de la familia, incluidos sus nietos: León y Olivia. Empezando, claro, por Ana Belén, una mujer que «solo tomaría desayunos», sin duda «la comida que más disfruta del día». Un festín que incluye:«Papaya y alguna otra fruta de temporada, tostadas con mantequilla y mermeladas que hago yo, casi siempre de grosella, mora roja o zarzamora, y café con leche». Aunque «también se apunta a un buen cruasán». «Lo que come el resto del día le importa menos:excepcionalmente carne, mucha verdura, sopas, pescado, casquería de vez en cuando. A menos que haya cena fuera o en casa, ella por la noche solo toma un yogur y algo de dulce, un mantecado, algo de chocolate y ya», cuenta.

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Su hijo David, en cambio, «siempre ha comido bien». Desde muy pequeño, cuando «tenía un ligero estrabismo y se pasó largo tiempo yendo a la consulta del doctor Gómez de Liaño para hacer ejercicios». Uno de esos días, le preguntaron al médico «si debía comer muchas zanahorias». Pero él les dijo que no, «que lo mejor era un buen solomillo. Así que David se pasó varios años de su vida desayunando un solomillo antes de irse al cole».

Justo lo contrario que su hermana, quien «siempre fue una pésima comedora» y que «se especializó desde pequeña en el filete con patatas». Es más:«Si por Marina fuera comería todos los días una ración de patatas fritas, y casi todos los días lo hace». Aunque, con el correr del tiempo, ha mejorado mucho y ahora «la he perdido el respeto a meterse entre pucheros y sartenes». Tanto, que la actriz hasta le corrige cosas a su padre cuando lo ve cocinando y se ha convertido en una «sibarita» que viaja para comer.

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Hasta ahí, el capítulo dedicado a su casa. Pero, si de fogones se habla, hay que ir al origen:el producto. Y Víctor Manuel no olvida, por ejemplo, la primera vez que vio la matanza del gochu:«Se me salieron los ojos de las órbitas». Yes que «el gochu ha quitado mucha hambre en Asturias» y jura que hasta ha visto a gente persignarse a los pies del monumento que tiene en Noreña.

Eran otros tiempos, en los que el trato a los animales «era bien diferente a como es ahora». Y, aunque «se agradece la nueva sensibilidad», en general, la relación que la gente ha establecido con sus mascotas al cantante le resulta, «al menos en las ciudades, un poco enfermiza». Juzguen ustedes mismos: « Conozco un matrimonio al que el cerdo le creció tanto dentro de un piso que resultó insoportable la convivencia, al extremo de que, cuando él se iba de viaje, el cerdo aprovechaba para atacar a la mujer», relata.

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Y, sin volver a extremos como el de un primo suyo, «que se follaba gallinas como si tal cosa», Víctor Manuel –que confiesa su querencia por las actrices «con mirada de vaca»– está con los organizadores de la matanza que «protestan porque no les permiten el ritual completo, o sea, clavarle el cuchillo en la aorta hasta que se desangre y despiezar el animal a la vista de todos. Dicen que con una pistola eléctrica no es igual. Efectivamente no es igual:estoy completamente seguro de que la asistencia a esas jornadas se vería drásticamente reducida».

Así comen los amigos de Víctor Manuel

Javier Gurruchaga

«Siempre es especial. Come mal. Niño malcriado. Hijo de cocinera, de San Sebastián..., pues ni así. Es remilgoso, nada parece gustarle aparte de la chistorra, de la que es devoto. Pidió una tortilla francesa en Arzak».

Pablo Milanés

«Si le sacas de la comida cubana trastabilla (...). Siempre ha tenido una mala salud de hierro. Entre almuerzo y almuerzo tiene tratamientos varios y, cuando le dejan libre, come y bebe».

Juan Diego

«No puede soportar las aceitunas ni su visión en la mesa y durante años se alimentó de tapas de jamón y alguna fritura de pescado. Ahora aparenta comer de todo, aunque sigo pensando que no come de nada».

Joaquín Sabina

«Es melindroso, de comida corta. Disfrutaba más cuando podía fumar en la mesa en locales cerrados. Lo de ahora le parece una putada. Así que no sale de casa, pero en ella se come muy bien».

Joan Manuel Serrat

«Es muy exigente y se mosquea si un plato se retrasa... y ya no te digo si a él le sirven el último. Es un niño pequeño a la mesa, que cuando tiene hambre se incomoda y es muy capaz de incomodar».

Miguel Ríos

«Me come muy bien;se ve que, igual que yo, ha sido un niño pobre y que por eso agradece los alimentos. Disfruta comiendo cuando está solo y menos cuando tiene marcaje al lado».

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