«El rock no ha sido rentable en este país salvo para músicos como Miguel Ríos o Rosendo»

Su trayectoria en las ondas fue galardonada con la Antena de Oro en 2020, y su programa 'El Pirata y su banda' recibió la Mención especial del jurado en los Premios Ondas 2021. El Pirata lleva toda la vida enganchado a esa magia que ejerce la radio. «Para mí es como un libro. Tu estás leyendo (o escuchando) y tu coco está imaginando, pone tu mente a trabajar», cuenta tras finalizar su programa matinal -o morning, según la jerga radiofónica-, en los estudios madrileños de Rock FM. Admite que la maldita polio fue un factor determinante en su vocación. «No estaría hoy aquí de no haber sido por ella». Tal como relata en su libro, el verano del 69 fue «horrible». Era un crío recién operado y apenas salía a la calle. «Solo quedaba la radio, la música. También estaba el mundo que veía en las revistas. Soñaba con ir allí. Tardé en vivirlo, pero lo viví». La radio de la base militar de Torrejón, referentes de la radio como Ángel Álvarez y grupos como los Pekenikes alimentaron sus ganas de volar más allá de lo que le ofrecía su particular realidad en la Talavera de la Reina de finales de los 60, unos tiempos en los que «la dictadura estaba absolutamente viva, aunque ya se intuían vientos de cambio imparables», comenta.

El Pirata terminó de escribir este libro después de «volver a nacer» en octubre de 2022. Sufrió un infarto en directo, en pleno programa. «Pudo ser mi final. Sigo estando vivo», agradece en el prólogo de esta obra, una suerte de continuación de su trabajo anterior 'Historias del rock. Leyendas, cuentos y mitos alucinantes' (Oberon, 2021). Tiene historias para varios libros. Por ejemplo, en un maratón-homenaje por la muerte de John Lennon, organizado por su colega y maestro Vicente Romero 'Mariskal', El Pirata recibió una llamada que no olvidará jamás. «Con toda la sensatez del mundo, un señor me dijo que estábamos haciendo un programa maravilloso, pero que éramos unos ingenuos -relata-; nos dijo que había empresas que se encargaban de organizar la muerte de uno, siempre que pudieras pagarlo, claro. Él estaba convencido de que Lennon había comprado esos servicios».

Su mote se lo ha ganado con aventuras como aquella vez que pirateó la señal de un concierto de Metallica para emitirlo en directo. Rehúsa dar detalles, pues «hay una multinacional gorda detrás y no sé si ha prescrito…», señala con una sonrisa entre la picardía y la cautela. En otra ocasión, un directivo le puso la miel en los labios con el disco 'Spreading the Disease' de Anthrax que no podía estrenar, así que se lo robó del despacho. «Me tenía que buscar la vida», se justifica.

A lo largo de las páginas de su «medio de siglo de radio y rock», la vida le ha jugado malas pasadas no pocas veces, pero siempre ha reaccionado «con mucha rapidez y energía». Esa ha sido la clave para no venirse abajo y «mantener la moral intacta». Asegura no arrepentirse de casi nada, si acaso «de no haber sido más listo, hay gente muy hábil en el mundo del rock y de la radio», ironiza. «Podría haber jugado mejor mis cartas, pero siempre he jugado con las que quería», se reafirma.

El Pirata aborda la precariedad de su profesión y de la industria musical. «El rock no ha sido rentable en este país, salvo para músicos como Miguel Ríos o Rosendo», observa. En cuanto a los periodistas musicales, «siempre tenemos que inventarnos maneras de buscarnos la vida», admite. «Mi instinto de supervivencia viene de la creatividad, sí -somos inquietos por naturaleza-, pero también del hambre», puntualiza.