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Pese a tener un estilo reconocible, Vetusta Morla destaca por ser una banda en constante evolución. No les gusta repetirse, por eso además de un disco 'Cable a Tierra', han estrenado una gira muy distinta a las anteriores. El sexteto, ahora convertido en un conjunto ... de doce músicos gracias a la incorporación de miembros de agrupación gallega Alboria y de la palentina Naán, recaló este viernes en el Bilbao Arena tras tres años sin actuar en la capital vizcaína. Prometieron un «ritual de folk celtibérico» y la apuesta caló al instante. Éxito ante un público entregado, que vibró especialmente con los grandes clásicos de la banda. Más de dos horas intensas de baile y 25 temas con un somido impecable.
Arrancaron con dos canciones nuevas, 'Puñalada trapera' y 'La Virgen de la Humanidad', que fueron toda una declaración de intenciones. Tocaron el primer tema enjaulados por las enormes pantallas que coronaban el escenario, y con el segundo llegaron las primeras coreografías de Pucho. El repaso a sus clásicos comenzó con 'El hombre del saco' y 'Golpe maestro', cuya letra cambió para hacer una referencia a la corona: «No nos dejaron más bribones que pagar».
Tras hacer mención a los dos largos años de pandemia, «que siguen en nuestras cabezas como un martillo percutor», Pucho presentó la novedosa propuesta de Vetusta Morla. «Este nuevo disco nos ha ayudado a conectar con muchas cosas que parecen muy manidas, pero que hay que trabajarlas. Hemos conectado con la amistad, el amor y la música», aseguró. El vocalista apuntó que esta crisis sanitaria nos ha llevado a descubrir a los «vecinos, las tiendas de barrio, nuestros pueblos y nuestros orígenes», algo que se refleja en su disco y sobre el escenario, gracias a la incorporación de los nuevos músicos. Tocaron un sinfín de instrumentos de percusión, algunos de viento, y hasta hubo varias partes recitadas (que a una parte del público se le atascaron un poco cuando empezaron a extenderse). Brillaron especialmente con la pandereta y marcando el ritmo reunidos alrededor de una mesa de madera.
Intercalaron 'Maldita dulzura', un acertado dúo con la corista, entre otra tanda de temas nuevos. Especialmente bien recibida fue 'Finisterre', el primer adelanto de esta etapa más terrenal. Su éxito 'Copenhague' caló desde el primer acorde. Llegó entonces el turno de 'La vieja escuela', con arranque intimista al teclado que evolucionó hasta convertirse en una pista de lo más animada. Incluyó, por cierto, un homenaje a artistas desaparecidos como Amy Winehouse, David Bowie y Camarón de la Isla. '23 de junio', esa canción que habla de la mágica noche de San Juan, sirvió para marcarse un baile agarrado, «aprovechando que ya no hay que mantener distancias».
Encadenaron 'Consejo de Sabios' con 'Lo que te hace grande' y la divertida 'Palmeras en La Mancha', en la que cambió la letra en la estrofa que habla de boxeo para decir «podría ser yo el gancho que golpea a Chris Rock». También hubo una modificación de la canción en 'Te lo digo a ti', donde Pucho se atrevió discretamente con 'Sarri sarri'. Explosión de júbilo con 'Valiente', gargantas llevadas al extremo con 'Sálvese quien pueda' y coros constantes con 'Saharabbey Road', mientras un par de globos con el texto 'Sahara Aske' volaban entre el público.
Tras el bis tocaron 'Si te quiebras', momento bajonero que sirvió para tomar aire antes de la traca final: 'Cuarteles de Invierno' y 'Los días raros', convertida en himno involuntario durante el confinamiento. La enésima demostración de que Vetusta Morla sigue siendo una de las mejores bandas españolas del momento.
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