Ara Malikian: «Si un día no toco me siento manco»
Violinista ·
El carismático músico actúa este viernes como solista junto a la Gazteizko Ganbara Orkestra en el Teatro Principal dentro del ciclo Grandes ConciertosSecciones
Servicios
Destacamos
Edición
Violinista ·
El carismático músico actúa este viernes como solista junto a la Gazteizko Ganbara Orkestra en el Teatro Principal dentro del ciclo Grandes ConciertosSu pelo está tan alborotado como su discografía. Ara Malikian (Beirut, 1968) ha paseado su arco por el flamenco y la jota, ha sido solista con la Orquesta Sinfónica de Madrid, ha tocado en dos discos de Extremoduro y participado en las bandas sonoras de ' ... Hable con ella' y 'La mala educación' de Almodovar. Para su look dice que no hay secretos más allá de «ser uno mismo». Su carrera musical comenzó casi como una obligación. A veces ocurre que la pasión parte de las exigencias. Mañana actúa en el Principal junto a la Gazteizko Ganbara Orkestra dentro del ciclo 'Grandes Conciertos' y las entradas están agotadas. La historia personal del músico cuenta como atractivo. Su tono de voz calmado contrasta con los brincos que da sobre el escenario y sus rizos son solo una seña de identidad.
– Empieza a tocar el violín por su padre…
– Él era un fanático del violín y cuando nací me puso uno en la barbilla y me obligó a tocarlo. Es verdad que me gustaba pero como cualquier niño no me quería estudiar durante mucho tiempo. Mi padre era muy estricto y severo, al principio lo pasé un poco mal pero hoy en día le estoy eternamente agradecido por haberme obligado a dedicarme al violín. Y a encerrarme a practicar horas y horas…
– ¿A qué edad?
– Empecé a jugar con el violín muy temprano. A los tres, cuatro… y poco después se puso más serio, a partir de los cinco, seis...
– Vivió hasta los 15 años en Líbano.¿Recuerda tocar el violín con el ruido de fondo de la guerra civil?
– Sí. Es verdad que durante mucho tiempo, cuando has vivido cosas difíciles, intentas olvidarlo, ocultarlo y borrarlo de tus memorias. Pero es inevitable, y como se me pregunta mucho, siempre vuelve. Fueron momentos complicados, pero también gracias a esos momentos uno forja un carácter…. Y hoy en día estoy agradecido porque sé de dónde vengo, lo que he tenido y lo que no he tenido también. Disfruto de cada momento de la vida aún más.
Figura popular
– El mundo clásico sigue teniendo problemas para acercarse a un público masivo.
– Nunca me he considerado despegado de la música clásica. Del mundo de la música clásica sí, completamente. Lo único que fue un proceso largo y yo durante muchos años pensaba que estaba equivocado, me sentía fuera de un mundo al que no pertenecía. No era por ser bueno o malo. Simplemente hay cosas que no encajan. No encajaba en este mundillo ni me sentía a gusto. Y fue inevitable salir. Al hacerlo se me abrieron puertas, horizontes y la inspiración. Todo un espacio para crecer y aprender… que hasta entonces no tenía. Vi que el mundo de la música clásica era un ecosistema muy cerrado, muy de reglas, y yo no me veía allí. No me veía musicalmente interpretando obras tal y como hay que interpretarlas… La música clásica es algo tan grande y bello que no quería que nadie me dijera nada sobre cómo interpreto. El único que tiene que decir algo es el público, que le gusta o no. La frase que siempre tenía que oír y me molestaba era: 'tal compositor –Bach, Mozart, Beethoven– no se toca así'. Me parece absurdo una sentencia semejante. Todo se puede tocar de todas las maneras del mundo.
– ¿Sigue teniendo colegas en el mundo clásico?
– Tengo muchos colegas y no me odian (risas). La verdad es que salir de este mundo no quiere decir que me odien. Tengo muchos amigos y cariño. Tampoco he profanado nada ni soy un criminal… Solamente no me quedé en ese mundillo y ya está.
– Al violinista Ruggiero Ricci lo buscó para preguntarle cómo se hacía un golpe de arco de Paganini...
