Erik Nielsen
«Todo los que hemos sufrido una pérdida entendemos 'Tristán e Isolda'»Temporada de la ABAO ·
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Erik Nielsen
«Todo los que hemos sufrido una pérdida entendemos 'Tristán e Isolda'»Temporada de la ABAO ·
El extitular de la BOS se reencuentra con la formación vasca en la ópera de Wagner que acoge este sábado el EuskaldunaSe ha traído de Alemania unos complejos vitamínicos ideales para reponerse de maratones y proezas de la talla de 'Tristán e Isolda'. Es una ópera colosal de Wagner, no tanto por su duración (que en Bilbao rondará las cincos horas, con dos intermedios incluidos), sino ... por la complejidad y audacia de su partitura. «Necesitas toda una vida de trabajo para hacerle justicia. Tener la oportunidad de ofrecerla en la temporada de la ABAO es un sueño hecho realidad», reconoce el director de orquesta Erik Nielsen (Iowa, 1977), a primera hora de la tarde en su camerino del Euskalduna, poco antes de retomar los ensayos con la Orquesta Sinfónica de Bilbao y los cantantes.
Desde hace poco más de un año tiene muy presentes las funciones de 'Tristán e Isolda', una ópera embriagadora y de muy poca acción, sin más argumento que el éxtasis y ansias de culminar un amor absoluto. Solo la muerte puede liberar esa fuerza inhumana. Nada se queda en medias tintas en esta ópera de Wagner. Es un desafío para el que hace falta mentalizarse. Pero Nielsen no se agobia. Le pueden más las ganas y satisfacción de reencontrarse con la BOS.
– No ha pasado ni un año de su último concierto como titular de la BOS, después de nueve temporadas y la necesidad de cerrar una etapa, y ahora vuelve a ponerse al frente como director invitado. ¿Cómo lo lleva?
– ¡Muy contento! Tenerlos en el foso para enfrentarme a 'Tristán e Isolda' ayuda mucho, porque hay sintonía y eso nos permite ir directamente al grano. Al cabo de nueve años, nos entendemos casi sin palabras. Es un placer volver siempre que se pueda.
– Este mes, sin ir más lejos, también les dirigirá los días 30 y 31 en la temporada de abono.
– Así es. Tenemos proyectos ya cerrados.
– ¿Dejó la orquesta mejor de lo que estaba en 2015?
– Era mi propósito. Ampliamos el radio de acción para salir de la zona de confort. Ha mejorado y seguirá haciéndolo. Tenga en cuenta que dirigí 180 conciertos con la BOS y eso implica mucho repertorio y piezas nuevas.
– De momento, a falta de un nuevo titular, las temporadas de la BOS contarán con directores invitados que van y vienen. Hay grandes maestros en esa categoría y usted se encuentra ahora en ella. ¿Le gusta?
– Hasta cierto punto. En última instancia me gustaría tener estabilidad, sin dejar de crecer y ampliar horizontes. También le digo que no tengo prisa, quizás me mantenga tres o cuatro temporadas sin un puesto fijo. Hay que tener paciencia, esperar las propuestas y tomar decisiones. Mi prioridad, eso sí, es compaginar la ópera con el repertorio sinfónico.
– Tiene una muy buena relación, entre otras, con la Staatskapelle Dresden, la orquesta más antigua del mundo y una de las mejores, con sede en la Semperoper.
– Efectivamente. Me obliga a estar muy alerta. No te puedes relajar, hay que estar en primerísima forma. De lo contrario, tienes un problema y ya no te llaman.
– Usted tiene doble nacionalidad, estadounidense y alemana. ¿Dónde vive?
– En Essen, cerca de Düsseldorf.
– ¿Por qué le gusta tanto el repertorio germano?
– Lo que me atrae es la complejidad, el contrapunto. No soy hombre de una melodía. Para mí la maravilla de las maravillas es 'Spem in alium', del inglés Thomas Tallis. ¡Necesita 40 voces y ocho coros! ¡Eso es complejidad! Hay que escucharlo para hacerse la idea. Son 12 minutos de éxtasis. Yo me tomaría un año para estudiarlo.
– En 'Tristán e Isolda' también hay mucho contrapunto, temas y subtemas, todo ello en una amalgama viva que parece de otro mundo. ¿Llega a levitar en el foso?
– Jajaja, no te lo puedes permitir. Como decía James Levine, un director debe saber lo que necesita un cantante seis compases antes. Hay que estar totalmente concentrado, absorbido por la música y pendiente de lo que sucede en el foso y el escenario.
– ¿Qué es lo más complicado en esta ópera de Wagner?
– Yo creo que la clave es el ritmo. He escuchado muchas grabaciones demasiado rápidas o muy lentas que desdibujan la estructura. Y eso, en mi opinión, traiciona el espíritu.
