Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Michael Gira abre el viernes en Bilbao (Kafe Antzokia, 21 15 horas, 20-25 €; telonea Baby Dee, bizarro cantautor transgénero) un tour español de seis conciertos (Bilbao, La Coruña, Madrid, Sevilla, Murcia y Barcelona; o gira ibérica de ocho shows si se cuentan los ... dos intercalados de Oporto y Lisboa). Con ella dirá adiós a los músicos que le acompañan desde 2010, cuando resucitó a la banda Swans, leyenda ruidista de la no-wave neoyorquina cuya primera etapa duró de 1982 a 1997. A partir de ahora, Gira se queda con el nombre de la empresa (eligió Swans, Cisnes, porque estos son animales majestuosos y hermosos, pero ariscos) y en el futuro pretende lanzar más discos grabados con colaboradores variables.
Swans, siempre dirigidos con mano de hierro por Michael Gira (nacido en California hace 63 años, a los 16 años encarcelado en Israel durante cuatro meses y medio por vender hachís), andan divulgando su decimocuarto álbum, ‘The Glowing Man’ (2016), cuarto opus de esta segunda etapa y con este sexteto completado por Christoph Hahn, Phil Puleo, Thor Harris, Christopher Pravdica, Paul Wallfisch y el orate guitarrista Norman Westberg , el único superviviente de la alineación original. ‘The Glowing Man / El hombre que brilla intensamente’ se trata de un CD doble, o vinilo triple, de casi dos horas de duración y calificado en prensa con adjetivos como espiritual, gótico, abstracto, experimental, progresivo o universalmente aclamado.
Mientras nos preparamos física y mentalmente para su concierto de este viernes, sin acabar de decidir si llevaremos o no tapones para proteger nuestros tímpanos acostumbrados al castigo, evocamos a continuación la primera vez que experimentamos a Swans, en el mismo Kafe Antzokia el sábado 8 de diciembre de 2012. Fue un encuentro memorable que titulamos ‘Volumen criminal’.
Para muchos dieron el concierto del año 2012 en un lleno Kafe Antzokia los neoyorquinos Swans, que bajo un horrísono volumen ensordecedor ejecutaron un repertorio peligroso, minimal (¡y criminal!), blusero y post-rock. Nos contaron que en la prueba de sonido llegaron a los 120 decibelios y que rompieron un vaso. Y podemos contar que el compañero en las labores informativas del periódico El Correo David López presenció cómo estalló una botella durante tal concierto de sonido agresivo, violento. Hum… si Swans (Cisnes) tocaran un poco más bajo seguirían siendo igual de buenos, aunque quizá la peña no se sentiría tan fascinada por su atracción fatal.
Insanos en el alma, perfeccionistas en la ejecución (dos percusiones bien engarzadas -la batería del tipo tatuado y la panoplia del montañés semidesnudo-, lap steel guitar -a cargo de un sujeto muy elegante-, dos guitarras más -las de Gira y el hacha original Norman Westberg- y el bajo; además llenaron de aparatos y amplificadores el escenario), clásicos en la estética del repertorio (el blues de Nick Cave o Tom Waits, el sesgo bailón de la Jon Spencer Blues Explosion, el hard rock infernal, el noise brutal), ese sábado erigieron en 115 minutos un muro de ultrasonido (crepitantes los graves, enloquecedores los agudos) con unos ocho bloques, sin bis, y resultaron agotadores en lo físico, descorteses en el volumen (¡las camareras con cara de pánico!), encelados en espirales tribales que empujaban a oscilar las cabezas, forjadores de industrialismos orgánicos que prohibiría la OMS o compresores de la alta energía hasta que perecía doom metal. Perdón, quería decir parecía.
Jugando con la tensión sostenida, Swans abrieron con ‘To Be Kind’ y lograron que tremolaran las vestimentas del respetable. En ‘Avatar’ las percusiones adornaron riff marmóreos como los de Cult Of Luna, y de seguido hicieron metal enfermizo propio para una procesión de Semana Santa. El líder Michael Gira gritó aleluya y luego presentó ‘Piece of The Sky’, una pieza entre lo tribal y lo industrial como la JSBX por mil y con el técnico de la mesa rasgando el tema con pedales. Por el epílogo proyectaron rock espacial con arengas de unidad y libertad, y consiguieron que muchos espectadores se marcharan antes de tiempo, pues sin duda fue un encuentro peligroso. Yo me quedé todo el rato porque me metí trozos de servilletas de papel en los oídos para que los tímpanos resistieran la crepitación.
Media hora de experiencia Swans con su ‘Glowing Man’ en vivo y básicamente en blanco y negro.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.