La noche que Leo Nucci cantó con Azkuna

«Vamos a cambiar completamente el repertorio», anunció el carismático artista tras hora y media de concierto. Empezó a cantar 'Non ti scordar di me' (No te olvides de mí), una napolitana muy conocida con la que Pavarotti terminaba a menudo sus recitales, y bajó al patio de butacas, a la localidad donde se sentaba Iñaki Azkuna. «Estoy ya cansado y necesito ayuda», le dijo mientras le acercaba un micrófono. Unieron sus voces y se fundieron en un abrazo, en medio de la ovación más sentida de una noche en la que nadie se cansaba de aplaudir. «Bilbao querido», deslizó Nucci en la letra de la canción al volver al escenario.

«Creo que en Bilbao no se ha aplaudido tanto una ópera como aquella vez. Fue una noche excepcional, muy emotiva», recuerda Juan Carlos Matellanes, el presidente de la ABAO, que en esa misma velada había entregado al alcalde la medalla de oro y brillantes de la entidad. Fue un reconocimiento a su apoyo incondicional a la ópera –era un socio veterano y prefería su localidad al palco– y «uno de los momentos más emocionantes» para el alcalde en la recta final de su vida, como recuerda Andoni Aldekoa, actual director del Euskalduna y el más estrecho colaborador de Azkuna durante quince años.

Aquella noche mágica, de las que crean vocaciones y aficiones, está ahora al alcance de todos. El concierto estará disponible desde hoy y durante varios días en la web de la ABAO y aquí, en la de EL CORREO. Forma parte del ciclo #AbaoEnCasa que se ha puesto en marcha durante el confinamiento y ya ha registrado más de 115.000 visitas. El programa todavía no se ha cerrado y reserva «una sorpresa» para el final.

Ahora tenemos la oportunidad de disfrutar del talento y la presencia escénica de un barítono en estado de gracia que esa misma temporada había logrado bisar todas las noches en las funciones de 'Rigoletto', toda una proeza. El pasado mes de febrero se despidió de los escenarios españoles dentro de su paulatina retirada. El concierto de 2014 es también un homenaje a Verdi y un pellizco a la memoria sentimental de la ciudad. Matellanes lo resume así: «Si no pudiste verlo en su día, no te lo pierdas. Y si estuviste, recuérdalo porque te vas a emocionar».