'Uz: el pueblo', sátira sin frenos contra los fanatismos, se desata este miércoles en Bilbao

«Dura 90 minutos y tiene un efecto bumerán que da de lleno al espectador. En sentido figurado, claro. Nadie lo ve venir. Ni cuándo, ni dónde. Todo es vertiginoso, hasta que ¡pam! Te deja clavado. Quien más, quien menos, se verá reflejado en alguna escena. No deja títere con cabeza. Se ponen en solfa todos los fanatismos, desde el religioso al amoroso, pasando por el culto al cuerpo, el político y otros...», desvela Pepe Viyuela (Logroño, 1963), que en este montaje encarna a uno de los personajes clave de la trama. El suyo es el papel de Jake, el marido de Grace, que actúa como su contrapunto y tampoco se queda corto en sus desvaríos. Es un hombre locamente enamorado, capaz de todo por una pasión que no atiende a razones.

El reparto del montaje, con dirección de Natalia Menéndez, incluye, entre otros, a Trinidad Iglesias, José Luis Alcobendas, Ruth Núñez, Ángela Chica... «En total somos nueve intérpretes y hacemos una buena piña. La tensión va 'in crescendo' con mucho orden, todo está medido. La dinámica está muy lograda, se nota que Gabriel Calderón también fue actor. La obra lleva siete meses de rodaje en España y no deja indiferente a nadie». Es «políticamente incorrecta», con un cura pedófilo y una lesbiana que levantará sarpullidos si se tiene la piel muy sensible. 'Uz: el pueblo' se estrenó en Uruguay hace 17 años, cuando a la hora de escribir una sátira se podía disparar a discreción sin hacer daño. «Quizás eso explica que guste tanto. O no. Hay quienes la consideran muy necesaria en estos momentos, mientras que otros pueden sentirse ofendidos».

A medida que los personajes revelan sus debilidades y obsesiones, el espectáculo basculará entre el sainete y el horror. «Todos cojeamos de algún pie y en algún momento habrá circunstancias o diálogos que nos resulten familiares. Grietas y heridas tenemos todos, las diferencias son de grado». La dirección y adaptación de Natalia Menéndez respeta «al cien por cien» el espíritu de la obra, la única licencia que se ha permitido es suprimir «determinados americanismos, propios de Uruguay, que aquí no se entenderían». En todo lo demás, el desvarío y la vorágine se mantienen intactos. «Es una comedia sucia que te desafía. Da que pensar. Tiene un mensaje con distintas capas».

La estrategia acumulativa es una baza que juega Gabriel Calderón con habilidad. También lo hacía en 'Historia de un jabalí (algo de Ricardo)', que le reportó a Joan Carreras el Max a mejor actor en 2021. En esa pieza de madurez apostaba por el teatro dentro del teatro con motivo del personaje de Ricardo III y el actor que lo encarnaba. Hay distintos niveles de significado y en 'Uz: el pueblo' sucede algo parecido. En esta obra de juventud todo empieza en un hogar apacible, lejos de todo y en un entorno idílico. Hasta que salta la chispa y la casa de la pradera se va al garete. El salvajismo saldrá a la luz, un pozo sin fondo que alimenta a una familia de traca.