Pinin Brambilla, una de las grandes figuras de la restauración en el siglo XX. A la derecha, el estado de 'La última cena' antes y, abajo, después de su intervención. AP

La restauradora que le dio una nueva vida a 'La última cena'

Fallece Pinin Brambilla, que empleó 21 años en recuperar la obra de Leonardo de la humedad y de previas restauraciones

Martes, 15 de diciembre 2020, 00:25

Giorgio Vasari ya contaba en 1566 que 'La última cena' «estaba tan perdida que lo único que se distingue es una mancha oscura». Leonardo da Vinci había utilizado en esta obra, ejecutada entre 1495 y 1498 sobre una pared del convento de Santa Maria delle ... Grazie de Milán, una técnica distinta a la del fresco tradicional. Pintó al temple y al óleo sobre dos capas de preparación de yeso extendidas sobre enlucido, para poder pintar y repintar con más calma. Ignoraba que bajo el baptisterio pasaba un río que humedecía la pared sobre la que había trabajado. El moho apareció muy pronto y la pintura se escamó.

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Fue el inicio de un largo calvario para esta obra de casi 10 metros de ancho y 4,6 de alto. Incluso llegaron a destruir su parte inferior para abrir una puerta, y las restauraciones del siglo XVIII la llevaron al punto de ser irreconocible. En 1796, durante la campaña de Napoleón en Italia, la sala pasó a ser un establo. La iglesia milanesa quedó afectada por los bombardeos de los aliados en la Segunda Guerra Mundial, en 1943, pero en este caso se salvó.

A partir de la reconstrucción empezó a tener una mejor vida. No obstante, la que le dio el esplendor que hoy todo el mundo conoce fue la restauradora italiana Pinin Brambilla, que acaba de fallecer a los 95 años.

Despintar los ojos

Empezó a restaurar la obra en 1978 y terminó en 1999. Trabajó en la reconstrucción del color original con disolventes y papel japonés para deshacer las colas y limpiar las impurezas milímetro a milímetro. Esta es una razón que explica los 21 años que empleó, pero no la única, ya que su tarea sufrió varias paradas obligadas por la burocracia italiana. Costó unos cuatro millones de euros.

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Brambilla fue la restauradora de algunas de las mayores obras maestras del arte italiano, como las pinturas de Giotto en la capilla de los Scrovegni en Padua y los frescos de Masolino da Panicale en el baptisterio de Castiglione Olona, y también restauró obras de Piero della Francesca, Bronzino, Caravaggio, Tiziano y Tiepolo, entre otros.

En sus investigaciones, Brambilla y su equipo descubrieron que en las anteriores restauraciones habían alargado las caras y colocado ojos que Leonardo no pintó. Las bocas tenían que estar cerradas, y no abiertas, como habían estado durante siglos.

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El artista pintó 'La última cena' tomando como fuente el Evangelio de San Juan: «Durante la cena, Jesús lava los pies a los discípulos y dice: 'Ustedes son puros, pero no todos. En verdad, en verdad les digo: uno de ustedes me traicionará'». Ese el instante que Leonardo quiso representar. La restauración consiguió que los platos reflejaran, como quiso el pintor, el color de la vestimenta de los apóstoles.

Pero la restauración de Brambilla no ha sido suficiente para frenar el deterioro de la pintura, causado a partir de 1999 por las 400.000 personas que cada año visitan la obra, y que levantan un polvo que acaba depositándose sobre ella. Por eso en 2019 dotaron a la sala de un sistema de climatización capaz de limpiar el aire rápidamente para mejorar su conservación. Sólo con los cambios que ha sufrido 'La última cena' se podría hacer una gran exposición.

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