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La Sala Rekalde quiere situarse en las líneas de tránsito de la milla de oro del arte en Bilbao, formada por Azkuna Zentroa, Museo de ... Bellas Artes y Guggenheim. Una de sus puertas, la que se ha utilizado siempre para la entrada y salida de cuadros y esculturas, da a la calle Iparragirre, que desemboca frente al 'Puppy'.
Es el camino de mayor uso para acercarse al centro artístico de Abandoibarra, que en años normales acoge unos 1,3 millones de asistentes. Una situación de privilegio que Rekalde aprovechará abriendo esa puerta al público. Pasarse por la sala no costará ni esfuerzo ni dinero, ya que la entrada es gratuita, y la calidad de su programación está acreditada por sus 30 años de historia, un aniversario que precisamente cumplió este viernes.
«No será la obra de El Escorial, pero sí es necesaria para encarar los retos del futuro», avanzó la diputada de Cultura, Lorea Bilbao. Mientras se realice seguirá habiendo programación artística. La remodelación comenzará después del verano y supondrá una gran oportunidad para que la presencia de la galería se visualice con mayor claridad. La puerta por alameda Rekalde seguirá abierta.
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Bilbao anunció que para celebrar el 30 aniversario de la sala se realizará un acto que acogerá «distintas disciplinas» creativas, y que contará con la presencia de personas que han estado ligadas a su historia. Tendrá lugar en noviembre y la diputada no dio más detalles porque estos dependerán de la situación de la pandemia y de los aforos permitidos.
La Sala Rekalde fortalecerá los tres ejes expositivos con los que se ha movido bajo la dirección de Alicia Fernández, la exposición de artistas vizcaínos emergentes y con trayectoria, además de muestras de creadores nacionales e internacionales, como la fotógrafa Cristina García Rodero, sólo por nombrar una de las últimas citas de este tipo.
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En sus tres décadas de existencia, el espacio ha acogido más de 150 exposiciones en las que han participado cerca de 2.000 artistas. Por él han pasado figuras clave en la historia del arte vasco como Eduardo Chillida, Ruiz Balerdi, Sistiaga, Vicente Larrea y Agustín Ibarrola. Entre los creadores de las siguientes generaciones se encuentran Darío Urzay, Jesús Mari Lazkano, Fernando y Vicente Roscubas, Javier Riaño, José Ibarrola, Luis Candaudap, Manu Muniategiandikoetxea, Ignacio Goitia; Sergio Prego, Itziar Okariz, Azucena Vieites, Abigail Lazkoz, Naia del Castillo, Ixone Sádaba y Aitor Ortiz, entre otros muchos. La lista de los artistas internacionales también es larga. Valga mencionar a Andy Warhol y Cindy Sherman entre ellos.
Con el título de 'Pintores vascos ante el gran formato. 1886-1991', se desarrolló la primera exposición como Sala Rekalde. Antes se habían celebrado otras muestras en esta amplia galería propiedad de la Diputación de Bizkaia. La cita inaugural reunía los cuadros de artistas como Gustavo de Maeztu, Sistiaga y Agustín Ibarrola, entre otros.
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Fue el primer centro de Euskadi de iniciativa institucional dedicado en exclusiva al arte moderno y contemporáneo, con Javier González de Durana como primer director. Le sucedieron Chus Martínez y Pilar Mur.
Su crecimiento a la par que el proyecto Guggenheim indujo a que se interpretara como un prólogo de este museo, un centro destinado a educar -palabra que se repetía entonces- en el arte que vendría después a los vizcaínos y a los vascos en general, ya que en la iniciativa participaba al 50% el Gobierno de Vitoria.
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La exposición de 1993 con una selección de obras de la colección Guggenheim de Nueva York firmadas por Picasso, Matisse, Braque y Chagall reforzó esta idea, lo mismo que la siguiente en 1995 con piezas de los mismos fondos, referidas al arte a partir de 1945, con el título de 'La tradición de lo nuevo'.
Sin embargo, en su origen resulta difícil establecer un vínculo entre ambas iniciativas, y de hecho se barajó que esas muestras se hicieran en el Bellas Artes. Su funcionamiento posterior a 1997, año de la inauguración del Guggenheim, ha confirmado la autonomía de la Sala Rekalde.
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Bajo la dirección de González de Durana, abrió un segundo espacio, denominado Area 2 (1994-1998), en el que llegó a exponer Thomas Hirschhorn, artista internacional hoy muy reconocido y cuya obra se ha visto también en el Guggenheim.
La diputada insistió en la vocación educativa de la sala y en su labor de mediación con distintos grupos de ciudadanos, también con colectivos en riesgo de exclusión social.
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