La Sala BBK fusiona en 'Yarin' la danza vasca contemporánea y el flamenco

Al montaje de danza 'Yarin' se suma, además, la música del vascofrancés Julen Achiary, que, como explicaba Jon Maya en la presentación del espectáculo ayer en la Sala BBK, no toca ni un palo flamenco ni canta una canción vasca, sino que ha optado por otros ritmos para acompañar a los dos bailarines. No han querido, ninguno, caer en clichés, en lo más manido. El resultado es una pieza de una hora de duración con una estética minimalista, no ambientada en un tiempo o lugar concreto, sino «onírica», en la que predomina el color negro y se cuela el blanco, sobre todo gracias a la iluminación, y en la que Jon Maya es muy Jon Maya y Andrés Marín, muy Andrés Marín. A lo largo de su trayectoria en Kukai, Maya siempre ha profundizado en sus raíces en la danza tradicional vasca para desarrollar su propio lenguaje contemporáneo, lo mismo que Marín hace con el flamenco.

Resumiendo mucho, el primero tiende hacia el aire, hacia arriba, y el segundo está muy en contacto con el suelo, con la tierra. Con los tres intérpretes –los dos bailarines y el músico– en todo momento en escena, habrá ocasiones para que cada uno se muestre en solitario y otras para que dialoguen entre ellos. Cada bailarín parte de su propia raíz y volverá a su propio sitio, aunque ya influenciado para siempre por el trabajo en común, por el intercambio de lenguajes. 'Yarin' es el espacio de convivencia entre dos tradiciones «muy arraigadas y que siguen muy vivas».

El montaje necesitaba un doble estreno ya que es una coproducción con la Bienal de Flamenco de Sevilla. Allí pudo verse por primera vez a finales de septiembre y el público del Teatro Central llenó la sala y se puso en pie. El segundo escenario será la Sala BBK y, después, el espectáculo llegará a la Bienal de Flamenco de Nimes e iniciará gira por el País Vasco, España y, de momento, se sabe que llegará hasta Colombia.