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Lo más perceptible es la distancia que existe entre los músicos y el número significativamente menor del habitual de los que ocupan la sala de ... ensayos de Miramón. También se repara con facilidad en las mamparas de metacrilato, los frascos de hidrogel alcohólico dispuestos junto a cada silla y las rutas establecidas para garantizar que se cumple la distancia de seguridad al entrar y salir de la sala. Pero hay otro aspecto menos aparatoso y con una mayor incidencia artística, que caracteriza eso que de manera eufemística se ha llamado 'nueva normalidad': la música no suena igual y los intérpretes no se escuchan de la misma manera situados a esa distancia que en su posición habitual. Por eso, los integrantes de la Orquesta Sinfónica de Euskadi (OSE), con su titular Robert Treviño al frente, están también experimentando con el sonido.
La OSE ha vuelto al trabajo conjunto, a los ensayos en su sede de Miramón, con una plantilla reducida a medio centenar de instrumentistas -los que caben en el escenario manteniendo dos metros de separación entre cada uno- obligados a cambiar algo la manera de interpretar. Las diferencias son de rango similar a las que existen entre tocar sobre el escenario o hacerlo en el foso. Son las nuevas condiciones impuestas por la pandemia que hace más de dos meses los encerró en casa y obligó a cancelar todos los conciertos. Ahora las complicaciones son mayores, no se pueden interpretar obras que requieren de una gran plantilla y de momento ni siquiera hay público en la sala. Pero la música ha vuelto, y será ETB quien la lleve hasta los hogares. Esa es la gran noticia.
Con la temporada de abono terminada el pasado marzo, la orquesta trabajará y grabará durante cuatro semanas ocho conciertos de menos de una hora de duración que serán emitidos por la televisión pública vasca. Los programas incluirán piezas que no tienen solistas ni requieren de una gran plantilla orquestal. Como la tendencia de las orquestas en tiempos de normalidad es la de programar obras que requieran del mayor número posible de músicos, esta reducción va a permitir escuchar títulos que raramente se programan, de la Serenata Nº 10 'Gran Partita' de Mozart a algunas sinfonías de Haydn y Mendelssohn, la 'Metamorfosis' de Strauss (una obra para 23 cuerdas) o 'Le tombeau de Couperin' de Ravel. También estarán Ramón Lazkano y Miquel Urquiza, quien debería haber estrenado este mes en la temporada de abono de la OSE su obra 'Proyecto Elkano 2'. Los dos primeros conciertos serán emitidos el 30 de mayo y el 6 de junio. Todos estarán disponibles además en la plataforma Stage Access, que se lanzará en breve.
«Cobraba sentido presentarse ante la sociedad de manera previa a las vacaciones», explicaba ayer el director general de la entidad, Oriol Roch. Ahora, salvadas las numerosas cuestiones de organización e intendencia que ha requerido esta 'minitemporada', toca pensar en la próxima, que se presenta con grandes incertidumbres. La dirección de la OSE da por casi seguro que al menos hasta noviembre deberán trabajar en auditorios con el aforo reducido al 50%. «Creo que podremos atender a los aficionados durante ese período», asegura Roch, quien adelanta que están trabajando en fórmulas que permitan salvar lo que parece un problema irresoluble: cómo ubicar a los abonados cuando su número supera la mitad del aforo de una sala.
Otra incomodidad, más que dificultad, pueder estar en la recomendación del uso de mascarillas al menos durante los primeros conciertos de la temporada. Y luego está la amenaza de un rebrote del virus. «Tendremos un plan B. La programación de la música clásica debe tener agilidad y capacidad de adaptación a las nuevas circunstancias, como si de una guerra de guerrillas se tratara», explica el director general de la OSE, quien se manifiesta relativamente optimista sobre su sector en general, a la vista de la respuesta dada por los auditorios, los responsables de las orquestas en toda Europa y las recomendaciones sanitarias. A su juicio, en el actual panorama, una ventaja de formaciones como la OSE es contar con directores titulares muy implicados. «Estamos en una situación en la que una orquesta que no tenga un titular con este grado de compromiso lo puede pasar mal», sostiene.
Las pianistas Varvara y Yulianna Adveeva, el violinista Augustin Hadelich y los directores Pinchas Steinberg, Georg Mark y Mei-Ann Chen. Son los invitados previstos en la treintena de conciertos de la temporada de abono de la Sinfónica de Euskadi que no han podido actuar por las cancelaciones. Con todos, la OSE tiene el compromiso de que volverán a formar parte de su ciclo. Algunos ya con fecha comprometida y otros aún sin determinar, pero se los podrá ver y escuchar antes de 2024. Y en muchos casos con las mismas obras que iban a interpretar, porque integraban programas cargados de significado que merecen ser puestos sobre el escenario, asegura Oriol Roch.
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