Piezsa en bronce de Benin, expuestas en Alemania. reuters

Países Bajos inicia la devolución de las obras expoliadas en las antiguas colonias

Anuncia su propósito de expurgar las Colecciones Reales de piezas procedentes del pillaje cometido en el siglo XIX en sus posesiones

Sábado, 31 de diciembre 2022, 00:57

África ha perdido su memoria. El patrimonio artístico y etnográfico de la región subsahariana ha desaparecido prácticamente. El pillaje llevado a cabo por las potencias coloniales también afectó a Asia y América, si bien el grado de depredación no es comparable. La reacción de los ... afectados ha comenzado. El Gobierno de Países Bajos ha anunciado su propósito de expurgar las Colecciones Reales de piezas procedentes de sus antiguas posesiones en Surinam, Caribe e Indonesia. El precedente podría afectar a museos de Bélgica, Francia, Gran Bretaña, Alemania e, incluso, España.

Publicidad

La decisión neerlandesa no es generosa, sino el fruto de presiones judiciales. Las posesiones bajo la titularidad de los reyes de Holanda, Guillermo y Máxima, se hallaban ya en entredicho. Hace tan sólo dos meses, Yakarta solicitó la entrega de parte del botín que se llevaron consigo los administradores holandeses. El tesoro de Lombok, formado por oro, plata y piedras preciosas, y una colección de 40.000 fósiles, destacan en el conjunto de reclamaciones.

Guillermo y Máxima han ordenado una revisión de sus propiedades con el fin de devolver posibles bienes producto del pillaje en sus antiguas colonias, en una investigación dirigida por un experto en el expolio de los nazis. El gesto más llamativo es la renuncia de la casa real a utilizar la carroza dorada -fabricada con pan de oro de las minas de Surinam- y decorada con motivos colonialistas.

El botín

Yakarta pide a Holanda la entrega del tesoro de Lombok, formado por oro, plata y 40.000 fósiles

Los Bronces de Benín son, posiblemente, el mejor ejemplo de ese proceso de reivindicación, que remite a la segunda mitad del siglo tras los procesos de independencia. En 1897 el Ejército inglés destruyó y saqueó la capital de este reino, situado en la actual costa nigeriana. Los oficiales se llevaron del palacio real un millar de tallas fabricadas en dicha aleación, pero también en marfil, madera o cerámica, de una calidad tan sorprendente que acabó con el pretendido carácter rudimentario de las culturas africanas. Desgraciadamente, el conjunto se dispersó.

Publicidad

La devolución de este conjunto extraordinario ha constituido el ariete para posteriores demandas, todo un símbolo del deseo de repatriación, tal y como sucede con los mármoles del Partenón que ahora el Gobierno británico se aviene a negociar con Grecia. El Ejecutivo nigeriano ha obtenido victorias consecutivas en esa pretensión contra el British Museum, el Instituto Smithsoniano, la Universidad de Cambridge o el Museo Etnográfico de Berlín.

Un obelisco en Italia

Pero hay pruebas aún más espectaculares de esa rapacidad y de las dificultades para organizar el retorno. El Obelisco de Aksum, una pieza de 24 metros de altura fabricada en granito y decorada en todas sus caras, fue hallada por las tropas de Mussolini durante su invasión de Etiopía. El monumento había sido erigido en el siglo iV y derribado por un terremoto. Los ocupantes se lo llevaron a Roma como trofeo de guerra y levantado en la capital para conmemorar la marcha fascista sobre la capital.

Publicidad

El gobierno democrático surgido tras la Segunda Guerra Mundial se comprometió a devolverlo, pero Italia, sorprendentemente, ha tardado medio siglo en hacer efectiva su palabra. No es un hecho aislado. Los ejecutivos y las instituciones culturales se han resistido a la devolución con todo tipo de argumentos legales, ya sea en los casos de robo colonial o la rapiña nazi.

Londres y París están en el ojo de este huracán y Madrid se niega a restituir el Tesoro de los Quimbayas a Colombia, por ejemplo. Ahora bien, las responsabilidades resultan vergonzantes en el caso de Bruselas y alcanzan a la fortuna de su familia real. La Conferencia de Naciones cedió el Congo al soberano belga Leopoldo II, prototipo del político depredador. El único interés del conocido como 'rey genocida' era el enriquecimiento personal a toda costa. Su colección personal de arte africano es el germen del actual Museo Africano, institución dotada con fondos gigantescos que incluyen 180.000 objetos etnográficos.

Publicidad

El pillaje ha sido una consecuencia inevitable a lo largo de la historia y suponer que ese afán ha desaparecido resulta ingenuo. En el caso africano, los depredadores están alerta aún hoy. En 2011, cuando Costa de Marfil se sumió en una guerra civil, marchantes de todas partes y similar ética se acercaron a sus fronteras para traficar con los bienes del Museo Nacional de Abidyan, asolado y vaciado por los contendientes.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Accede todo un mes por solo 0,99€

Publicidad