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La alfombra roja del Gran Hotel Miramar no medía los 100 metros de otros años sino veinte. Pero esos veinte metros lisos dieron lugar a una singular carrera entre lo real y lo virtual, la presencia física y el plasma… Y el Goya de ... honor ahí debería habérselo llevado Rajoy, que en eso fue un pionero. Elena Sánchez y Carlos del Amor charlaban con naturalidad con seres en dos dimensiones… Si algo nos ha enseñado la pandemia es a conversar con pantallas. En carne y hueso, los anfitriones: María Casado, de negro asimétrico y Antonio Banderas (de esmoquin y suéter negro de cuello en pico). El actor anunció que vendrán tiempos mejores... Y, hombre, salvo guerra mundial, meteorito o invasión extraterrestre, cuesta imaginarlos peores. También pisaron alfombra Aitana con vestido trikini, Vanesa Martín en pijama de brillos, Jon Kortajarena con el traje 'suplente' de Tom Ford, porque el titular «nunca llegó», Paz Vega de geométrica pedrería, una locuela y gesticulante Marisa Paredes («me divierto»), María Barranco, Hiba Abouk, con un modelazo de Gianbattista Valli más difícil de defender que el excomisario Villarejo... Y una elegante Ángela Molina: «Voy a preguntar a mis compañeros cómo quieren que acaricie el Goya por ellos». Y luego estaba el nutrido equipo del plasma... Unos en sus casas y otros desde hoteles. Mario Casas, fiel a su apellido, recibió en su domicilio con un look capilar muy a lo Clark Gable. Patricia López Arnáiz y Jone Laspiur, en un hotel rural de Burgos. «Con la chimenea encendida», avisó Patricia, gran actriz y probablemente la mujer que más palabras es capaz de pronunciar en veinte segundos (en euskera y castellano). A Alejandro Sanz se le vio el poderío: recibió en su sala de cine privada. Pero vestido con una chaqueta granate como de acomodador… Verónica Echegui también recibió en su casa que está «donde Cristo perdió el mechero». Fue la noche de las mascarillas negras. Y a falta de una Victoria Abril que le hiciera un striptease integral a la corrección política, compareció Najwa Nimri con un provocativo cubrebocas translúcido. Pero la que mejor describió el panorama fue Belén Cuesta al exclamar: «¡Qué raro todo!».
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