Vasos rotos, botellas llenas de polvo, congeladores con telarañas ... Esto es lo único que queda de las míticas discotecas que formaron parte de la ruta del bakalao guipuzcoana y que varias personas han podido visitar gracias al proyecto 'Disco-TEKAK templos del 'bumping' en la ... costa guipuzcoana', presentado por la firma bilbaína BeAr Architects y seleccionado por la bienal Mugak de arquitectura.
Uno de los fundadores de BeAr Architects, Iñigo Berasategui, explica que a pesar de que en el proyecto original se analizaron más discotecas, para la visita se han seleccionado solo tres -Venecia, Jazzberri y Txitxarro- debido a que algunos de los dueños actuales no han querido permitir el acceso.
La ruta en autobús salió este sábado a las diez de la mañana desde Bilbao y llegó a la discoteca Venecia de Saturraran, entre Ondarroa y Mutriku, sobre las once de la mañana. Berasategui explicó que «esta discoteca de estilo francés en principio no estaba pensada para ser un local de ocio. La decisión se tomó después del proyecto. Actualmente, es la única superviviente donde todavía se hace alguna que otra fiesta».
De las cuarenta personas que formaban parte de esta excursión, llamaba la atención la gran presencia de jóvenes. Uno de ellos, Josemari Unanue, de 26 años, confesaba que «me inscribí por internet, lo intenté hace varios días, pero estaban todas las plazas llenas, probablemente alguien avisó que no podía venir y he ocupado su lugar». El joven guipuzcoano destaca que siempre le han llamado la atención las salas de conciertos y que «esta era una buena oportunidad para poder conocer su interior. Además, mi padre tocó en la discoteca Txitxarro y me producía curiosidad».
En la segunda parada, en Zestoa, se encuentra la discoteca Jazzberri, donde surgió el 'bumping' en Euskadi en 1993 y de la que apenas se intuye que algún día llegó a albergar hasta a 800 personas.
La ubicación de la discoteca es bastante curiosa. Está frente una iglesia, aunque convenientemente también al lado del apeadero de tren. «Estaba bastante bien para los que no tenían coche, ya que bajaban y tenían el local al lado», explicó Berasategui.
Una vez dentro, los visitantes encendieron las linternas de sus móviles y sacaron fotos del lugar abandonado. Llamaban la atención las sillas rotas y las paredes con dibujos y colores de la época. «Aquí estaba la barra, aquí era donde pinchaba el dj».
En el año 2000 una bomba de ETA destruyó la sala Txitxarro, que se vio obligada a cerrar aunque la reinauguraron en 2003
Una cabra a las 4 de la mañana
La última parada fue en la discoteca de cuatro plantas Txitxarro, que abrió sus puertas en el año 1976 en Zumaia. En los años 90, movía a más de 5.000 personas. «Aquí se ha celebrado una fiesta más loca que la otra», seguía explicando Berasategui.
Iker Rodríguez, amigo de la familia propietaria -los Korta- y cliente habitual de la discoteca relata que todos los días hay alguien que se para a sacar fotos delante del edificio. «Te lo digo porque yo también vengo de vez en cuando a sacar alguna», confesaba nostálgico. «Aquí ha habido de todo, fiestas de snow, deporte rural y ya en la última época autobuses repletos de gente que venía a ver al dj que pinchase ese día. Txitxarro ha abarcado a todo tipo de públicos. Es normal que cada vez que pasen por delante recuerden esa época con añoranza».
Entre otras anécdotas, contó que una empresa de mariscos ubicada en un polígono cercano llevó un camión de hielos a la discoteca para hacer una fiesta y otra es la de una cabra que apareció con una camiseta de la Real Sociedad a las cuatro de la mañana.
Los asistentes veteranos recordaban algunas de sus vivencias. Por ejemplo, cuando fueron a ver a la banda de rock Extremoduro o a la banda de punk estadounidense Green Day. «El éxito de Txitxarro se vio empañado por los explosivos que puso ETA en una de las columnas del local en el año 2000 y que provocaron su cierre hasta su reapertura en 2003», explicaba Berasategui. A pesar de que duró abierta unos años, el éxito no fue el mismo y finalmente cerró en el año 2015.
Lara Abaigar, de Vitoria recordaba con bastante nostalgia cuando visitaba 'la cueva', ubicada en la planta subterránea del local. «Se me ponen los pelos de punta y todo, bajabamos de Vitoria en coche. Me acababa de sacar el carné. Fue la mejor época de mi vida», reconoce la joven, que ahora tiene 32 años. «Algunas veces ni entraba, me quedaba en el parking con el coche escuchando música con mis colegas. Yo si me caso, me caso en Txitxarro, lo tengo claro».
El recorrido finalizó con la sesión de DJ Sergi, uno de los residentes de la discoteca, que pinchó canciones que hicieron saltar a los visitantes. «La gente todavía nos pide que volvamos a abrir porque quiere vivir la experiencia, pero creo que la discoteca tuvo su momento y su momento fue ese», finaliza una de las actuales propietarias.
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