En el gran atrio, la estatua de Ramsés II saluda al visitante. Fue trasladada erecta desde El Cairo en una operación espectacular. M. EZZEDDINE

En la pirámide de Tutankamón

Una visita al Gran Museo Egipcio, la obra faraónica que exhibirá este mismo año el tesoro del rey niño

Viernes, 1 de junio 2018, 02:26

Levantar la gran pirámide de Keops, que fue el edificio más alto de la Tierra durante 3.800 años, costó dos décadas de trabajo a un ejército de cien mil hombres, según relata Herodoto. Separada por cuatro milenios pero por apenas tres kilómetros de distancia ... física, otra obra faraónica va tomando forma. Aunque no pretende restar grandeza a la única de las siete maravillas de la antigüedad que se mantiene en pie, puede competir en cifras: entre tres mil y cuatro mil obreros han trabajado en el desierto durante quince años, y todavía lo hacen, para erigir un inmenso complejo que se extiende a lo largo de medio millón de metros cuadrados, la extensión de sesenta campos de fútbol. Cuando lo concluyan, el Gran Museo Egipcio albergará los fabulosos tesoros que permanecieron escondidos de toda mirada durante milenios en las entrañas de los gigantes de piedra.

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«Va a ser el mayor museo del mundo: el más avanzado en diseño, el más grande en espacio expositivo, el de contenido más espectacular, el mejor situado, ante las pirámides...». Mohamed Ezzeddine, dueño de la agencia de viajes Byblos Tours, no puede ocultar el entusiasmo. Gracias a sus contactos en el país, labrados a lo largo de cuarenta años de pasión por la egiptología, ha conseguido que por primera vez un grupo de españoles acceda a las obras en construcción y visite sus galerías -por el momento vacías-, dependencias y salas de restauración.

En el imponente atrio desde donde dos grúas tejen a ganchillo el cerramiento superior, la colosal estatua de Ramsés II, de 3.200 años de antigüedad, 83 toneladas de peso y 12 metros de altura, saluda al visitante. El efecto es espectacular. Hombres y vehículos se apresuran empequeñecidos como hormigas por el mastodóntico edificio, con forma de triángulo biselado y forrado con un muro translúcido de calcita, el alabastro egipcio. El diseño del estudio irlandés Heneghan Peng se inspira en las cercanas pirámides sin hacerles sombra, a base de planos y texturas que se intersectan, evitando los ángulos rectos y las columnas y creando espacios de gran complejidad.

Percances y retrasos

Infinidad de vicisitudes han jalonado la construcción del museo, retrasándola considerablemente. Aunque su inauguración estaba prevista para 2013, la complejidad técnica de los trabajos, los inevitables lastres burocráticos, la revolución de Tahir en 2011 impulsada por la Primavera Árabe y el golpe militar dos años más tarde, sumados a una crisis económica que devaluó fuertemente la libra egipcia, provocaron sucesivas demoras. De forma paralela, su presupuesto se disparaba desde los 550 millones de dólares originariamente consignados a bastante más del doble. Pero no importa. La presencia militar en los alrededores deja bien a las claras que se trata de un proyecto estratégico para un país que necesita desesperadamente atraer de nuevo al turismo ahuyentado por la inestabilidad política y el terrorismo yihadista. Y al mismo tiempo, disponer del mejor escaparate para su mayor tesoro y orgullo.

Digno del faraón

  • El tesoro de Tutankamón El tesoro del faraón niño, que reinó hace más de 3.300 años, jamás se había mostrado al público en su totalidad. La apertura de la primera fase del museo permitirá exhibir las 6.320 piezas catalogadas. La momia de Tutankamón permanecerá en su tumba, en el Valle de los Reyes.

  • 93.000 metros cuadrados de espacio expositivo tendrá el Gran Museo Egipcio cuando se inaugure. Estará dividido en tres grandes galerías. Tendrá también talleres de restauración, almacenes, cines, centros de conferencias, un parque botánico...

  • La colección Cerca de cien mil piezas albergará el Gran Museo Egipcio, que sustituye al de El Cairo, que se había quedado pequeño y anticuado. La mitad de ellas no habían sido exhibidas hasta el momento.

  • 2013 era el año previsto para la apertura del museo, pero la inestabilidad política y la crisis económica retrasaron esta fecha. En diciembre se abrirá la primera fase, y en dos o tres años el resto. Las autoridades confían en que suponga un revulsivo para la recuperación del turismo, y esperan que el museo reciba cinco millones de visitantes al año.

Pese a todos estos percances, este mismo año se abrirá por fin la primera fase, dedicada al mítico Tutankamón. Por primera vez desde que Howard Carter accedió a su tumba en 1922, su tesoro se mostrará en su totalidad. El faraón niño tendrá aquí la pirámide que nunca se erigió en su honor -una pirámide deconstruida, como mandan los tiempos-, y su memoria perdurará en las 6.320 piezas exhibidas, el doble de las que guardaba el viejo y saturado Museo Egipcio de la plaza de Tahrir de El Cairo, al que éste sustituye. Armas, tallas, joyas, vestuario, ajuar funerario, momias... ocupan ya los almacenes, a la espera de su ubicación definitiva.

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De arriba a abajo y de izquierda a derecha. Una restauradora trabaja en la cama de embalsamamiento del faraón. El trono de Tutankamón, que reinó en Egipto entre el 1333 y el 1323 a.C. Estudio en detalle de un sarcófago policromado.

En la gran sala de restauración, hombres y mujeres se afanan ante obras de belleza deslumbrante: una cama de embalsamamiento escoltada por leones dorados, el carro de batalla del faraón, sarcófagos de madera policromada... Será el mayor centro de conservación y restauración del mundo, con 19 laboratorios en los que 120 expertos investigarán y cuidarán un tesoro de valor incalculable.

Cuando a la apertura de la zona dedicada a Tutankamón le siga la del resto del museo, dos o tres años más tarde, el área expositiva se ampliará hasta los 93.000 metros cuadrados, repartidos en tres grandes galerías de paredes acristaladas con vistas a las pirámides. El museo expondrá 100.000 piezas, la mitad de ellas jamás exhibidas anteriormente, y espera recibir unos 5 millones de visitantes cada año.

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Según desvela el ministro de Antigüedades, Khaled Anari, el complejo conectará con la zona de las pirámides mediante una gran avenida y un paseo peatonal y contará con un jardín botánico del Antiguo Egipto. Además, tendrá un centro de estudios abierto a arqueólogos de todo el mundo, donde se aplicarán las técnicas más sofisticadas; centros de conferencias, salas de cine, tiendas, diversos restaurantes a cargo de famosos chefs...

«Es la obra cultural más grande que se ha construido en los últimos dos siglos, y está dedicada a la historia de la civilización más avanzada de su tiempo», señala a este periódico Zahi Hawas, el célebre egiptólogo que, como ministro de Antigüedades durante el mandato de Hosni Mubarak, fue el gran impulsor del proyecto. «No tiene parangón a nivel mundial. Demuestra el gran interés del pueblo egipcio por preservar su historia y sus antigüedades, que son patrimonio de toda la Humanidad. Es un sueño. Me siento orgulloso y feliz y he cumplido el mayor deseo de mi carrera como arqueólogo».

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