i. esteban
Jueves, 30 de septiembre 2021, 23:58
La nipona Nami Kaneko ha obtenido el Premio de Traducción Etxepare-Laboral Kutxa por trasladar al japonés, directamente del euskera, la novela de Bernardo Atxaga 'El hijo del acordeonista'. La traductora y la editorial Shinchosa compartirán un premio de 4.000 euros, y recibirán una ... ayuda de hasta 2.000 euros para la promoción del libro.
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La entrega del galardón se celebró ayer en el Archivo Histórico de Euskadi en Bilbao con la presencia telemática de Kaneko y de Shigeki Tabata, encargado del trabajo de edición. Participaron el consejero de Cultura y Política Lingüística, Bingen Zupiria; la directora del Instituto Etxepare, Irene Larraza; e Inaxio Garro, responsable de Euskera de Laboral Kutxa, así como el propio Bernardo Atxaga.
El jurado ha destacado en su fallo la «buena acogida» de la novela en Japón y las buenas críticas recibidas en los medios de comunicación. Profesora de Español, Kaneko quedó finalista en el Premio a la Mejor Traducción Japonesa. Lo ganó en 2016 por traducir la novela 'Mussche', de Kirmen Uribe.
'El hijo del acordeonista' salió con una edición de 4.000 ejemplares, el doble del número habitual en el mercado de la literatura traducida al japonés.
Kaneko habló en euskera en su intervención y recordó la primera vez que estuvo en el País Vasco, en 2005 y durante un año, para aprender euskera y castellano. Posteriormente ha estado en más ocasiones ya que realizó su doctorado en la UPV/EHU, entre 2013 y 2020, en el departamento de Literatura y Estudios Literarios Comparados.
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Destacó el «proceso largo, muy largo» de la traducción de 'El hijo de acordeonista', y dio las gracias al escritor por su «ayuda y confianza». Conoció su obra a partir de la lectura de 'Obabakoak', que salió en japonés en 2004.
nami kaneko
Atxaga es un gran lector de literatura japonesa, especialmente de Kawabata, Kenzaburo Oé y Mishima, una gran influencia tanto por sus libros como por su figura.
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En su alocución ayer en Bilbao, mencionó que hacia 1980 coincidió con un poeta de Japón, del que no recuerda su nombre, en un encuentro literario en Barcelona. Era la estrella invitada, pero se comportaba con la máxima discreción. «Se acercó donde mí y me dijo, con una sonrisa, que los vascos y los japoneses teníamos ciertos puntos en común. Le pregunté por qué lo decía y me respondió: 'Somos los únicos que sabemos comer pescado'».
Ver traducido al japonés 'Obabakoak' le produjo una emoción especial, ahora revivida por la edición en esa lengua de 'El hijo del acordeonista'.
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