Torrencial

Mileva, casi dos décadas mujer de su joven colega Einstein, hasta el divorcio, coja a causa de una artritis congénita, tuvo que ocuparse de dos hijos, sufrió penurias y falleció con 72 años sin reconocimiento aunque unas cartas entre Mileva y Albert, la época más fértil del Nobel, acreditan su colaboración.

El espectáculo de la compañía Teatro Defondo muestra en algo más de cien minutos la enmarañada vida de ambos. Los tropiezos en los estudios, la oposición familiar al matrimonio de Albert, el avispero de la carrera académica, el misterio de una primera hija, viajes, ausencias, el divorcio, éxitos, los adelantos, el hijo esquizofrénico y los avatares políticos y bélicos de la primera mitad del XX. La exposición de tan agitada época doméstica y social se hace como en viñetas marcadas por leves cambios simbólicos en el espacio o en los objetos. Si el dibujo es hábil, y resalta la figura de Mileva, el relato se convierte en vertiginosa historia cotidiana y colectiva.

La solución escénica es esforzada, extenuante hasta para el público, con cambios, esquematizaciones, saltos temporales, y el gran relieve para la Mileva bordada por Esperanza García-Maroto, convincente, dúctil, que marca el paso del tiempo y las ilusiones y decepciones de su trato con el despeinado Einstein de Gustavo Galindo, genial, judío errante pero amo de casa, capaz de sacar la lengua en las fotos.

Ilustrativa.