– ¿Usted imprime más velocidad? Es una ópera que tiene unas cuatro horas de música y, con los intermedios, se acerca a las cinco...
– Bueno, si se hacen bien las cosas y sintonizas con el público, el tiempo pasa volando. Yo me refiero a otro concepto. Mi obsesión no es el reloj, sino la conexión emocional. Se trata de que estén bien definidas esas melodías infinitas que deben tanto a Bellini. Mucho se habla de la influencia de Liszt y Beethoven, pero la conexión de 'Tristán e Isolda' con una ópera como 'Norma', que Wagner estudió a fondo y dirigió en Riga, no se puede subestimar. ¡Wagner adoraba a Bellini!
– Pero su orquestación es más avasalladora.
– Más densa, claro, pero en términos de volumen solo hay un momento en cada acto en que debes darlo todo.
– ¿Los intérpretes wagnerianos no tienen que ser colosos con voces torrenciales?
– El volumen descontrolado ha sido una tendencia, pero no hace justicia a la partitura. Todo se emborrona y se pierde la estructura y la línea. Esa es mi opinión, que he ido reforzando con el tiempo. En 2005 empecé a estudiar las cuatro óperas de 'El anillo del nibelungo' y ya entonces me compré 'Lo trágico y lo extático', de Eric Chafe. ¡Magnífico libro! Se centra en 'Tristán e Isolda' y te da muchas claves. En las últimas temporadas he dirigido la tetralogía de Wagner en el Festival del Tirol en Erl y he reflexionado mucho al respecto.
– Tampoco viene nada mal haber dirigido los 'Wesendock-Lieder', el ciclo de canciones con textos de Mathilde Wesendonck, una mujer casada por la que Wagner perdió la cabeza...
– Sí, sí, lo trabajé con la BOS precisamente. Ahí está de alguna manera el germen de 'Tristán e Isolda'. Mathilde Wesendonck fue su musa en la época en que compuso la ópera. Estaba fascinado pero yo creo que no hubo sexo entre ellos.
– ¿Ha profundizado en el pensamiento de Schopenhauer para captar el sentido filosófico de la ópera?
– Schopenhauer es capital en esta obra magna de Wagner pero, buf, supera mis competencias... ¿Qué significa realmente 'Tristan und Isolde'? Mire, le leo el final: «(...) en el infinito hálito del alma universal, en el gran Todo... Perderse, sumergirse... sin conciencia... ¡Supremo deleite!». Tremendo. ¿Qué busca Isolda? Yo creo que 'Tristán e Isolda' nos representa a todos. ¿Quién no ha sufrido una pérdida? Yo me acuerdo de la muerte de mi perra hace meses y entiendo perfectamente esa sensación. El dolor es dolor. El amor es amor. O sientes o no sientes. Todos los que hemos sufrido una pérdida entendemos 'Tristán e Isolda'.
– ¿Le preocupa que la soprano Oksana Dyka no haya cantado nunca el papel de Isolda?
– Nooo. Más me preocupa cómo voy a hacerlo yo. O mejor dicho, ¡me preocupa todo! Es una ópera de complejidad máxima.
– ¿Tiene usted algún ídolo?
– De joven me quitaron un peso de encima cuando me dijeron que fuera yo mismo. El 80% de nuestro trabajo es solitario, a solas con las partituras, así que más vale centrarse en lo importante. Cada uno es como es.
– ¿Qué le parecen las películas sobre directores de orquesta?
– Me pareció fascinante 'Tár', con Cate Blanchett. Es una grandísima profesional. Recuerdo que coincidí en Ámsterdam con su coach de alemán, que ella había contratado para tener una dicción perfecta en algunas escenas. ¡Admirable!
– ¿Le pareció verosímil la forma de dirigir de la actriz?
– Eso no era lo importante. La película me fascinó por el inmenso esfuerzo que hay detrás. Me interesó más que la de Bernstein, demasiado centrada en el parecido físico.
– ¿Ha visto la de Callas con Angelina Jolie?
– No, pero tengo curiosidad. Me parece positivo que se preste atención a figuras como nosotros, que salimos vestidos de manera tan extraña a escena y dedicamos toda nuestra vida al estudio y las emociones. Ahora que todo el mundo quiere ser 'influencer' y hacerse millonario en dos meses, somos una rareza. La paciencia y la constancia son imprescindibles en nuestro trabajo. ¡Y la memoria lo es todo! Hay que seguir el consejo de Hans von Bülow en la medida de lo posible: no dirigir con la cabeza en la partitura, sino con la partitura en la cabeza. Eso lleva tiempo.
Cantantes. Oksana Dyka, Gwyn Hughes, Marko Mimica, Egils Siliņš, Daniela Barcellona, Carlos Daza, Josu Cabrero... Coro de la Ópera de Bilbao
Orquesta Sinfónica de Bilbao con Erik Nielsen al frente.
Dir. de escena. Allex Aguilera.
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