«Se rescatará lo cancelado y se apostará por el talento del país»

- ¿Qué tal todo?

- Bien, bien. En mi entorno más cercano estamos bien de salud. Los que han pasado la enfermedad se encuentran bien.

- ¿Cómo ha llevado el confinamiento en Suiza?

- Aquí, en Basilea, se han tomado precauciones pero no hemos estado encerrados. La mascarilla no es obligatoria. Puedes pasear, ir a restaurantes, a bares... Bueno, bares no hay muchos. Todo está tranquilo. Esta es la ciudad donde mejor se sentía Erasmo de Rotterdam. La gente tiene un sentido de la responsabilidad individual muy fuerte.

- Por cierto, vaya jarro de agua fría la cancelación de la ópera que estaba usted preparando en París.

- Noooo. El proyecto de la tetralogía de Wagner sigue adelante. Se están buscando fechas porque se va a reprogramar. Yo sigo teniendo proyectos en casi todas las ciudades importantes del mundo. Mis compromisos se mantienen.

- ¿Y la 'Missa Solemnis', de Beethoven, que iba a escenificar el 27 de junio en el Arriaga con la Coral y la BOS? ¿Se va a recuperar para la próxima temporada?

- No lo sé, no lo sé. Pero el Arriaga no deja de trabajar. Yo me conecto todos los días por Skype o Zoom.

- ¿Qué títulos de los que se han caído se reprogramarán?

- 'Madre coraje', 'Prostitución' con Carmen Machi, 'Señora de rojo sobre fondo de gris' con José Sacristán... Todo lo que se ha quedado en el tintero se rescatará y, por supuesto, seguiremos apostando por el talento del país. Hay que dar una oportunidad a los profesionales locales para que se expresen. En cuanto se pueda, porque las autoridades y la seguridad lo permiten, hay que empezar a trabajar y ofrecer algo al público.

- ¿Cree que la gente acudirá al teatro sin miedo?

- Quiero creer que sí. Soy optimista. Esto no es una guerra, no hay bombas ni destrucción... Ha habido tiempos mucho peores. La necesidad de escuchar música o un texto nunca se pierde. Confío en la complicidad del público y en la complicidad institucional. Es lo que pienso. O me gustaría pensar.

- ¿Qué tiene usted ahora entre manos? ¿Ya se puede concentrar en estas circunstancias?

- Sí, sí, no tengo problemas. Me apasiona lo que hago. Trabajo muchísimo aunque, a veces, también vagueo... O eso creo yo. Mi mujer me dice que lo mío es una enfermedad. Tengo muchos proyectos en la cabeza. 'Guerra y paz' para Ginebra; 'Tristán e Isolda' para Viena; 'Lohengrin' para Berlín; 'Yerma' de Villa-Lobos para el Festival de Santa Fe, en Estados Unidos... Y más, hay más.

- También para Bilbao, se supone.

- Claro, claro. Tengo muchas ganas de ir. En cuanto pueda, cogeré un vuelo y me plantaré delante del teatro. Lo echo de menos.

- Usted que conoce tantos teatros, modernos y clásicos, ¿qué es lo que más le seduce del Arriaga?

- Me encanta su ubicación. Es una isla, como los grandes teatros centroeuropeos, apartada de todo lo demás. ¡Parece un templo! Y al entrar, se nota la energía acumulada. El Arriaga tiene mucha energía. Son 130 años de historia. Me alegra formar parte de la cadena. Es un teatro especial, con amigos... Me encanta eso de Amigos del Arriaga. No es habitual que se llame así al público más asiduo. Se les considera abonados y punto. Además, desde que estoy yo, han venido...

- ¿Quiénes?

- Un programa de la televisión austriaca, que presenta Ioan Holender (exdirector de la Ópera de Viena), se ha dedicado a Bilbao. Y en el Arriaga grabaron una parte muy importante del programa. También han estado en el teatro las hermanas Wagner (biznietas del compositor). No sé que espectáculo vinieron a ver... Yo no estaba ese día pero una de ellas, Eva, me dejó una nota. La tengo encima de mi mesa. El Arriaga tiene proyección. Y Bilbao, también.