Un txistu con aromas africanos y caribeños para salir al mundo

Mendizabal dio el primer paso de este proyecto en 2011, cuando presentó 'Txistu Symphonic' con la Orquesta Sinfónica de Bilbao (BOS). Desde entonces, lo ha tocado en Rusia, Líbano y Corea del Sur, entre otros países, además de salas de Madrid y Barcelona. Durante estos años, además, ha ido conociendo a músicos con quienes ha compartido la idea de ampliar y actualizar el repertorio de su instrumento y crear así una carta de presentación del mismo para darlo a conocer aquí, donde solo resulta necesario en la faceta de solista con orquesta, y en el extranjero.

El disco es así una combinación de temas tradicionales en arreglos que introducen a la orquesta junto a otros de obras más recientes y piezas de hoy mismo. La procedencia de los compositores no puede ser más variada, porque además de Eduardo Moreno, Javier Martínez Campos, Kepa de Miguel e Iñaki Urkizu (estos dos últimos, orquestadores de tres temas tradicionales), están el rumano Grigoras Dinicus, el libanés Naji Hakim, el británico David Johnstone y el francés Pierre Wekstein (autor de otra de las orquestaciones).

«A la hora de encargar obras a los compositores -explica Mendizabal- he tratado de quitar al txistu los prejuicios que puede haber a su alrededor. Estamos ante un instrumento del siglo XXI con una larga tradición, que lo vincula desde el barroco al pop». Una tradición que también tiene una enorme extensión geográfica porque «en África hay una flauta muy parecida, lo que nos permite traer sonidos de ese continente -sucede en 'Karibu Peponi', cuyo título está en suajili y significa 'Bienvenidos al paraíso'-, junto con otros del Caribe o el este de Europa».

La grabación comenzó el pasado jueves y está previsto que termine el próximo martes, con el propio Mendizabal como solista, junto a la soprano Naroa Intxausti, que interviene en 'Iruten ari nuzu' (hace un puñado de años la hizo Miguel Bosé con Kepa Junkera) y 'Atzo Ttun ttun', y el coro infantil del Conservatorio Francisco Escudero. Jaume Santonja, director asociado de Euskadiko Orkestra, empuña la batuta.

Si no median circunstancias inesperadas, el disco estará a la venta tras el verano, en el sello Orpheus Classical, tanto en formato físico como digital. «No sé si sorprenderá demasiado a los aficionados a estas alturas, quizá solo la interpretación, pero sí es cierto que se dirige a un mundo que hasta ahora estaba más lejano», dice el promotor del proyecto.

Capítulo aparte merecen compositores y arreglistas porque no es fácil escribir para un instrumento solista que en su registro grave no suena mucho, como matiza Mendizabal, y puede quedar oculto por la orquesta, y en el más alto puede resultar estridente. «Hay un gran trabajo de cocina para empastar todo, y eso también está incluido en el título del álbum». El antojo, para septiembre.