Sara Correia ha venido para mandar

Sara Correia, que nos habló en castellano perfecto a las 400 almas presentes (el 90 % del aforo, con abrumadora mayoría de damas), dio un concierto muy diverso (sentada, en pie, desde el patio de butacas, cantando solemne, pidiendo unas palmas de las que a Dios gracias no abusó…), y ya en el inicio, cuando comprobó la reacción efusiva de la parroquia, sonrió sorprendida. ¿Acaso le dijeron a Sara que los vascos somos sosos, severos y sibilinos?

Ante semejantes ovaciones sinceras y sentidas, la Correia sonreía satisfecha y abría los brazos para recoger los aplausos. Y nos cantó (y encantó) en estilo moderno pero sin adulterar las raíces fadistas. Qué sostenidos, qué poderío, qué dramatismo y qué seguridad en sí misma: «yo no elegí el fado, el fado me eligió a mí», sostuvo antes de interpretar 'Porqué do fado', la historia de su vida, como aseguró en la introducción.

El viernes vivimos un concierto siempre vibrante, también cuando ella hizo mutis para dejar a su trío engrasado, enhebrado y de límpida acústica lucirse en un instrumental chispeante, pistolero a lo Chingón (el grupo del cineasta Robert Rodríguez), un instro luso, torero y mariachi todo en uno. ¡Vaya alegre ovación generó al finalizar! Y en esas estábamos cuando Sara reapareció cantando entre el respetable, por el pasillo del patio de butacas, recreando la cercanía que se palpa y se frota en las casas de fado genuinas, ella la elegida vistiendo la misma ropa blanca de la primera parte (americana, pantalones, lentejuelas, transparencias…) para emocionar a toda la Sala BBK con 'Fado portugués', tanto que bravos elevó la audiencia y algunos la aplaudieron en pie.

En esa segunda parte respiramos la dinámica alegría folklórica de 'Lisboa e o tejo', con el trío tan arrollador como su lideresa enamorada de la capital lusa. Sara frisó el bolero en la balada 'Hoje' y su banda volvió a reivindicarse en 'Os teus recados', cuando al acabarla ella volvió a echar un beso al aire, a tocarse el corazón y a hacer una reverencia. Y hasta el final recibió aplausos alborotados tras su magnífico y efervescente 'Fado pechincha', se autocoronó cuando en el final en falso repasó la citada 'Extraña forma de vida' («de mi mayor referencia, la reina del fado, Amália Rodrigues», dijo al presentarla)

Y antes de ese ecuador instrumental ya habíamos vivido más momentos impactantes, caso de las dos piezas inaugurales con ella sentada (con la hondura solemne de Camané 'Eu já não sei', otra con aura bolerista como fue 'Antes que digas adeus'), o de la alegría musical de un gran género con merecida fama de triste ('Tu ganhas sempre'), un género que Sara domina en los ritmos lentos y en los números animados, en la saudade de clausura y en la fiesta de la calle, y lo domina con 29 años. Aún es veinteañera, como Roca Rey: y si éste ha venido para mandar en el toreo, Sara Correia ha venido para mandar en el fado.