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josu olarte
Bilbao
Sábado, 26 de septiembre 2020, 14:45
La música tradicional de Euskal Herria copa la jornada final de la reducida 36 edición del festival Getxo Folk que mañana domingo a mediodía abrirá en Musikebarri Transfolk y por la tarde (19 h 15 €) clausura el proyecto renovador de la txalaparta ... Oreka TX. Liderados desde hace más de dos décadas por Harkaitz Martínez de San Vicente en diálogo percusivo con Mikel Ugarte, su recital estará centrado en su último álbum 'Koklea' (19) de rítmica cromática y titulo «sensorial», referido al hueso en forma de caracol del odio interno que transforma las vibraciones en impulsos nerviosos.
En este cuarto álbum de estudio, que apenas ha sido recreado en directo a causa de la pandemia, profundizan en el uso armónico de txalapartas de piedra propuesto en su 'Silex' (13) en colaboración con vocalistas de otras partes del mundo, una conexión ya iniciada a su vez en su álbum 'Nomadak' (06) que les llevó en busca de sonidos y voces al Sahara, Mongolia, India, Laponia y Japón, entre otros países.
«El trabajo armónico que venimos haciendo desde 'Silex' con la txalaparta de piedra nos abrió un sinfín de posibilidades, así que hemos seguido componiendo con ellas pero nos hemos vuelto a retroalimentar como otros músicos a los que en directo tendremos grabados, como la voz de la increíble cantante japonesa Emil Toko con la que colaboramos en 2016 en el proyecto llamado Hybrid», apunta Martínez de San Vicente a propósito de su recital en Getxo en el que el quinteto que completan Mixel Ducau (alboka, clarinete y saxo) Juanjo Otxandorena (buzuki) e Iñigo Egia (percusión) tendrá como invitados a las vocalistas Aziza Ibrahim (Sahara) y la gallega Mónica de Nut, Thierry Biscary, de sus colegas vascofranceses Kalakan, y el violinista Xabier Zeberio (Alos Quartet Oskorri)
Martínez de San Vicente y Ugarte guiarán rítmicamente el elenco percutiendo sus makilas en txalapartas de piedra y madera, tejas, cencerros o bidones. Una muestra de que la evolución del arcano instrumento percusivo vasco tiene que ver tanto con su musicalidad orgánica como con los materiales empleados para su construcción y toque rímico o ttakun, que en el caso de Oreka TX abarcan desde el hielo hasta el bambú.
«En directo llevamos una txalaparta cromática de piedra, la de madera tradicional de una sola tabla, las makilas de bambú que nos dan mucho juego y también tocamos tejas, bidones de plástico y hasta cencerros que me ha hecho un amigo que es pastor en Lumbier. Es un cristo llevar todo pero lo hacemos porque cada material tiene su espacio, aporta colores nuevos y enriquece el instrumento, tanto en la estructura de los temas como en el dialogo rítmico improvisado que es su esencia y la gente agradece. Porque la txalaparta es interacción, respuesta y encuentro, en solitario no existe», explica Harkaitz, que considera que esa experimentación y búsqueda de nuevas sonoridades son intrínsecas al carácter de la propia txalaparta.
«Cada uno tiene que hacer la suya con el material que tiene a mano, si se pudiera comprar en una tienda no tendría esa riqueza. Viene siendo así desde que los hermanos (Joxean y Jose Mari) Artze empezaron en los sesenta a investigar con maderas y afinaciones. Para nosotros fueron un referente cuando arrancamos acompañando a Kepa Junkera».
El aprendizaje ha cambiando mucho desde que el líder de Oreka tuvo en el 91 un flechazo con la txalaparta tras foguearse como guitarrista en una banda punk. «Por entonces se aprendía en mini cursos de cuatro días La descubrí por casualidad, pero en seguida me matriculé en la eskola que en Hernani tenía Juan Mari Beltrán, que es quien más la ha investigado. Estuve con él tres años más, luego con el grupo investigando. Ahora hay unos estudios en escuelas de música y una titulación de Conservatorio. La primera promoción salió en el 93, pero aún falta camino por recorrer y también docentes cualificados».
Tras girar por medio mundo y colaborar con artistas de la world music, el jazz y el clasicismo (Ara Malikian, Carlos Núñez, Hevia, Manu Dibango, Pat Metheny, RAI National Symphony Orchestra ) Oreka Tx se han enfocado al pop contemporáneo colaborando con We Are Standard , Delorean y, recientemente, con El Columpio Asesino. De ahí que vean con buenos ojos la sonada colaboración de Madonna con Kalakan y la vampirización de la tradición vasca que, con protagonismo txalapartri, proponen los británicos Crystal Fighters. «A mí siempre me alegra, porque entiendo que hay un interés por el instrumento. Crystal Fighters pueden haberlo aporreado al principio, pero han contado en directo con los hermanos Ugarte que tienen una gran experiencia. A nosotros nos ha funcionado muy bien todo lo que hemos hecho en ese terreno. Combinar lo orgánico con algo de ruido electrónico le da otra presencia. Un poco de rock and roll también le viene bien».
La introducción de la txalaparta en espectáculos de danza contemporánea (Nacho Duato coreografió con la Compañía Nacional de Danza su primer disco 'Quercus Endorphina, 01') herri kirolak y montajes teatrales y audiovisuales son también parte de su proceso de búsqueda. «Al no tener precedentes, hay mucha apertura en todos los txalapartaris, que somos como una gran familia. La primera gran revolución fue la de los hermanos Artze, pero, al ser un instrumento primitivo y a la vez nuevo, luego se ha mezclado lo mismo con flamenco, como hace Berriketan, que con circo, como hace Hutsun, o con electrónica, danza o marionetas como hemos hecho nosotros para ver si esa fusión le aporta algo novedoso».
Tras dos décadas de nomadismo rítmico, Martínez de San Vicente cree que aún quedan muchos universos que explorar para la txalaparta. «Encuentro continuamente nuevos retos o propuestas. Esta misma semana se ha estrenado el documental 'Bizimina' de Kukai Dantza y Arena Comunicación, para el que hemos hecho tres temas con el compositor de bandas sonoras Mikel Salas. Y ya hemos estado hablando de llevar la colaboración al directo experimentando con la electrónica y los efectos con los que trabaja. Siempre estamos abiertos a hacer algo nuevo. Quedan muchos horizontes para la txalaparta. No me imagino el día en que digamos que ya está todo hecho».
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