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Aunque como dijo Jeff Aug, el telonero de su concierto del domingo en el Kafe Antzokia, en esta gira europea están actuando sobre todo en clubes de jazz (contó que un alemán le reprochó que su música no es jazz y que por eso no le gustó, y le dedicó su instrumental 'Listen up, jazzhole!', algo así como '¡Escucha, gilipojazz!'), lo cierto es que la música que expele Scott Henderson (West Palm Beach, Florida, 1954) más bien es blues-rock aplastante cruzado con jazz fusión tan virtuosa como energética, y hasta con rock a secas y funk sincopado. No en vano, analizó Óscar Cine en el primer tema: «esto lo podríamos oír tanto en el festival de blues del Arenal como en el jazzaldia de San Sebastián, es de un equilibrio muy bien facturado».
Todo esto se evidenció claramente en su concierto dominical en el Antxiki (la sala de arriba, la pequeña del Kafe Antzokia, adonde se derivó su bolo ante la poca venta anticipada: al final estuvimos 107, ¡y no faltó nadie de los que habían comprado en preventa!) de 10 temas en 99 minutos (contando como tal sendos largos solos del bajista Romain Labaye y del baterista Archibald Ligonniere; ah, faltó la anunciada invitada, la guitarrista polaca Lina Matalska, que reside en Estados Unidos y no voló por miedo a que no la dejaran volver; esto ya se sabía cuando se estaba mandando información llamémosla inexacta, incluso con la foto de la dama, grrrr...).
Se trataba de la última parada de una gira española de diez días sin descanso (del 21 al 30 de marzo por Barcelona, Valencia, Zaragoza, San Sebastián, Vitoria, Madrid, Valladolid, Ponferrada, Gijón y Bilbao; hoy lunes continúan el eurotour en Biarritz, tras cuatro horas de carretera más, y miramos su hoja de ruta, y, ay Dios mío, seguirán sin días libres hasta el 12 de abril por Francia, Países Bajos y Alemania: ya nos dijo un miembro del staff que le gusta tocar mucho, pero así va a fallecer de agotamiento...) en la que han presentado su disco 'Karnevel!' (lanzado en febrero de 2024, del que sonaron cuatro de sus once cortes, y del que Scott anunció que lo vendería en su 'store', almacén, o sea que trajo mucho material).
Un poco cascado a sus 70 palos, sentado todo el tiempo en una silla (con lo cual los espectadores de las filas no delanteras ni siquiera veían su gorra de visera), con una pedalera a sus pies y armado con una Fender Stratocaster, Scott Henderson, que tocó con jazzmen como el pianista yanqui Chick Corea, el violinista francés Jean-Luc Ponty o el teclista austríaco Joe Zawinul, poco jazz hizo en el Antxiki: la versión inaugural del 'All blues' de Miles Davis recargada con punteos a lo Ritchie Blackmore según explicitó él al acabar esta pieza que comenzó con swing sideral superior al de Kurt Rosenwinkel y creció mediante rock por la vereda de Jimi Hendrix, y la balada 'Peace', que se aproximó tanto al surf hawaiano como al jazz tradicional guitarrístico (quizá por ser la pieza más jazz a la mitad de la misma brotó la única ovación espontánea e intercalada de la sesión).
El resto del repertorio fue caña cerebral, astral y progresiva: hard rock progresivo con punteos espaciales y lúdicos a lo Paul Gilbert / Joe Satriani y un groove atrapador como la miel con las moscas ('Karnevel!', el tema titular del álbum con el que se haya girando), funk con magia y precisión que podría ser degustado en el Festival de Jazz de Getxo (pero no en el de Santander), con la guitarra de Scott moldeando el éter como Christopher Nolan en la película 'Origen' o como Robben Ford cimbreando el acero de sus seis cuerdas ('Covid vaccination', de Tower Of Power, una de sus bandas favoritas, explicó), blues rock con parámetros matemáticos y peleas con su Stratocaster ('Bilge Rat', del disco carnavalesco), ráfagas melódicas ('Sky Coaster'), fragmentos de estilos diversos (Pink Floyd, ZZ Top o funk en 'Dolemite' para acabar en falso), y un bis con su canción 'Dog party' (fiesta perruna), en la que requirió nuestra ayuda (fue fácil: sólo había que ladrar), y donde desde el rocanrol a lo Frank Zappa / Aristocrats (grandes influencias de los Gilipojazz madrileños) se llegó a osmotizar tanto con Stevie Ray Vaughan que parecía que estaba tocando su 'Scutle buttin'', para que luego nos cuenten que Scott Henderson toca jazz y frecuenta los clubes de jazz (pues mejor para ellos).
Ah, entre el centenar de asistentes, de mayoría masculina y muy apretados en las primeras filas, identificamos seres anónimos con camisetas de heavy, y a guitarristas de jazz vizcaínos como Raúl Sainz de Rozas y Salvi Salazar (que ponía cara de absorberlo todo en la citada balada 'Peace', se fijó Óscar Cine), y nos cuentan por el pinganillo que también estuvieron el hacha blusero Larri Caster y el más popero Willy Arteagoitia.
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