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En la Vasconia antigua hubo tres importantes ciudades en época del Imperio Romano, hace 1.500 años. Fueron las tres 'iruñas': Pompaelo (Pamplona), Oiasso (Irún) y Veleia. De todas, la alavesa, ubicada en una colina entre Víllodas y Trespuentes, a tan sólo diez ... kilómetros de Vitoria, es la que «cuantitativa y cualitativamente más potencial» arqueológico encierra. La explicación es simple: «Es la única sobre la que no se ha construido nada y sus restos están mejor conservados», detalla Javier Fernández Bordegaray, jefe de Arqueología de la Diputación foral de Álava. Sin embargo, lo excavado es apenas un grano de arena en este 'desierto verde' a orillas del Zadorra.
En su máximo esplendor, en los primeros siglos de nuestra era, llegó a abarcar 125 hectáreas, con centenares de domus o viviendas y edificios públicos como templos, termas, mercados, teatros. En este desarrollo influyó su estratégica ubicación en un alto en medio de la vía comercial Iter XXXIV, que enlazaba Astorga con Burdeos. Y, sin embargo, esto se va descubriendo a cuentagotas. No está excavado ni un 5%. Esta es la historia de un yacimiento que se muestra al público cual punta de iceberg. El fiasco de los grafitos que hace más de diez años iban a cambiar la historia de la cristianización y los orígenes del euskera y por cuya presunta falsificación serán juzgados el próximo febrero Eliseo Gil y otros dos colaboradores, parece haberlo cubierto de una pátina de desmemoria. Sin embargo, pese al escándalo, sigue dando sorpresas. Se ha reconstruido parte del gran mercado o macelum que estuvo en auge en época de Nerón, se ha identificado un tramo de la calzada romana que llegaba hasta Burdigala (Burdeos) y se han reforzado las murallas del oppidum.
Veleia ya era un importante asentamiento de población indígena (caristios) mucho antes de que llegasen los romanos. Durante los siglos I y II de nuestra era, los autóctonos convivieron con los romanos durante lo que se denomina época Flavia, la de máximo apogeo del Imperio Romano en Hispania. Son los años de las grandes construcciones civiles, de las grandes rutas del comercio, de los cambios la manera de comer y beber, de nuevos dioses y religiones, del desarrollo del conocimiento, del origen de la organización municipal... «Se vivió una globalización a nivel europeo», defiende Bordegaray. Iruña-Veleia bullía y se calcula que pudo tener hasta 5.000 habitantes, algunos con grandes fortunas, organizados en una sociedad compleja.
De repente, en el siglo III todo cambia. Se construye una muralla con torres de vigilancia y la ciudad, ahora oppidum, se repliega. Pasa a ocupar 11 hectáreas y se abandonan los edificios extramuros. Comienza la decadencia del Imperio y hacia el siglo V, la ciudad se esfuma. Se tiene constancia de que hubo alguna chabola en el siglo VI junto a la muralla y se han catalogado restos de una granja-priorato de la orden de San Juan de Jerusalén, Rodas y Malta del siglo XIV. Pero poco más. A partir de ahí, la vieja Iruña-Veleia fue básicamente una gran suministradora de piedras para iglesias y casas y de mármoles para hacer cal.
Pero queda aún mucho pasado enterrado ahí del que ya se tienen testimonios de Plinio el Viejo y Ptolomeo y referencias en un manuscrito del siglo XVI. Las primeras excavaciones se hicieron en 1900, cuando el religioso Jaime de Verástegui descubrió lo que él creía un gran depósito de agua y que resultó ser un templo. Medio siglo antes había aparecido la Dama de Iruña, una escultura en mármol blanco de gran calidad y sin cabeza. Entre 1949-1954, Gratiniano Nieto emprendió la excavación de varios sectores, incluido el que alberga las dos grandes domus o casas, la de Pompeia Valentina y la conocida por su mosaico de los rosetones. Halló cerámicas y otros objetos, 'limpió' el este de la muralla con ayuda de un regimiento de soldados de Araca y tuvo constancia de la existencia de la escultura de un torso con coraza y manto hallada en Iruña pero en manos privadas. Nieto también halló la famosa Estela del Jinete, una obra singular de la plástica prerromana peninsular, que se había reciclado como material de refuerzo de una muralla que tiene 1,2 kilómetros de perímetro, que alcanza los doce metros de altura y los cinco de grosor y que tuvo varias torres defensivas.
