![Screamin' Cheetah Wheelies sin alma en Miribilla](https://s2.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/2024/06/15/1482481614-kY2C-U220449209602iVG-1200x840@El%20Correo.jpg)
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Siete actuaciones hubo el viernes, la primera jornada del 7º Music Legends Festival, y las tres mejores fueron, por este orden, las de Los Pretenders (aunque el público de grada se vio deslumbrado por luz amarilla expelida desde el escenario, no así la gente de la pista), y ya en el escenario pequeño de fuera, las de los grupos vizcaínos Sotomonte y Arnau & The Honky tonk Losers. Las peores, decepcionantes o menos interesantes actuaciones fueron, en este orden, las de una Susan Santos perjudicadísima por el sonido y también las luces, los versioneros novatos locales Ziin & The Melody Breakers en el tablado exterior, y la frustrante y larga intervención de The Screamin' Cheetah Wheelies, que es lo que les contaremos aquí. En tierra de nadie, al albur de las filias y fobias de cada cual, quedarían unos funcionariales The Jayhawks.
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Cerraron la jornada The Screamin' Cheetah Wheelies (Nashville, Tennesee, 1991-2004, 2022-2024) en lo que será uno de los últimos coletazos de su trayectoria antes de disolverse definitivamente. Dieron un concierto desilusionante, largo (larguísimo y, ¡y eso que comenzó tras la medianoche!), de 16 canciones en 101 minutos, con mal sonido (horrible al principio, poco volumen en general, escaso empaque entre la banda), con luces escasas y demasiado humo que ensombrecía el escenario entero, sin pantalla de fondo ni visuales (como el resto de los actuantes ese día), ¡y sin el logotipo de fondo!, un logotipo que sí trajeron en diciembre para el concierto que ofrecieron en la Sala BBK, de 18 canciones (muy parecidas entre sí) en 132 minutos rebosantes de rock, americano y sudista, y con una densidad a prueba de balas.
¿Qué pasó para regresar así de flojos a Bilbao? ¿Pocos ensayos en contraste con la larga gira que se cascaron por España hace seis meses? Dejando al margen los hándicaps del sonido y la luz, entre los cinco actuantes no hubo interacción: no se miraban, no se sonreían, no se rozaban… Los dos guitarristas tocaban desde sus laterales y son la cabeza gacha, mirando mucho al suelo, a las pedaleras, etc. Sólo su líder el cantante y guitarrista Mike Farris pugnó por romper la cuarta pared, cantando con su alma negra, tirando de trucos del soul y hasta del góspel. Sólo Farris nos habló y agradeció la asistencia. Bueno, el baterista también puso algo de su parte desde la segunda fila del tablado.
Había una morena a nuestra derecha que no hacía más que bostezar. Normal: un tercio del repertorio de los SCW no tenía ningún sentido, no tenía razón de ser, y es que sobraban esos lentos estirados con una sensibilidad impostada y más bien evanescente. Sobraron por poco afortunados, por planos, por largos, por la poca pasión que le pusieron los cuatro escuderos. Sobraron lentos como el también sombrío y algo The Doors 'Father speaks' y como 'One big drop of water', que sonaron con menos matices y viveza que en disco.
Al acabar el concierto buscamos al asturiano Rapa, amigo de Farris, un Rapa que vino a Bilbao con una camiseta de los Wheelies datada en 1994 (y sepan que su primer disco, homónimo él, salió en 1993), y con cara triste explicó que los demás acompañantes son mercenarios y habían estado muy fríos, que el sonido había sido injusto y que el concierto no había tenido alma.
Hagamos el esfuerzo de repasar las notas para destacar lo bueno. Empezaron apostando fuerte con 'Magnolia', pero entre el sonido y el poco entusiasmo suyo la cosa se quedó en agua de borrajas. A la quinta, 'Messenger's lament', con su aire soul rock y su jam a tres guitarras, por fin hubo algo de pellizco, y a la sexta llegó la segunda cima de la cita: el góspel-blues tradicional 'John The Revelator', con Farris ejerciendo de predicador y rascando palmas del respetable. Voluntarioso nos dijo a mitad del tema en cuestión que habían venido a celebrar la vida, la familia, los unos a los otros, y la música, pero en realidad fue incapaz de levantar este'Good time', y eso que la cantó algo a lo Tina Turner.
La cima de la cita fue la octava pieza, la soulera tipo Otis Redding 'Sister mercy', donde la figura de Farris se impuso en el pabellón, entre las sombras y sobre la acústica. Intentó conectar con el respetable que quedaba en Miribilla (unos 500 de los 4.600 que estuvimos, pero la mayoría se marchó tras los Pretenders y las gradas ya se veían casi deshabitadas) haciéndole corear en 'This is the time' esa parte de que 'esto es amor verdadero, nena' (la morena que bostezaba se despertó un ratito en esta), y así fuimos llegando hasta el final, que fue un 'Hello from Venus' tras el cual no dieron bis y lo que es peor: abandonaron el escenario casi sin saludar y como habiendo cumplido con poca pasión un compromiso que les daba igual.
Una decepción. Pero bueno, antes de seguir lamentándonos nos atrevemos a afirmar que hoy sábado Deep Purple van a estar increíbles y que Canned Heat no tienen por qué fallar en este 7º Music Legends Festival. ¿Qué apostamos?
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