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Agradable en el trato, cercana y con un punto de timidez, Fuensanta Nieto (Madrid, 1957) es una de las arquitectas españolas con mayor proyección internacional ... gracias al éxito logrado en diferentes concursos públicos y a sus intervenciones en museos y centros culturales. Fundadora en 1985 del estudio Nieto Sobejano Arquitectos -junto con su marido Enrique Sobejano (Madrid, 1957)-, ahora reflexiona desde su despacho en Madrid sobre los retos y los dilemas que se plantean a la práctica de la arquitectura en un mundo atenazado por los cambios sociales, económicos y medioambientales.
- Hay una frase suya que llama la atención: «Primero el urbanismo, después el edificio».
- Son dos escalas distintas. En cada una hay que actuar de forma diferente. Para mí cada vez es más importante el urbanismo, porque hay que trabajar a la escala de la ciudad. No es que la arquitectura se quede en un segundo plano, sino que cuando trabajas lo primero es el espacio público. Si ese urbanismo no está bien concebido, el edificio tendrá carencias.
- ¿No se trata entonces de renegar de esa llamada arquitectura de autor?
- No, no es eso. Además, yo no creo en ese debate. Lo que hay es arquitectura buena o mala. Incluso puedes encontrar una arquitectura estupenda en edificios que ni siquiera tienen arquitecto. Y también hay buenos proyectos de autor que no funcionan, porque no están encajados en la ciudad.
- Renzo Piano dice que la arquitectura es un arte que pertenece a la gente y que solo tiene sentido cuando se intenta mejorar el mundo. ¿Qué le sugiere?
- Es una frase muy bonita, poética y posible. Yo creo que los arquitectos influimos mucho en la forma de vida y en que las personas que viven en los edificios sean más felices. Esto se ha puesto de manifiesto durante la pandemia. Lograr que la gente esté a gusto en sus propios espacios es algo fundamental.
- ¿Cree necesario evolucionar hacia ciudades más humanas?
- Es absolutamente necesario, aunque me imagino que se refiere a ciudades europeas. Pero la tendencia general es esa. En los últimos años han surgido nuevos requerimientos, incluso antes de la pandemia. Una de ellas es la digitalización, que es importantísima. También han cambiado la sociología y las formas de vida.
- ¿A qué se refiere?
- Pues, por ejemplo, a que el núcleo familiar tradicional, marido, mujer e hijos, es ya uno más entre otros. Ahora hay más. También la digitalización nos ha permitido trabajar en casa. Todo eso hay que tenerlo en cuenta a la hora de pensar en la arquitectura necesaria. Los cambios sociales van más rápido que la adaptación de las normativas en los diferentes países.
- ¿Y qué propone?
- Pues mire, ahora mismo estamos trabajando en Francia y en Alemania, donde tenemos un estudio. El cambio en las formas de vida nos está permitiendo hacer cosas que antes no eran posibles. Por ejemplo, ¿por qué no podemos transformar una nave industrial en vivienda? En las ciudades hay tres planos. El primero, el del suelo, es el urbanismo, que tiene que convertirse en un espacio mucho más público. Luego está el plano de las fachadas, que ese si está más cuidado y protegido. Pero tenemos también el de las cubiertas de los edificios, completamente descuidado y desaprovechado.
- ¿Qué se puede hacer?
- Las cubiertas han sido el gran trastero de las ciudades, donde se han hecho ampliaciones o se han puesto tendederos de ropa y las máquinas del aire acondicionado. Ahora también se van a poner allí los paneles solares. Mi propuesta es sanearlas, ordenarlas o incluso aprovechar sus espacios para conseguir nuevas viviendas.
- ¿Afectaría eso a las dimensiones mínimas de la vivienda?
- Es que la normativa actual se tiene que revisar, porque las formas de vida han cambiado. Acabo de ver unas viviendas en Berlín. Son de una calidad estupenda y están en una zona muy buena. Tienen 18 metros cuadrados, un espacio privado y luego una cocina común y unas zonas también comunitarias donde puedes recibir. Aquí con nuestra normativa eso no sería posible.
- ¿Facilitaría eso la tripleta de convivir, conectar y compartir?
- Sí, ya sé que me estoy refiriendo al llamado 'coliving'. No es una solución universal, pero es una opción que deberíamos explorar. Habría mucha gente interesada. No todo el mundo puede acceder por precio a una vivienda. Pienso en los jóvenes, incluso en mis hijos, porque es una alternativa que les daría independencia. A veces pensamos en modelos tradicionales de vivienda, donde por ejemplo la cocina es importante. Pero quizás para los jóvenes eso ya no es tan importante o tal vez ya no necesitan tantos metros. Los arquitectos conocemos esos problemas y sus soluciones.
- ¿Qué opina de esa tendencia a la renaturalización de ciudades y edificios?
- Me parece que es necesaria y ya está pasando. La utilización del coche es decreciente. Poco a poco recuperamos los espacios de los aparcamientos, las aceras ganarán tamaño, dotaremos de mayor espacio a los peatones y la naturaleza ganará terreno. Pasaremos unos años en esta transición.
- ¿Están ya pensando en emplear materiales más sostenibles?
- Sí, totalmente. El problema es que por el momento tenemos que seguir con materiales que, como el hormigón, el acero y el aluminio, generan mucho CO2 en su producción. ¿Cómo evitar esto? De momento no tenemos materiales totalmente verdes, pero podemos mejorar haciendo menos derribos, más rehabilitación o más reestructuración de edificios.
- ¿Cuáles serían esos materiales verdes?
- Pues sinceramente no lo sé. No creo que tengamos que prescindir de los actuales. Simplemente tiene que haber una manera diferente de generar y de construir con esos materiales. Piénsese que cuando hablamos de sostenibilidad hablamos de un ciclo completo, de materiales que se pueden regenerar, como la madera.
- Se dice a veces que la arquitectura es peligrosa, porque si el arquitecto se equivoca el error permanece para siempre. Fíjese en los debates generados por algunas obras de Calatrava.
- Bueno, los arquitectos somos muy conscientes de nuestra responsabilidad. Pero los fiascos no son tantos. A veces, cuando surge un problema en los grandes proyectos se agranda por la polémica. Pero si de un lado hay que probar materiales para innovar, de otro ese tipo de cuestiones siempre tiene solución.
Un apunte local
Fuensanta Nieto y Enrique Sobejano presentaron en 2019 su proyecto 'Motto' al concurso para la ampliación del Museo de Bellas Artes de Bilbao. Aunque no ganaron, su conocimiento de la ciudad y de sus infraestructuras culturales es amplio.
- ¿No le parece que Bilbao se ha convertido un poco en un museo de arquitecturas de autor?
- Le insisto en que no creo en ese debate. La arquitectura puede ser buena o mala. Además, no se trata de hacer en las ciudades una colección, digamos, de arquitecturas de autor. Lo que me parece importante es que todas esas arquitecturas estén bien concebidas, implantadas y relacionadas entre sí. Si no lo están, el conjunto no funciona.
- ¿Y cómo le parece que está ahora la ciudad?
- La conozco antes y después. Hay que reconocer que ahora está fenomenal, aunque a lo mejor habría que terminar algunas cosas y también habría que vincularla algo más con esa zona aún no terminada de Zorrozaurre.
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