Sandra en 'Tres palabras'. ÓSCAR CUBILLO

Sandra Carrasco nerviosa y feliz en el Arriaga

La cantaora onubense vino en el papel de vocalista de boleros y tangos y actuó respaldada y casi avasallada por el pianista José María Cámara

Sábado, 4 de febrero 2023, 19:16

Cuatro veces hemos visto a la cantaora gitana Sandra Carrasco (Huelva, 1981) en menos de una año, dos en Viana (en el 9º Festival Flamenco On Fire, muy nerviosa en ambas: «Cada día sé menos y sólo quiero ser feliz. Voy a cantar con el ... corazón», llegó a decir apocada ante sus compañeras del cartel nocturno, la racial La Fabi y la bailaora modernista Alba Heredia) y dos en Bilbao: acompañando levemente decreciente al bailaor Alfonso Losa en la Sala BBK, y esta del viernes en el Teatro Arriaga, donde actuó como vocalista bolerista, como solista escoltada por el magnífico pianista José María Cortina (Pasión Vega, José Mercé, Niña Pastori, India Martínez, Ketama, Estopa, Jarabe de Palo…), quien se impuso en demasía sobre la voz del verdadero reclamo del cartel.

Publicidad

Hubo unas 170 almas, lo pasamos bien y estuvo bien el concierto, o sea que nadie piense que esta es una reseña negativa, pero es que el extraordinario Cámara no supo aplacarse cuando cantaba Carrasco. Ella comenzó bien (qué silencio y qué acústica solemne la de su introducción trinando una toná de ida y vuelta a pelo, sin micrófono) y se auguraba la ascensión, pero de repente se le notó como apagada, como comida por los nervios (seguro que sabía que le estaba aplastando Cámara), y al final del concierto lo reveló: «A la vez que estaba nerviosa estaba feliz». Y dedicó el concierto a un amigo fallecido a los 45 años cuyo nombre no entendimos. Igual le dio el bajón con el recuerdo de su pérdida.

Sandra Carrasco es una cantaora calé con mucho melisma melisma melódico y regusto por los sostenidos dilatados a veces de modo heterodoxo, pero el viernes vino a Bilbao en el rol de cantante de boleros y de tangos, y los entonó con pasajes aflamencados y breves viñetas de baile con las manos arriba y un mutis tras el que reapareció pronto, cuando lo óptimo hubiera sido dejar a solas al pianista José María Cortina para que se vaciara y nos arrobara mientras ella podría aprovechar para variar el vestuario, en su caso una sobria chaqueta torera y un vestido de escote generoso que no se cambió.

Cámara y Carrasco en 'Envidia', de Machín. ÓSCAR CUBILLO

Y con el mayúsculo Cámara insuflando hasta jazz a sus teclas, Carrasco se desinfló levemente en un encuentro de 15 piezas en 71 minutos escasos (se anunciaban 90). Al menos tres las cantó leyéndolas descaradamente del atril (pero no dio mala imagen y las entonó bien), y en algunas le faltó temple pues las cantó demasiado deprisa, como persiguiendo al pianista presuntamente a su servicio (se dice que el tocaor, el guitarrista flamenco, es el esclavo del cantaor, y por extensión también los teclistas, ¿verdad?), y tal celeridad se percibió especialmente en los tangos 'Por una cabeza', de Carlos Gardel (con el piano avasallándola), y 'Afiches', del Polaco Goyeneche (la sima de la agradable cita, con Sandra destemplada, nerviosa y queda a la voz).

Publicidad

Puede parecer que fue un desastre, como el de Las Migas hacía doce días sobre el mismo escenario, pero se oyó muy bien, ella no estuvo afónica, y hubo momentos muy logrados, los siguientes: 'Cómo fue', bolero soulero conocido por el nunca bien ponderado Beny Moré entonado por la onubense como si fuera Silvio Rodríguez (con bonito piano after hours del colosal Cámara); 'Envidia' de Antonio Machín revisado con el aura coplera de Pasión Vega; 'Cualquiera' de Sergio Esquivel, que en YouTube aparece primero en la voz de la Lupe, y que en el Arriaga estuvo bien actuado por Sandra; y 'Quién pero quién', con piano a lo Bebo Valdés y voz muy Pasión Vega.

Ésta anterior fue la décima pieza, a partir de la cual Sandra no volvió a brillar este viernes: llegó a picar en el pop ('Tres palabras', de Osvaldo Farrés y muy conocida por Luis Miguel), un 'Nostalgias' de Enrique Cadícamo que le quedó exangüe, y un bis doble y como a vuelapluma, abierto con un leído 'Te vi' de Fito Páez (en realidad titulado 'Un vestido y un amor') y con 'La llorona', el tradicional atribuido a Chavela Vargas, estirado y del que Sandra contó que tiene cadencia flamenca y le recuerda a Lorca, una Sandra que al acabar su buena actuación (aunque su potencial parece más alto) bajó a departir con los aficionados y a firmar discos en el lobby del Arriaga.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Accede todo un mes por solo 0,99€

Publicidad