La persistencia del pirateo

La cultura de la piratería sigue viva en España, por mucho que en el último año el consumo ilegal de contenidos digitales haya caído el 7%. Ciertamente la pandemia y su confinamiento han impulsado unos nuevos hábitos de consumo legal de contenidos culturales y de ... entretenimiento, especialmente en lo que se refiere a las plataformas digitales para televisión y cine o mediante el streaming para la música. Todo esto ha ido impulsando un modelo de pago como alternativa al sempiterno «todo gratis». Pero el pirateo sigue existiendo en todos los ámbitos culturales de la Red, con especial incidencia en algunos sectores. Véase que mientras en el caso de la música, las películas y las series su consumo ilegal se ha reducido al 26%, al 27% y al 22%, respectivamente, en el caso de los periódicos y las revistas su pirateo se ha incrementado; y en el de los libros se ha mantenido en los mismos niveles que el año anterior. En otras palabras, la cultura de la piratería está lejos de desaparecer en España, al menos mientras no cambie la educación y el escaso respeto social por los derechos de autor y la propiedad intelectual, mientras no exista una acción decidida y concertada entre creadores y operadores y mientras nuestro ordenamiento jurídico no prevea una tutela judicial más eficaz contra un hábito que a la postre no es otra cosa que un delito. Un delito que encima genera un grave daño económico en toda la cadena de valor del sector cultural, agudizando incluso las devastadoras consecuencias que la pandemia ha ocasionado entre los creadores y los trabajadores de la cultura. Las cifras a este respecto no ofrecen duda: el valor total de los contenidos consumidos de forma ilícita asciende a 30.892 millones de euros, el perjuicio para el sector cultural alcanzó los 2.416 millones y sus efectos impidieron crear 130.000 puestos de trabajo. Veremos cómo incide en todo esto la creación de una Oficina de Derechos de Autor o la trasposición de una directiva europea sobre el tema, pero la persistente existencia del pirateo es inadmisible.

Moda

Mito Lagerfeld

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Eterno Lagerfeld. Ciertamente lo es, ya que su mito sigue alimentando la demanda de documentales y biografías que aclaren las numerosas ficciones de las que se rodeó en vida. La última es la escrita por Marie Ottavi, publicada este mes en Francia (ed. Robert Laffont). La autora es la misma que profundizó en la semblanza del «gran amor» de Lagerfeld, Jacques de Bascher, con lo cual el relato de las pasiones y los enconos surgidos por la relación de este último con Yves Saint-Laurent tiene mucha sustancia. Al incluir numerosos testimonios de amigos y rivales, el libro también da cuenta de su enorme importancia en la moda de las últimas décadas o de su ascenso como icono de la cultura pop, aunque no consigue aclarar buena parte de la autoficción construida por el estilista. Basten dos pequeñas dudas para ilustrar lo anterior: ¿Será cierto que tras pasar por Balmain rechazó trabajar con Cristóbal Balenciaga porque le parecía poco moderno? ¿Será verdad que fue amenazado por la izquierda abertzale cuando quiso que Tadao Ando le construyera un pabellón en Ville Elhorria, su casa de Biarritz?

Televisiones públicas

El realismo mágico de EiTB

Para definir el presente de EiTB se podría aludir de forma inversa a ese concepto de lo real-maravilloso, con el que la novelística de García Márquez trascendía lo real y cotidiano. En este caso sería algo así como la gestión de un ente público donde lo imaginado sucumbe ante la realidad. Lo digo por ese nuevo galope de un presupuesto para 2022 que no se aprueba en su consejo de administración, que se incorpora a los presupuestos del ejecutivo vasco y que ya anticipa, la realidad manda, su segura validación parlamentaria. La ficción no era otra que la existencia de un consejo de administración tan independiente y plenipotenciario en su gobierno, como soberano en sus decisiones. Sí, pero su realidad tampoco es otra que un sistema de mayoría cualificada que somete el ente público al control y al manejo político y partidista. Pues eso, puro realismo y nada mágico.