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Josu Olarte
Viernes, 30 de junio 2023, 23:42
Más de cuatro décadas como guitarrista de referencia en el terreno de la fusión jazzística, permeable tanto al rock como al flamenco y la world ... music, lleva Al Laurence Dimeola (Jersey City, Nueva Jersey, 1954). Marcado por su precoz entrada en Return to Forever, el supergrupo de Chick Corea que acercó el jazz al público rock, Meola se emancipó como solista de éxito con 'Elegant Gypsy' (76) como antesala de su mágico encuentro con Paco de Lucia y John McLaughlin, inmortalizado en el mítico directo acústico 'Friday Night San Francisco' (81) y el posterior álbum 'Passion, Grace & Fire' (83). Desde entonces, Meola ha mantenido una trayectoria siempre abierta a nuevas influencias y colaboraciones con una pléyade de figuras del jazz y el rock (Paul Simon, Phil Collins, Santana, Stevie Wonder, Steve Winwood, Jimmy Page, Frank Zappa, Steve Vai…). Hoy vuelve al Getxo Jazz para ofrecer con su Acoustic Trio el concierto estelar del festival.
- ¿Qué se puede esperar de su recital?
- Probaremos a hacer en directo algunas de las composiciones del nuevo disco junto con temas que la gente siempre quiere escuchar, como 'Mediterranean Sundace'. Intentaré ofrecer una buena retrospectiva de lo que hago, dejando espacio para la improvisación y el diálogo con los músicos que me acompañan.
- De un tiempo a esta parte parece disfrutar más tocando la guitarra acústica en formatos reducidos. ¿Qué tipo de expresividad busca?
- En realidad la guitarra es similar a la voz, puede ser más intensa, con una armonía más rítmica al tocar en directo o algo más lírica como intento en mi nuevo álbum. Las guitarras eléctricas y acústicas son como dos animales diferentes. Si toco más en acústico es porque facilita mucho las cosas a la hora de girar. Viajo solo con dos guitarras, casi de incógnito. Es algo que aprendí de Paco (de Lucía). Recuerdo estar en Rusia facturando un montón de equipo, cada músico con su set especial, sus pesados teclados, amplificadores y demás. Luego giraba con el Guitar Trio y veía a Paco con una sola guitarra, no necesitaba nada más. Algún día tendré su sabiduría y podré hacer lo mismo, me dije. Y en eso llevo veinte años.
- ¿Valora más a estas alturas la expresividad y el 'feeling' que el virtuosismo?
- Hay que estar siempre atento y buscar un equilibrio entre ambos aspectos. Cuando eres joven quieres mostrar al mundo lo bueno que eres tocando muchas notas muy rápido, pero cuando ya lo has demostrado das más importancia a la composición, que para mí es lo más importante ahora. Con el covid he tenido más tiempo para centrarme y mejorar en eso. En todo caso hay que ser capaz de tocar todo tipo de música intrincada para evolucionar. La técnica debe estar al servicio del feeling. Se suele ver como algo autoindulgente, pero es importante no tener una técnica floja o deslavazada porque, como músico, no hay nada más frustrante que tener ideas en tu cabeza y no poder encontrar la manera de expresarlas.
- Tiene una larga conexión con los festivales vascos de jazz. En Getxo ya actuó en 1996 en trío con Paco de Lucía y John McLaughlin.
- Sí, me siento muy conectado con todos ellos y con la audiencia local tan maravillosa y sensible para la música. Llevo media vida comprobándolo, siempre es un placer volver.
- Su disco conjunto en directo de 1980 'Friday Night in San Francisco' sigue siendo el álbum de guitarra instrumental más vendido de la historia. ¿Hasta qué punto fue aquel encuentro crucial en su carrera jazzística?
- Cambió mi carrera de una manera drástica. Tenía solo 21 años cuando empecé a tocar con Paco, que acabó por transportarme a otro nivel. Tocar al lado de él y de John es el tipo de desafío que impulsa tu carrera o te hunde para siempre si no estás a la altura. Desde que estrenamos el formato en los setenta, me vi forzado a ser mucho mejor en directo a todos los niveles de una manera muy rápida. Fue una competición muy saludable para beneficio de la audiencia. La entrada de Paco fue decisiva. Fue duro para él, tuvo que hacer un gran esfuerzo porque, siendo el mejor intérprete posible de flamenco, no sabía nada de armonía ni de improvisación jazzística, lo que logró en poco tiempo. Fue extremadamente brillante, valiente y arriesgado. Fue un encuentro con momentos mágicos. Cada uno de los largos solos que encadenamos nos llevó a desafiar nuestras limitaciones.
- No fue su primer gran desafío musical. Con solo 19 años se integró en el supergrupo de fusión Return to Forever de Chick Corea. ¿Cómo asumió aquello en su etapa formativa?
- Yo ya tenía mi propio grupo de fusión cuando estudiaba en el Berklee (College of Music) de Boston. Return to Forever eran entonces mi grupo favorito. Tenía una gran admiración por Corea y, sin que yo lo supiera, un amigo le hizo llegar a su manager una grabación mía tocando con el cuarteto de Barry Miles. Corea la escuchó y él mismo me llamó para proponerme ir a Nueva York y entrar en el grupo. Por supuesto que al principio estaba intimidado y nervioso por tocar con quienes para mí eran leyendas, pero no tuve más remedio que dar la talla y superar el reto de tocar ante grandes audiencias. Fue como si me tiraran al agua sin saber nadar bien.
- Por desgracia, el grupo acabaría separándose apenas dos años después.
- Sí, y creo que decidir acabar con el grupo fue el mayor error de la carrera de Corea. Estábamos en un gran momento tocando en grandes auditorios y arenas como una especie de Beatles del jazz rock. Teníamos un gran contrato para cuatro o cinco discos más. Los tíos de Columbia estaban que se subían por las paredes. Yo tiré para adelante y lancé mi propio disco de guitarra eléctrica ('Elegant Gypsy') que acabó vendiendo más que los de Return to Forever (dos millones).
- Parece tener debilidad por los Beatles, a los que ha dedicado dos discos. ¿Qué admira en ellos?
- Todo, me encantaron desde la primera vez que los escuché y a menudo lo sigo haciendo. Creo que su música es increíble, sus canciones son geniales porque, con un sonido propio, son simples y artesanales al mismo tiempo. Poder grabar en Abbey Road fue para mí muy especial e inspirador. Su sensibilidad melódica y su manera de combinar armonías, acordes y melodías es atemporal y llena de ideas. No hay más que escuchar cómo siguen sonando hoy discos como 'Sgt. Pepper's' o 'Magical Mystery Tour'.
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