La oportunidad de un nuevo museo para Bilbao

La bilbaína Idurre Alonso lleva veinte años trabajando en Estados Unidos como comisaria de exposiciones de arte latinoamericano. Hoy curadora asociada de las colecciones en el Getty Research Institute de Los Ángeles, celebra la posibilidad de que Bilbao tenga un museo de arte contemporáneo de Latinoamérica. «Sería un referente en Europa. Salvo las importantes colecciones del Reina Sofía en España y de la Tate en Londres, no existen instituciones culturales que se dediquen a ello. En Estados Unidos tienen una gran relevancia, por ejemplo, en el Moma y el Metropolitan de Nueva York, y una fuerte presencia en las universidades», advierte.

Alonso conoció en profundidad las obras de la filántropa y empresaria de origen cubano hace 13 años, cuando ejercía de curadora del Museum of Latin American Art en Long Beach, California. «Es una colección sumamente importante. Tiene a los artistas más influyentes de Latinoamérica de las últimas décadas y algunas de sus obras más significativas, especialmente en arte abstracto geométrico». En su opinión, el arte latinoamericano «es fundamental para entender hoy el mundo artístico, es parte ya del canon general».

Por eso le «sorprende» que España no le haya dedicado todavía un museo aprovechando el vínculo cultural y «el paso de importantes artistas» por el país. Para Euskadi, un centro de arte contemporáneo afianzaría además la conexión «emocional» con Latinoamérica, y «no sólo por el exilio y los indianos». De hecho, el proyecto barajado en Bilbao podría incluir un espacio para exponer el relato de la diáspora vasca.

Explorar «las influencias de un lado a otro del Atlántico» es uno de los aspectos más atractivos del proyecto, en opinión de la directora del Artium, Beatriz Herráez, que celebra «la pluralidad de contextos que enriquece y complejiza el arte contemporáneo. En Latinoamérica, además, hay muchos centros a su vez, es un continente en sí mismo». Recuerda que Jorge Oteiza vivió allí desde 1935 hasta 1948, «años fundamentales para entender su práctica artística». El subdirector del Museo Oteiza, Juan Pablo Huércanos, incide especialmente en su paso por Brasil, donde en 1957 ganó el gran premio internacional de escultura de la Bienal de Sao Paulo. «Conectó con el movimiento neoconcreto, una nueva abstracción, y le recibieron como un gran artista, precursor de las claves estéticas que ellos estaban avanzando. 'Brasil es para mí la memoria del porvenir', decía». Huércanos considera que «en las últimas décadas se ha puesto el foco en este ámbito de creación», en parte por el impulso de colecciones como la Fontanals-Cisneros.

En España el Reina Sofía es hoy la referencia en el arte contemporáneo de Latinoamérica. La conservadora brasileña Isabella Lenzi participó en la coordinación del episodio 5 de la nueva reordenación de museo madrileño, dedicado a dicho arte y denominado 'Los enemigos de la poesía: resistencias en América Latina'. «El arte contemporáneo de Latinoamérica no es un sucedáneo ni una continuidad con Europa y Estados Unidos. Es arte con personalidad propia. Aunque haya un contexto similar por la herencia colonial y una convergencia por los períodos de dictaduras y censuras -algo compartido con España y Portugal-, la diferencia es la clave», explica la experta, que reclama «descolonizar la mirada».

Lenzi considera que un museo con la colección Fontanals, «que es muy potente porque conviven distintas escuelas con artistas fundamentales de los años 70 y 80», daría a Bilbao un «protagonismo» superior en el circuito internacional y permitiría ampliar su oferta, de la que destaca la convivencia de experiencias de vanguardia como Bulegoa z/b con los estandartes del Guggenheim y el Bellas Artes. Una milla de oro del arte a escasa distancia de Zorrozaurre, la zona en expansión donde han puesto sus ojos los impulsores del proyecto y necesitada de hitos desde que Kutxabank renunció a construir la torre en el solar de 4.000 metros cuadrados que compró por 21 millones de euros en la entrada a la isla.

Pero no todos los profesionales consultados lo tienen tan claro. Aunque prosperase el museo en Zorrozaurre, que necesita un faro para iluminar semillas como As Fabrik, Digipen y Kunsthal, Ignacio Múgica, copropietario de la galería Carreras Múgica de Bilbao, plantea que es mejor volcarse en los recursos actuales. «La idea de un museo de arte latinoamericano puede estar muy bien, pero primero habría que consolidar lo que está en marcha. Dar el empujón definitivo al Artium, culminar la ampliación del Bellas Artes y confirmar el salto del Guggenheim a Urdaibai. Si no, nos arriesgamos a eso de 'el que mucho abarca, poco aprieta'». Como concepto, destaca la «excepcional calidad del arte latinoamericano» y su capacidad de «crear escuela», pero no es tan entusiasta con la colección de la empresaria.

José Martínez, responsable de la galería madrileña Espacio Mínimo, a la que la Fundación Cisneros Fontanals (CIFO) compra obra desde hace quince años, asegura que si finalmente la colección se instala en Bilbao «será importantísimo para España y para Europa. El arte latinoamericano se encuentra en uno de los mejores momentos, y no solo el más actual. Ahora mismo, las vanguardias históricas que antes se remitían a Europa y poco más no se pueden estudiar sin la vertiente latinoamericana», incide.

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Lourdes Fernández, fundadora de Artingenium y con la experiencia de haber dirigido ARCO y Azkuna Zentroa, destaca la apuesta de la colección Fontanals-Cisneros por autores emergentes -«cuando apoya a un artista, se implica a tope»- y cree que «sería una noticia estupenda» que se instalara en Bilbao. Los profesionales consultados coinciden en señalar dos claves en un proyecto de esta envergadura: la financiación y la fórmula jurídica que defina la propiedad y el control de la colección. Estos fueron los ejes de la negociación entre el Ministerio de Cultura y la empresaria para abrir una sede en Madrid, finalmente fallida en coincidencia con el cambio de Gobierno.

La diputada de Cultura, Lorea Bilbao, ha recalcado esta semana que las «prioridades» de su departamento son el Guggenheim de Urdaibai y las ampliaciones del Bellas Artes y el Museo Vasco, en unas declaraciones en las que confirmó la apertura de conversaciones entre la Diputación y Fontanals-Cisneros, aunque evitó concretar su alcance. Así como en Estados Unidos y otros países la mayoría de los museos se autofinancian gracias a patrocinios privados, en España hay fórmulas mixtas y los fondos aportados por las administraciones públicas constituyen un puntal. El museo que se baraja para Zorrozaurre reservaría espacio para almacén de otros centros culturales y colecciones, lo que le serviría de vía de ingresos.