Una de las obras de Dubuffet en la exposición del Guggenheim.
Exposición en el museo Guggenheim Bilbao

Dubuffet y la belleza de lo ordinario, en el Guggenheim

El museo expone la lucha del artista contra el academicismo y la idea del arte como algo transcendente

Jueves, 24 de febrero 2022, 13:49

Jean Dubuffet no llegó a terminar sus estudios de arte en la prestigiosa Académie Julian de París, donde entró en 1901, con 17 años. Aunque se relacionó con artistas de la vanguardia como Raoul Dufy, Juan Gris o Fernand Léger, pensaba que sus propuestas aún ... no se habían liberado del concepto de belleza sublimada, de la técnica y de una consideración del arte como algo superior y transcendente. ¿Cómo cambiar ese modelo para apreciar lo bello en lo natural y cotidiano?

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El Guggenheim responde a esa pregunta en su exposición 'Jean Dubuffet: Ferviente celebración'. Comienza con un extraño paisaje: en vez de los árboles, nubes y montañas, la tierra marrón que hay por debajo, con sus piedras y otros elementos. El artista puso al cuadro un título paradójico, 'La colina de las visiones', y el comisario de la muestra, David Max Horowitz, explicó por qué: «Es un desafío a la percepción y al concepto de paisaje bello y una metáfora del subsuelo de la memoria».

Las obras proceden en su mayoría del Guggenheim de Nueva York, con algunas aportaciones de la colección Peggy Guggenheim de Venecia. Dubuffet tuvo una estrecha relación con el museo neoyorquino que se concretó en varias exposiciones y un gran número de adquisiciones. En Bilbao, la trayectoria del artista protagonizó entre finales de 2003 y principios de 2004 la muestra 'La huella de una aventura'.

Materiales 'innobles'

Bajo el título de 'Jean Dubuffet. Ferviente celebración', la visión del artista que ahora presenta el Guggenheim es la del creador que celebra la vitalidad del arte surgido fuera de los cauces institucionales y realizado con materiales 'innobles', ajenos a la norma. Cal, arena y cemento empastados al óleo le permitieron «trabajar de una manera más física y provocar la alquimia entre los materiales», según Horowitz. En algunos momentos, las superficies de los cuadros se parecen a las de las fachadas de los edificios, otra invitación a descubrir la belleza oculta en lo cotidiano.

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Integró asimismo en el cuadro objetos encontrados como piedras, cuerdas y papel de aluminio. De esa serie de obras hay varios ejemplos en la exposición, patrocinada por BBK, entidad representada ayer por Nora Sarasola, directora de su Obra Social. Artistas posteriores como Anselm Kiefer y Miquel Barceló, e informalistas como Tàpies, han utilizado en su pintura procedimientos similares.

La trayectoria de Dubuffet despega cuando vende en 1947 el negocio de vinos heredado de su padre, al que había dedicado hasta entonces gran parte de su tiempo. Con el dinero de la venta, pudo dedicarse a su vocación.

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En los primeros años de la década de los cincuenta, subvirtió el modelo de belleza femenina con los trazos expresionistas de su serie 'Cuerpos de damas'. «Criticaba las idealizaciones del cuerpo y, con sus retratos, lanzaba el mensaje de que la gente es más bella de lo que cree», declaró el comisario.

Como «el artista no quería ser Dubuffet haciendo 'dubuffets'», añadió Horowitz, cambiaba de forma de trabajar para plantearse nuevos retos y buscar nuevos caminos. Así surgieron sus grabados, de los que se exponen 54 de una colección de más de 300, o la serie 'Hourloupe', fácilmente reconocible por sus tramas de celdas entrelazadas, con rayas paralelas de color rojo, azul y blanco.

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A través de sus figuras sucesivas y similares, nunca iguales, compone murales «expansivos», que podrían alargarse tanto como se quisiera sin perturbar la coherencia de la composición. En ellos se esconden algunas caras, colocadas como acicate para la percepción.

Una de estas obras es la titulada 'Coucou bazar', un «espectáculo visual», según David Max Horowitz, acompañado de una escultura con ruedas que puede moverse por delante de la pieza para reforzar su espectacularidad con el movimiento.

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El director general del Guggenheim, Juan Ignacio Vidarte, encuadró la muestra dentro de la renovación en 2014 del acuerdo con la casa matriz de Nueva York. En uno de sus apartados recoge la organización de una exposición cada dos años con obras de los fondos neoyorquinos. Entre otras, se ha celebrado la dedicada a la colección Tannhauser de arte impresionista y post-impresionistas, y la última sobre Kandinsky. La exposición de Jean Dubuffet constituye el segundo gran evento del año con el que la pinacoteca bilbaína celebrará su 25 aniversario, tras la inauguración de las obras maestras del Museo de Arte Contemporáneo de París, del fauvismo al surrealismo.





 

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