Sara Baras rendida a la ovación de Bilbao. ÓSCAR ESTEBAN

Sara Baras dosificándose en un Euskalduna lleno

La bailaora gaditana desplegó la coreografía 'Alma de bolero' alzaprimando la danza sobre la canción conocida, intercalando sus intervenciones solistas, asombrando con su zapateado, evocando al alcalde Azkuna y metiéndose al respetable en la canasta

Viernes, 27 de mayo 2022, 07:36

Ayer jueves la agenda melómana de Bilbao estaba a tope y eso que Taburete habían aplazado su concierto de la Santana 27 hasta septiembre. Del mogollón de propuestas habríamos ido con gusto a La Secta en el Shake! (¡era gratis, nuestra palabra favorita!), al blues ... del Azkena (con Tail Dragger), al club de jazz (con el guitarrista Sean Clapis), por supuesto al histórico Urko con la Banda Municipal de Música en el Arriaga (amablemente nos reservó un par de butacas y dimos aviso de que no podríamos asistir).

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No obstante lo cual, el jueves lo teníamos reservado hacía tiempo para la bailaora Sara Baras en el Euskalduna, aunque antes y después pudimos pasar por dos actos de divulgación del BBK Bilbao Music Legends Fest, el que traerá a los Status Quo a Miribilla: a las 7 en el lleno Fnac los vizcaínos sarcásticos The Daltonics, con un volumen bajo y poco amplificado debido a exigencias de la organización, fusilaron a Dr Feelgood y un par de veces nos recordaron a Siniestro Total durante el ratito que los catamos, y desde las 9.30 en el Kafe Antzokia los chicagüenses The Steepwater Band, superada la baja por enfermedad que les obligó a suspender el concierto del miércoles en Valencia, arbitraron un poderoso rock muy americano armado con dos guitarras Gibson para solaz de las dos centenas de almas congregadas.

Ron, la voz de Los Daltonics, acosando a sus fans. CARLOS Gª AZPIAZU

Pero a lo que íbamos, a la coreografía 'Alma de bolero' de Sara Baras (Sara Pereyra Baras, San Fernando, Cádiz, 1971), la cual en una escenografía sobria (la cortina traslúcida, los seis micrófonos, los aperos para los cinco músicos y poco o nada más al margen de la buena iluminación y varios pregrabados de recurso: un piano, algunas voces…) desarrolló una quincena de viñetas en 102 minutos (un cuarto de hora de falso final, de fin de fiesta, lo más flamenco del show) que encantaron al respetable que llenó el Euskalduna (sólo se quedaron sin vender 60 entradas en el gallinero, o sea que estaríamos unas 2.100 almas) y que no pareció darle gran importancia a que la bailaora estuviera fuera de escena gran parte del tiempo.

La Baras con el primer vestido y respaldada por el cantaor Rubio de Pruna. ÓSCAR ESTEBAN

Y es que Sara Baras, que usó cuatro vestuarios, dosificó sus intervenciones, fue ella la única del cuerpo de baile que protagonizó momentos solistas, y a sus 51 años se mostró reservona en los movimientos físicos, en los alardes y desplantes, aunque por el final se dejó llevar por ciertos arrebatos y durante todas sus intervenciones hizo gala de su maestría en el zapateado, superior al de cualquier mujer u hombre flamencos. En el último movimiento arrancó otra ovación cuando cruzó el escenario de lado a lado como si fuera una James Brown cañí. ¡Y en el número jazz pensamos en que su zapateado parecía una txalaparta!

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Con un cuadro en el que figuraban cinco bailaoras y un bailaor infiltrado entre ellas (un sumatorio de seis), dos cantaores (Rubio de Pruna y Matías López, alias 'El Mati'; éste en vez del anunciado David de Jacoba, de más fama), cinco músicos (dos tocaores, dos percusionistas y el destacado hombre de los vientos Diego Villegas: armónica cromática al gusto de Paco de Lucía -o sea como la soplaba Antonio Serrano-, flauta influida por Jorge Pardo, y saxo entre el cubanismo y el jazz total), más ella, la jefa y maestra (catorce en total), el jueves en el Euskalduna sonaron temas conocidos como 'Nostalgia' por seguiriyas, un 'Algo contigo' a lo Pancho Céspedes en Broadway, 'Contigo aprendí' llevado a la fusión flautista de Jorge Pardo, 'Toda la vida' con Sara Baras bailando con mantón de Manila, 'Adoro' empezado con ella sobre un círculo de luz y concatenado con un enfrentamiento con el saxofón jazz en un momento muy free, aperturista, con el propósito de alejarse de los parámetros flamencos al uso, como también habían sido escapistas gran parte de los números corales, propios de ballet moderno, pero todos ellos con transmisión hacia el patio de butacas, de donde brotaron numerosas ovaciones intercaladas, también cuando en su discurso final Sara Baras se acordó del alcalde Azkuna, su benefactor en la ciudad: «Guau, qué alegría, ¡viva Bilbao! Cada vez que venimos y bajo del avión y piso este suelo de me acuerdo del alcalde. ¡Te quiero, alcalde! Este espectáculo va dedicado a mi padre, que está en el cielo, como el alcalde».

Saludos de los 14 intervinientes: Sara Baras, 6 bailaores, 5 músicos y dos cantaores. ÓSCAR ESTEBAN
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