«Cada poema del 'Romancero gitano' es el tema perfecto para una obra de teatro»

– ¿Qué significa Lorca en su vida?

– Le debo tantísimo... es un puntal en mi carrera. Siendo una niña, mi padre apareció con un libro de poemas que le habían prestado y estuvo toda la noche copiándolos, cosa que le costaba mucho porque había ido poquísimo al colegio. Ese libro que le pasaron a escondidas como si fuera una bomba era el 'Romancero Gitano'. Empecé con el 'Romance de la luna luna' y lo fui recitando. Te tengo que decir que todavía me saca de apuros ese poema cuando aparece algo inesperado.

– ¿Por qué nos gusta tanto escuchar poesía? Produce un efecto diferente a la lectura en solitario.

– No es igual con todos los poetas. Con algunos es arduo encontrar esa verdad última, por qué sintió la necesidad de escribir eso, y hay otros en los que esa verdad aflora y sale del texto, llega a ti y te comunicas con él a la primera. Es el caso de Lorca y de Alberti, otros son más misteriosos. Con Lorca puedes estar como estés, aparece su poesía y tu mundo cambia, te metes dentro del poema. No yo que soy actriz y es mi obligación, a los lectores y a los críticos les ocurre lo mismo.

– Más que recitar, interpreta.

– Por supuesto. Cuando leía el 'Romancero gitano' pensaba que cada uno de los poemas era el tema perfecto para una obra de teatro. Estaban ahí los personajes, el antagonista, la persona que atraviesa una situación sin comprenderla. En el 'Romance sonámbulo' hay al menos tres personas, 'Tamar y Amnón'...

– El 'Romancero gitano' se ha definido como un mapa de la Andalucía que no se ve.

– Él lo que buscaba era ese sentimiento como de exclusión y dolor que tiene el mundo gitano. Incluso me atrevería a decir, y que nadie se ofenda, el mundo andaluz. Yo creo que eso le martirizaba. Hay un momento en el que hablando de un personaje oscuro dice: ángel de la muerte, que guardas las puertas de Andalucía. ¡Es tan hermoso! ¡Qué suerte tener esas palabras en la boca!

– Ahora que tenemos la memoria histórica a flor de piel, ¿sigue pensando que es mejor dejar de buscar los restos de Lorca?

– Yo siempre he pensado –y lo repito ahora que se ha cumplido una de las muchas cosas que se tenían que hacer con la memoria histórica– que si mi padre hubiera muerto en la guerra y estuvieran sus restos por ahí creo que no podría dormir hasta encontrar algo, aunque fuera el polvo. Pero si mi padre fuera Lorca, no querría que lo buscasen. No querría las cámaras ni los titulares, nada de eso. Él está ahí purificando todo lo que está bajo tierra.

– Vuelve a trabajar con Lluís Pasqual después de compartir varios proyectos. Creo que fue su gran amigo Terenci Moix quien los unió.

– Así es. Yo quería hacer la 'Fedra' que escribió Salvador Espriu para mí, me falló un plan y lo comenté muy preocupada con Terenci, que ha sido mi amigo con mayúsculas. Me dijo: «Yo sé quien lo puede hacer, vamos al Teatre Lliure». Vi 'Leoncio y Lena' y me enamoré, quise conocer al director. Vino un chiquito que aparentaba 16 años y pensé que me estaban gastando una broma. Lluís también cuenta lo nervioso que se puso. Se asustó porque había dirigido poco, pero de ahí nació un cariño enorme.

– Hace años que vive en Madrid, pero ¿qué le transmiten familiares y amigos de la crisis catalana?

– Tengo muchos amigos en Cataluña que piensan de distintas maneras y va a ser complicado, pero nos seguimos queriendo y lo que hacemos es respetarnos muchísimo. Aquí ha faltado mucho respeto por las dos partes, un amigo cuando le pregunté cómo estaba me dijo: ya nadie sabe quién es. El conflicto se resolverá porque no puede no resolverse, de una manera o de otra. Todos nos adaptaremos y la vida seguirá. Comprendo que tengan un sentimiento que mi madre tenía, un amor exacerbado por el sitio donde has nacido. Pero yo no soy nacionalista, ni españolista, ni francesista, ni inglesista, ni catalanista, ni nada.

– El domingo estará en Bilbao. ¿Ha votado por correo o está harta?

– Ya he votado. Tantos años peleando para tenerlo... sería ridículo pensar ahora que no sirve para nada. Animo a todo el mundo a que dedique tres minutos de reloj a pensar en lo que significa una votación. No importa lo cansado que estés, no importa la tontería que alguien dijo ayer en televisión. Mucha gente ha muerto por un voto en el mundo, mucha gente muere todos los días por un voto, y nosotros que hemos luchado para tenerlo, ¿cómo vas a decir: pues a mí no me acaban de gustar? No, no.

«Nos iban prohibiendo la obra por etapas, con muchos actores contratados y construyendo el decorado más difícil que hemos tenido. Mi marido y yo lo pasamos muy mal. Nunca era 'usted no puede hacer esto', sino 'usted no puede hacer esto hoy'. Diez meses dramáticos en 'stand-by'».

«Parecía una locura, yo no hablaba inglés y nunca había dirigido, pero querían a alguien que conociera el mundo de Lorca. Con Glenda como protagonista, las mejores actrices querían estar allí y tuve un reparto que nunca podrá ser igualado. ¡Soy tan feliz de haberlo hecho!».

«Con Federico ocurre una cosa que pasa con muy pocos poetas, aguanta las traducciones. Me acuerdo de que cuando dimos la vuelta al mundo con 'Doña Rosita...' había traducciones simultáneas y yo sufría como una madre porque pensaba ¿qué entenderán de esto?, ¿les parecerá cursi hablar de la rosa que se deshoja al atardecer?, ¿qué pasará con todo eso que es lo más bello que se ha dicho nunca? Pues pasaba, los públicos se emocionaban, lloraban, aplaudían con toda su alma».