Recreación del museo del arquitecto japonés Toyo Ito, premio Pritzker en 2013.

El puerto de Barcelona tendrá una filial del Hermitage en 2024

Las autoridades portuarias firman un convenio con el museo ruso, con una de las mejores colecciones del mundo, frente a la oposición de Ada Colau

Viernes, 28 de mayo 2021, 23:35

El Hermitage de San Petersburgo, museo con una de las colecciones de arte más grandes del mundo, ha puesto en firme su primer pie en Barcelona, gracias a un acuerdo con la autoridad del puerto, donde se abrirá una filial en 2024. Lo hace contra ... la voluntad de la alcadesa, Ada Colau, y del equipo de gobierno del Ayuntamiento barcelonés. Insisten en que el plan de ordenación urbana sí contempla un equipamiento cultural en esa zona del puerto, pero que exige la aprobación municipal. Y el proyecto no acaba de convencerles. Los responsables del puerto argumentan que tienen autonomía jurídica para realizarlo.

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Atiborrada de turistas en la era prepandémica, la capital catalana se apresta a recuperar el pulso perdido o incluso a aumentarlo. Más de tres millones de cruceristas desembarcaron en Barcelona en 2019, la primera ciudad en el ránking español. Como en Málaga con el Pompidou, sería bajarse del barco y prácticamente entrar en el museo, que será construido por el arquitecto japonés Toyo Ito, premio Pritzker en 2013.

El Port de Barcelona prevé invertir 50 millones de euros en el nuevo edificio, de 14.700 metros cuadrados, divididos entre exposiciones (4.500), auditorio (368) restaurante (974), tienda (476) y otros. Los promotores de la iniciativa han conseguido asociarse al Liceu, para que ofrezca en el auditorio las representaciones destinadas a atraer a nuevos públicos.

El edificio, de 14.700 metros cuadrados, tiene un presupuesto de 50 millones de euros y lo diseñará Toyo Ito

Dudas municipales

Tras el proyecto está la mano de Mikhail Piotrovsky, director del Hermitage, empeñado desde hace años en rentabilizar al máximo la colección del museo. Entre 2001 y 2008, el hotel Venetian de Las Vegas acogió el Guggenheim Hermitage, cuando Thomas Krens estaba al frente de la fundación de Nueva York, matriz del Guggenheim Bilbao. En la actualidad, el museo ruso tiene centros de exposición en Ámsterdam y Venecia, y está en tratos con Pekín y Shanghái.

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Con tres millones de piezas, la colección abarca desde antigüedades romanas y griegas a obras de vanguardistas como Malévich, pasando por Rafael, Rembradt, Rubens y Velázquez.

El proyecto llegó al puerto de Barcelona en octubre de 2014 y desde entonces ha sido objeto de polémica y de rechazo por una parte de la ciudadanía y por los 'comunes' de Colau, en la Alcaldía desde 2015. Critican su viabilidad económica, no tienen claro de qué parte de la colección podrán disfrutar y temen que el barrio de la Barceloneta quede aún más congestionado.

Sobre el papel, el Hermitage llenaría el hueco de un museo con una colección histórica de carácter universal del que la ciudad actualmente carece. Están el Museo de Arte Nacional de Catalunya en Montjuic, el Picasso en el Barrio Gótico y el MACBA, de arte contemporáneo, en el Raval, que no acaba de carburar, además de fundaciones como la Miró. Pero Barcelona busca su 'efecto Guggenheim', nombrado con las letras por los promotores.

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