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guillermo balbona
Sábado, 14 de agosto 2021, 02:01
Los festivales de Verbier y Trento han precedido a su comparecencia hoy en Santander. Podría ser cualquier otro punto del planeta y cualquier estación. Premio Nacional de Música y académico honorífico de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Joaquín Achúcarro (Bilbao, 1932) ... interrumpe su ensayo diario, horas después de regresar de Italia, para atender la entrevista. Lleva más de 60 años interpretando a Brahms -le gusta decir que ha pasado más horas con sus sonatas que el propio compositor- y actúa en el Festival Internacional de Santander con un programa de tres obras del músico alemán: la 'Sonata nº 3 del op. 5', '4 Intermezzi' y la 'Rapsodia nº 2, op. 79'.
- Otra gira más. ¿Cómo ha ido el periplo en plena era covid?
- El problema es todo lo que hay que pasar. Uno tiene que rellenar un papeleo infinito, afrontar pruebas de todo tipo, el palito por la nariz y todo el protocolo, muchas veces diferente, que debemos atender de festival en festival. Pero la música sigue ahí.
- Su programa en Santander está vertebrado por Brahms. ¿Qué le caracteriza a la hora de la interpretación respecto a otros compositores?
- Brahms es igual que cuando uno se enfrenta a una obra de Bach, de Beethoven o Chopin. Se trata de trasladar en este caso su mensaje, reproducido lo mejor que uno pueda en el piano. Más que diferencias entre compositores, la música es lo que cuenta. Cada compositor respira de una manera. De igual modo que no hay dos personas iguales en el mundo, tampoco hay compositores idénticos. Lo que cuenta son las emociones humanas, las que priman y se reflejan en la composición.
- ¿En toda pieza puede descubrirse algo nuevo pese a haberla interpretado hasta la saciedad?
-Sin duda. Yo sigo descubriendo cosas nuevas en las piezas que he tocado toda la vida. Emociones que no sabías que existían, bellezas de sonido antes inencontrables. No hay una sola manera de tocar una pieza. La partitura es un mapa de carreteras y lo que cuenta es cómo recorres esas carreteras, cómo ver lo importante, cuándo acelerar y cuándo frenar. Puedes conocer las paradas, pero no si en una curva te sales de ella o sale un camión.... Además, todo depende del momento del concierto.
La interpretación
- 88 años y prosigue incansable. ¿Algún secreto o todo es cuestión de entrenamiento, disciplina...?
- Justo acabo de dejar el piano para hablar con usted. Uno no puede imaginarse a un deportista sin entrenarse. Cuando hay una actividad musculada a tiempo fijo debe haber entrenamiento. El piano es muy bonito y la música es espiritual, pero a la hora de la verdad te estás enfrentando con tus manos a un sonido. Una actividad muscular en un tiempo predeterminado requiere de una preparación y que sea la mejor posible. Cuenta la hora, el día, el momento, el teatro y, como decía Rachmaninov, «somos esclavos de la acústica».
- ¿Sigue estudiando nuevo repertorio?
- Acabo de incorporar un preludio de las variaciones de Mompou sobre un tema de Chopin. Sigo así porque eso mantiene la imaginación activa, aunque también lo hace recuperar una sonata de Mozart. Es todo un universo en el que nos movemos. Nada hay cuadriculado.
- ¿Uno es consciente de que a veces no basta con tenerlo todo controlado?
- Lo he dicho a menudo, hay pianos aliados, enemigos y traidores. A veces crees que está contigo y en otras ocasiones es claro que no. El piano empieza entonces a verse como un ser vivo.
- ¿El piano en los tiempos del cólera suena diferente?
- La pandemia ha atacado a los pianistas, pilotos, conductores, abogados, médicos, deportistas... Lo cierto es que la música consuela, desde luego, y tiene algo especial, nace del alma humana y va hacia ella.
- ¿Ha cambiado nuestra forma de escuchar?
- Sí, desde luego, el material tecnológico lo ha cambiado todo. Y eso puede definir cómo tocamos, no es lo mismo hacerlo en una sala u otra, e igualmente influye la reacción del público e incluso la hora del concierto.
El instrumento
- Le esperan tres años por delante con contratos cerrados. ¿Se marca objetivos?
- Toda nuestra vida estamos buscando una meta. Es bueno mirar hacia atrás para ver el camino recorrido; sin ello, sucede al revés, el horizonte siempre nos parece igual de lejos. En el caso de la pura interpretación y los repertorios, uno estudia una obra no pensando en un concierto determinado, sino para interpretarla lo mejor posible y con la idea de que llegue al mayor número de gente.
- ¿Todo concierto deja un resquicio para improvisar?
- Esto lo digo como una regla: la ejecución es una improvisación premeditada.
-¿Y qué falta para atraer a los jóvenes? ¿Es cuestión de educación?
-Esa pregunta nos la hacemos todos. No se acaban de interesar. Hay jóvenes que van a los conciertos pero, cuando el altavoz, el ritmo, la electrónica arrastran mas jóvenes, hay que pensarlo bien. La guitarra, por contra, atrae enormemente.
- ¿Cuál es el lugar en el mundo de Joaquín Achúcarro pianista?
-No me veo preparado para observarme desde fuera, ver diferencias entre mi yo actual y el de las primeras grabaciones, por ejemplo. Solo veo que estamos en un mundo que ha crecido de una manera enorme. Los astrofísicos llevan calculadas cien mil millones de nuevas galaxias. Si uno lo piensa, respecto al pasado, todo supone otra dimensión. Ahora el cuerpo humano se enfrenta al covid y ya hablamos de una química especial... En realidad, estamos en un mundo donde todo causa asombro.
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