– Sí. Eso fue mucho antes. Era muy joven y lo buscaba porque era un grande. Lo sigo admirando. Sabía hacer un golpe de arco único en el mundo. Sólo él lo hacía, lo había inventado. Lo busqué para que me enseñase y su respuesta fue maravillosa. Me dijo:'no te comas mucho la cabeza, hay una solución. Practicas el movimiento 15 días, siete horas todos los días y lo conseguirás. No hay truco… Simplemente el trabajo'. Viajé solo para encontrarle y aprender.
– En más de una ocasión ha contado que lo que más le costó tras salir de Líbano fue acostumbrarse a las miradas despectivas. Primero en Alemania, luego en España ¿Sigue notando esto?
– Racismo hay por desgracia y en todas partes del mundo. Justo ahora estamos viviendo una época en la que esa xenofobia está creciendo mucho. Yo personalmente lo sufro menos hoy en día, pero es verdad que cuando era muy joven y había dejado Líbano sufría mucho y me molestaba. Me ponía triste y en aquella época no estaba muy seguro de sí mismo. Hoy en día imagino que sigue siendo así para aquellas personas que recién llegan con todas sus dificultades y dramas y encima también tienen que soportar las miradas despectivas de mucha gente. No es fácil, esa es la verdad.
Actitud vital
–¿Ha podido influir ser reconocido?
– Puede ser también. Pero yo he aprendido a no ver esas miradas como hace 20 años, cuando me importaba. En aquella época tenía 15 años y hoy tengo 50 y la vida te enseña algo. Hoy en día me molestan, pero no afectan. Pero a personas más jóvenes con dificultades… Llevo viviendo en Europa más de 30 años en Europa y sé dónde vivo y sé quienes son mis amigos y la gente que tengo. No me perturba.
– ¿Cómo pasa el tiempo entre tanta gira y grabación?
– Si estoy en un avión intento dormir lo máximo que puedo. Y en los tiempos libres, hay que practicar porque si no olvidas todo lo que sabías. No hay ni un día que no practico. Por lo menos dos horas, aunque haya un viaje o un concierto. Hay que buscar siempre los huecos para mantener la forma física y practicar.
– ¿Recuerda un día sin tocar el violín recientemente?
– No es que no lo recuerdo, es que sería muy raro que pase un día sin tocar el violín. Yo lo busco y no me gusta estar un día sin tocar el violín porque al día siguiente me siento como manco. Si no lo toco me siento manco y me cuesta muchísimo retomar la forma.
– ¿Más de una vez se ha despertado sin saber muy bien en qué ciudad está?
– Sí, pasa muchas veces. Pero bueno, sólo necesitas algunos segundos para orientarte:'aquí estoy, en este hotel, en esta ciudad'.
– Ha trabajado en televisión y en cine. Con música en dos películas de Almodóvar... Es un bagaje amplísimo.
– Tuve mucha suerte. Fue una grandísima experiencia poner el violín en películas tan importantes de directores de la talla de Almodóvar. Hoy en día mi trabajo favorito es estar en el escenario. El trabajo en el estudio es para mí secundario, pero también necesario. Hago menos grabaciones para películas, pero siempre estoy en algo. Especialmente con mi pareja, que es cineasta (Natalia Moreno) y siempre que necesita algo compongo para ella.
– Hace una semana finalizó su disco 'Royal Garage', en el que colaboran artistas como Franco Battiato, Andrés Calamaro o Pablo Milanés.
– Sí. Los invitados vienen cada uno de una parte del mundo. Ahí está lo bonito del arte. De la cultura y de la música. Creo que no hay fronteras en la música y nada separa un estilo de otro… Todo se puede hacer con respeto, amor y cariño. Creo que es lo bonito de esta profesión.
– Vuelve a Vitoria junto a la Gazteizko Ganbara Orkestra. Y el 30 de junio, al Buesa Arena.
– Toco todos los años desde hace más de 20 en Vitoria. Antes de vivir en España ya había ido ir a tocar allí. Es muy bonito mantener una relación con el público, que te conoce y lo conoces, y al volver hay un cariño mutuo. Tengo una emoción muy especial por volver. Estamos este viernes y más adelante volveremos de gira.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.