En 1975 Juan Carlos Elorza Guinea desarrolla otra pequeña investigación. Después pasaron casi veinte años de inactividad en el yacimiento hasta que Eliseo Gil, un conocido arqueólogo vitoriano especializado en protohistoria y la etapa de dominio romano, logra permiso de la Diputación para dirigir varias campañas. Más tarde creó la empresa Lurmen y en 2001 obtuvo financiación de Euskotren. Al margen del escándalo que supuso el hallazgo en 2006 de unas óstracas o cerámicas con inscripciones que una comisión de expertos de la UPV consideró falsas, fue su equipo el que amplió la excavación iniciada por Nieto alrededor de las dos lujosas domus del yacimiento, las estrellas del recinto, por sus mosaicos, sus patios, sus pozos o aljibes y sus numerosas estancias.
Tras apartar a Gil del yacimiento, en 2010 la Diputación encarga a la UPV la dirección de las nuevas excavaciones. Con un presupuesto de 160.000 euros al año y aportaciones extras del Gobierno vasco, de la mano de Julio Núñez se descubre extramuros uno de los mayores macellum o mercados romanos. Hasta su mismísima puerta llegaba la Iter XXXIV, una de la rutas comerciales más potentes de la época. Aparecen pesas, monedas, cuchillos, un tholos o pozo circular para peces, un pequeño altar, un exvoto o restos de paredes de mármol, entre otros hallazgos. De manera paralela, se consolida la muralla y durante los trabajos de 2012 encuentran un ara de piedra con el nombre de Veleia. No es la única inscripción que incluye con nombres de siervos, militares, dioses, emperadores, patricios u otros altos cargos de la época. Hay varias a partir de las cuales los historiadores tratan de saber más sobre aquellos vascorromanos.
Las piezas más importantes se exhiben en el Museo de Arqueología de Vitoria Bibat. Los edificios civiles y religiosos, las villas lujosas, así como restos de calles, cisternas, la Iter XXXIV, auténtica autopista de la época, y el macellum pueden verse en un recorrido de apenas una hora que ofrece todo un paseo por la Vasconia de la época romana. Y eso que la mayor parte de la ciudad están aún enterrada.
5.000 habitantes pudo llegar a tener Iruña-Veleia en los siglos I y II de nuestra era, en pleno apogeo del Imperio Romano en Hispania. La ciudad ocupaba entonces 126 hectáreas, diez veces más que el actual recinto amurallado u oppidum.
Primeros hallazgos Además de la gruesa muralla, visible desde el aire, pronto aparecieron restos de fustes de columnas, inscripciones, un capitel de estilo corintio, vasijas y otros utensilios, restos de animales y otros alimentos o piezas de juegos. Destacan la Estela del Jinete (Bibat), de la Edad del Hierro , la Dama de Iruña (Bibat) o el Torso Thoracato (expuesto en otro museo).
Edificios Están excavadas algunas de las principales estancias de dos lujosas domus o viviendas de la época con sus correspondientes mosaicos. También se ha reconstruido parte del macellum o mercado y de un edificio civil que hacía las veces de templo y lugar de administración. Hay además restos de calles y cisternas y de chabolas tardorromanas y de la Iter XXXIV, la autopista de época romana que enlazaba Astorga con Burdeos.
Lo que queda Se cree que hay restos de unas termas junto al río y numerosas edificaciones más. Además hubo una granja del priorato de la Orden de Malta.
Extensión Llegó a ocupar 126 hectáreas en los siglosI y II de las que se ha excavado una ínfima parte
Diputación Destina 160.000 eurosal año al yacimiento, centrado ahora en consolidar el baluarte
En Iruña-Veleia no hay colas para entrar ni listas de espera, pero su popularidad, que cayó en picado hace diez años, va poco a poco recomponiéndose. El pasado año por sus calles se pasearon 3.308 visitantes, incluidos profesores de universidad. En lo que va de ejercicio ya han fotografiado el mosaico de los rosetones 2.500 personas. El yacimiento -está abierto de martes a domingo y ofrece visitas guiadas gratuitas mediante reserva (618539353)- está entre las prioridades de la nueva diputada de Cultura y Deporte, Ana del Val.
«Iruña-Veleia constituye un yacimiento de interés y potencial excepcional para entender la historia antigua de Álava y del conjunto del País Vasco», asegura Del Val. Más allá de poner en valor el recinto y divulgar su importancia, mantendrá las investigaciones arqueológicas. Para ello deberá redactar un nuevo plan director, ya que el actual se agota el año que viene. Además trabaja junto con Turismo para que sea «un elemento tractor» de visitas dentro de la Cuadrilla de Añana, con el diseño de rutas nuevas que lo incluyan junto al Valle Salado, el Jardín Botánico de Santa Catalina o la Torre de los Varona.
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