Era un día fantástico para quemar kilómetros en el sillín o jugar al fútbol. Sin más objetivo que el placer de hacerlo y mantener la disciplina. Lo realmente importante es no parar y creer en lo que se hace. Las metas llegan por sí mismas. ... De eso se habló mucho en la entrega de los Premios Sabino Arana, presidida por el lehendakari, Iñigo Urkullu, que se celebró en el Teatro Arriaga con alrededor de 700 socios y simpatizantes de la entidad jeltzale en los palcos y butacas de patio.
Publicidad
La gala en su 35º edición duró poco más de una hora, con pausas musicales a cargo de la soprano Haizea Muñoz y la arpista Ana Artetxe, que reforzaron el clima de homenaje a la tradición y confianza en el futuro. Todavía flotaban las sensaciones de 'Donostiako hiru damatxo', cuando salió Mireia Zarate, presidenta de la Fundación Sabino Arana, para remachar los fundamentos de la ceremonia: «Frente al concepto de 'modernidad líquida', nosotras y nosotros reivindicamos la 'modernidad sólida'. Sus atributos son comunidad, identidad colectiva, seguridad, contenidos y valores. Los cinco premios que entregamos son una perfecta demostración de 'modernidad sólida'».
Los galardonados, con edades comprendidas entre los 19 y 88 años, «han hecho país» lo mismo en las filas del grupo musical Oskarbi que en las excavaciones arqueológicas de Álava o criando ovejas en Estados Unidos. Y, por supuesto, también superando etapas en el ciclismo femenino profesional y marcando la estrategia ganadora del Athletic, gabarra en la ría incluida.
El arqueólogo vitoriano Armando Llanos, el más veterano de los premiados, que acudió con su mujer y dos hijos, habló con voz firme al echar la mirada atrás. «Durante una gran parte de mi vida, he recorrido nuestro suelo en la búsqueda de rastros y restos de nuestros antepasados», evocaba con orgullo pero también con humildad. Fue discípulo de José Miguel de Barandiarán, allá por 1957, y continúa siéndolo. En su trabajo hay que arrodillarse, inclinar la cabeza y hundir las manos en la tierra. Así le salen al encuentro los tesoros. Entre sus muchas excavaciones destacan las del poblado y necrópolis de La Hoya, en Laguardia, que nos retrotraen a la Edad de Bronce y Hierro (1.200-250 a. C).
Publicidad
Tiempos remotos en que los niños menores de cinco años se enterraban dentro de casa. Un descubrimiento cargado de humanidad. Como saber que Antton Valverde arropó en su día los versos de 'Izarren hautsa', de Xabier Lete, apoyándose en un fragmento de la ópera 'El caballero de la rosa', de Richard Strauss. No hay música que le sea ajena a un artista donostiarra de la talla de Valverde. En el escenario del Arriaga cantó más que habló. Su interpretación de 'Neguko gaba' marcó el punto álgido de la gala, con versos de Lauaxeta que se adentran en paisajes nevados y terminan al amor de la lumbre en el hogar paterno. «Es una poesía que funde naturaleza y tradición, igual que hacen los alrededores del monte Oiz», explicó sucintamente el artista.
Tras las palabras de Valverde no habría desentonado el Lied de 'Das Wandern' (Caminar), de Schubert, en traducción al euskera de Lete. En esa canción se recuerda que «las ruedas nunca reposan y jamás se cansan de girar». Algo que saben muy bien las deportistas del Laboral Kutxa-Fundación Euskadi. Es un equipo de categoría UCI Women 's Continental, segunda máxima categoría femenina del ciclismo en ruta a nivel mundial, y hace dos años se profesionalizó toda la plantilla. «Quiero dedicar el premio a las mujeres valientes que aprietan los dientes y luchan con todas sus fuerzas para lograr sus sueños», proclamó Joane Somarriba, la mejor ciclista vasca de todos los tiempos, que recogió el premio en calidad de embajadora del Laboral Kutxa-Fundación Euskadi.
Publicidad
Ganadora en tres ediciones del Tour de Francia, así como en dos del Giro de Italia y del Campeonato del Mundo Contrarreloj, el ejemplo de Somarriba despierta admiración sin necesidad de que hable. La ovación fue atronadora. Las tres ciclistas del Laboral Kutxa-Fundación Euskadi que la acompañaban (Naia Amondarain, Catalina Soto y Eneritz Vadillo) se sumaron al aplauso con la cabeza muy alta. Ellas y sus compañeras han tomado el testigo con los ojos puestos en el WorldTour. La carrera continúa.
Orgullo y tenacidad tampoco le faltan a la asociación Euskal Artzainak Ameriketan, puesta en marcha hace casi 20 años para mantener viva la memoria de los pastores vascos que emigraron a Estados Unidos «y han escrito con lágrimas, sudor y pundonor una página de la historia de este pueblo», subrayó Laura Igantzi, presidenta del colectivo, rodeada de pastores y sus familiares. Allí estaban, emocionados y muy unidos, en nombre de todos aquellos hombres que, con el apoyo incondicional de sus cónyuges, dejaron muy alto el pabellón fuera de Euskadi. Eran pastores que conocían su oficio y creían en ellos mismos. Sabían hacerse respetar.
Publicidad
El colofón del acto lo puso Javier Clemente, el entrenador que llevó al Athletic al máximo de sus capacidades. Hace 40 años todo parecía posible: dos Ligas, una Copa del Rey y una Supercopa. «La mitad del premio pertenece a los jugadores. Trabajaron, sudaron y sufrieron. Yo estaba sentado fumando un cigarro...», bromeó el rubio de Barakaldo con una media sonrisa, mientras acomodaba el micrófono en el atril. A semana y media del partido de ida con el Atlético de Madrid, el público le vitoreó y se conjuró el espíritu ganador de las temporadas de ensueño, cuando los títulos siempre estaban al alcance de las botas. «Siempre me he metido en todos los charcos. Desde pequeño, que no desde que era bajo, he dicho lo que pensaba. Hay que discutir, debatir, convencer y luchar...». En el auditorio no se oía ni una tos, al sentir que empezaba a coger carrerilla: «En 1984, un día me preguntaron en un programa de televisión como era posible que, tanto en la Real Sociedad y el Athletic, hubiéramos sido campeones de España contra internacionales y con menos dinero. Fue una machada, jeje, les dije que los vascos somos distintos».
Una salva de aplausos le interrumpió pero Clemente siguió: «Mucha gente me malinterpretó. Yo no quise decir que fuéramos mejores. Somos distintos en nuestras costumbres, en nuestra historia y en nuestro respeto a los demás. Lo veo con este premio, que no es solo por el fútbol. Me gustaría que los que vienen detrás siguieran el ejemplo que acabo de ver en todos los galardonados. Somos un pueblo con historia, gente fantástica, mucho espíritu y respeto a los demás. Ese es nuestro futuro». La gala terminó con todos los premiados en el escenario y gran parte del público en pie.
Accede todo un mes por solo 0,99€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.