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El espacio Urban Hall del Palacio Euskalduna celebró con el público en pie la gala de los Premios Koska, repartidos entre la escena pop-rock de Bizkaia, patrocinados por la Diputación y organizados por la emisora de radio getxotarra Vinilo FM. Algunos de los galardones cayeron en la Sala Groove de Portugalete, como mejor 'garito' de conciertos elegida por los músicos por segundo año consecutivo) en Cápsula (premio a la mejor banda), en Eléktrica (el premio del público) y en Chulería Joder por partida doble: a mejor banda emergente y a mejor disco. Por cierto, al recoger la primera estatuilla, el miembro de este grupo arremetió contra la institución foral y contra el propio acto en sí por estar subvencionado. ¡Por fin un punki con lógica en Euskadi desde los tiempos de Eskorbuto!.
Esa misma mañana del jueves se agotaron las invitaciones y se reunió más gente que nunca en los Premios Koska. Hubo seis actuaciones oficiales en el siguiente orden: Solomillo Wellington, Birkit, Monday Potions, Mikosis, Cordura (en sustitución de los anunciados She Is A Devil) y los resucitados The Flying Rebollos. En total, hubo 26 músicos en escena, de ellos 7 mujeres (el año pasado fueron cuatro damas entre otros 26 actuantes). Bueno, anteriormente y sin anunciar, fuera de programa salieron a la escena un solista, cuyo nombre ignoramos que perdone el buen hombre, y el dúo Sabes Muy Bien.
Las mejores actuaciones fueron la primera, la de Solomillo Wellington, y las dos últimas, cuando Óscar Cine dijo que «esto es otra liga respecto al resto de la noche», que fueron las de Cordura y The Flying Rebollos. Abrieron fuego cuatro punkis de Barakaldo, Solomillo Wellington, definidos por los presentadores de la gala, Andoni Basarrate y Cristina Álvarez, como crudos y nihilistas. Con Edurne al micrófono y Ana de Los Retumbes a la batería, los solomillos se cascaron 6 canciones en 11 minutos: en plan Desechables ('Héroe' y 'KGB'), a lo Eskorbuto ('Escoria humana'), concomitante con los citados Chulería Joder ('Dealers a gogo'), crudo a lo Iggy Pop, sí ('Dientes, dientes'), y tan punk como Las Vulpess ('Al punto'). Empero sus imperfecciones inmanentes, molaron.
Los bilbaínos Cordura, cuatro tipos de Bilbao sustitutos de She Is a Devil (proyecto getxotarra con chica al frente), en elaboraron en 14 minutos dos temas de su último disco, 'Noche eterna'. Arrancaron su bolo con el último, 'De entre los muertos', progresivo, narrativo y con gradación postrera, y acabaron con el primero, 'Carpe noctem', un post-algo con voz cayendo al vacío, el mejor momento de toda la gala, que duró (casi) tres horas.
Y cerraron la gala The Flying Rebollos, de Portugalete, reunidos 25 años después. En septeto (cuando se sumó el armonicista) y armados con dos guitarras Gibson (las de Gorka Bringas y Txus Alday), agitaron a la roquería con 3 temas en 15 minutos. Dos canciones de antaño, 'Verano de perros' («no tengo dinero…»), un rocanrol como si Los Rolling Stones fueran de la Margen Izquierda, y 'En el bar', un bues ferroviario que enlazó a Sonny Terry con Mermelada y Los Deltonos. Y el tercero uno nuevo y titulado 'Quién soy yo' o algo así, que sonó a rocanrol argentino y que al acabarlo el cantante Edorta se despidió jaleando: «aúpa Bilbao, mecagüen en la puta de oros». Je, je... Hacía mucho que no lo oíamos…
Las tres actuaciones restantes molaron menos aunque ninguna estuvo mal ni desentonó. Los bilbainos Birkit, un cuarteto liderado por la vocalista y guitarrista Birkite Alonso, en 9 minutos hicieron 2 temas en euskera, uno oscuro noventero y algo Anari, y otro que del post-grunge pasó a una gradación after-punk más bien ochentera.
Gustaron bastante Monday Potions, cuarteto bilbaíno con una chica a la batería y liderado por el barbado Eneko Peña, un guitarrista, teclista y cantante en inglés que, con dicción premeditadamente grotesca, nos hizo pensar en los Talking Heads y en un híbrido entre Katrina & The Waves y Nick Cave.
Y cerraron las benjaminas de la gala, tres chicas de Gernika que bajo el nombre de Mikosis hicieron en 11 minutos 2 o 3 temas (dos parecieron unidos) que del indie agónico actual crecieron hasta su última canción, más enérgica y en plan Belako.
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