Este miércoles según la policía local acudieron 4.200 espectadores al Festival Magdalena en Vivo de Santander, que en la segunda de sus cinco jornadas propuso una dupla rematada por los clásicos del reggae-pop blanco británico UB40 (Birmingham, 1978) y abierta por el óptimo ... o cuando menos el mejor epígono de Bruce Springsteen en España, o sea Carlos Goñi, el factótum de Revólver (Valencia, 1988), que durante su bolo de 13 canciones en 96 minutos estuvo muy perjudicado por el sonido: la guitarra y el trío base sonaban a chicharra, sólo destacaba por las melodías el teclista/pianista, y la voz de Goñi no fue todo lo diáfana que hubieran querido sus fans.
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Goñi, tras saludar diciendo que «cualquier motivo es bueno para visitar esta ciudad vuestra», avisó de que ante la limitación de tiempo intentaría hablar poco y tocar mucho, y lo cumplió, tambaleante por su altura y su entrega, pendiente de una tableta adherida al pie de micro de la que leía algunas letras, y logrando que la gente diera palmas en alto a cualquier señal emitida desde el tablado y que cantara -¡sobre todo ellas, las mujeres de la campa!- en los hits también de lírica elaborada y extensa: el dylanita 'Tu noche y la mía', 'Sara', un logrado 'Si es tan solo amor'...
Goñi / Revólver espigó tres cortes de su último álbum, 'Adictos a la euforia', el 12º oficial, su primero en seis años (desde 'Capitol', de 2017), que fueron el springsteeniano e inaugural 'El anillo de boda', el rock soul español 'Al infierno sin papeles' y la balada también con soul 'El otoño está al caer'. Además lanzó su irónica diatriba enumerativa redoblada y boogie-billy bautizada 'Odio' (donde dice que no le gusta que se humillen a los toros: pues el martes en la llena a rebosar plaza de Santander un morlaco casi mata en cinco segundos a Roca Rey y a Cayetano, y otro humilló a un Aguado que no quería ni verle ni acercarse), la cima de su teloneo fue una muy a lo Steve Earle ('Mi rendición', recuperada tras mucho tiempo), incidió en lo springsteeniano ('San Pedro', 'El roce de tu piel'), cambió la Telecaster que sonaba a lata por la Stratocaster en un tema a solas muy portugués ('Faro', y al acabar manifestaron dos damas, «qué bonito» y «precioso», y se oyó a la masa aullar y lanzar algún bravo, y dijo el cantante: «como veis soy un blando incorregible»), y se despidió con un alargado (¡a lo Dire Straits!) 'El Dorado', en el que presentó a músicos y técnicos, y cuando al acabarlo deseó: «que tengáis un estupendo verano». Amén.
La condición de telonero perjudicado por el sonido (a veces no es una acción premeditada, sino que sucede por las circunstancias) se evidenció nada más comenzar el muy buen concierto de 20 canciones en 99 minutos de UB40 (el nombre es el del formulario oficial para pedir el paro en Inglaterra), que gozaron de una acústica perfecta (hum, solo fallaron en la última, la versión de Elvis 'Can't Help Falling in Love', tocada más lenta, como toda de modo ralentizado la banda de música de la plaza de toros de Santander: ¡va lenta hasta en el himno del paseíllo!), pues en general su cancionero se irradió brillante, comprimido, agudo, con los once oficiantes sin molestarse o estorbarse entre sí: ni el bajista con sus líneas tan dub, ni los tres vientos y tres vocalistas específicos, ni la batería y la percusión, ni las guitarras y los teclados que marcaban el ritmo al unísono... Eso era como oír un disco en un equipo caro.
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Pero como nunca llueve a gusto de todos, un veteranísimo espectador se quejó de que faltaba marchilla y que todas las canciones eran iguales. Hombre, estábamos en un concierto de reggae (estilo homogéneo donde los hayan) y encima UB40 nunca han sido la alegría de la huerta, así que iban alternando versiones del soul americano (Al Green para empezar con 'Here I Am (Come and Take Me)', luego el 'The Way You Do the Things You Do' de los Temptations que sonó un poco calipso) con canciones que recordaban al reggae-pop de Culture Club y al karaoke que anima las urbes británicas las noches de los sábados, y esto no lo decimos por los teleprompters que tenían para leer las letras (tómense ambas como comparaciones positivas e informemos que desde 2021 UB40 tienen un nuevo cantante, Matt Doyle, y que desde 1978 se mantienen cuatro miembros: baterista, percusionista, bajista y el guitarrista Robin Campbell, el portavoz, quien comunicó que estaban «celebrando nuestro 45º aniversario», y no dijo que la semana pasada, el sábado mismamente, estuvieron actuando en USA).
Pero volvamos a Santander, donde el soul se imponía claramente en ese arranque, donde a veces el reggae emergía deudor del canon básico de Bob Marley (al menos en tres canciones pensamos en él, por ejemplo en 'Blue eyes crying' y en 'Cherry oh baby' de Eric Donaldson, esta con las manos alzadas y ondulando en la campa), el bajista coló un pasaje de rapeado raggamuffin (en 'Baby' de Hepcat), se acordaron de Robert Palmer en la versión de Bob Dylan 'I'll Be Your Baby Tonight' que los britanos grabaron juntos, y para el final guardaron sus temas más celebrados, sobre todo al cerrar en falso con el 'Red, red wine' de Neil Diamond que puso a la campa a cantar y a filmar con sus móviles el ambiente más rojizo que nunca, y al abrir el bis con uno de los mejores momentos, el cadencioso 'Food for Thought', su primer single, con el que UB40 empezaron su largo camino, un tema que reprodujeron con fidelidad hasta en el solo de saxo.
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Hoy jueves actúa Bisbal en este festival Magdalena en Vivo. Igual nos juntamos 8-10.000 almas...
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