Pizza, pepinillos y sillas de playa para 12 horas de cola

Para las cuatro de la tarde de la boca de metro de Ansio ya salían cada vez más espectadores. A muchos se les distinguía por las camisetas con el símbolo del Motomami Tour, a otros por una estética similar a la que usa Rosalía. Había auténticos 'lookazos' de esos que no se compran en tiendas. Alba Navaridas había pintado a sus dos colegas y «tuneado» las camisetas. «Durante el día también he maquillado a gente que también hacía cola porque les ha molado lo que llevamos», corroboraba sonriente.

Pasaba la tarde y la cola crecía. Algunos iban y venían con cajas de pizza y bocadillos de las tiendas cercanas al BEC, y otros, como Paula Pérez y Naiara Bandeira, de Laredo, echaban mano de unos pepinillos en conserva y unas bolsas de patatas fritas. Los hermanos María y Julio Uralde, acompañados por su tío Roberto Montenegro, esperaban cómodamente sentados. No es un decir porque estos vitorianos habían tenido el tino de llevarse un par de sillas plegables. Con la cara pintada con el símbolo de la gira, esperaban ver «un gran espectáculo». Fans de Rosalía desde sus primeros discos, pasaban de polémicas sobre música enlatada. «Venimos a verla a ella, la que canta es ella y que no traiga banda tampoco lo veo tan grave», defendía Julio.

Como ellos pensaban Angie, Nagore y Enara, llegadas de Arrasate. «Nos gusta de antes y también este nuevo estilo. Es muy fácil criticarla por el giro que ha dado, pero seguro que si lo hace un hombre no lo ponen tan mal. Es una muestra más de la misoginia de nuestra sociedad», lanzaba convencida Nagore. Sus amigas secundaban su opinión. «Primero, que si lo que hacía era apropiación cultural; ahora, que el disco es raro. Es criticar por criticar», defendía Enara.

El público de Rosalía es de lo más variado en lo que a edad se refiere. Se veían desde gentes en la cuarentena, que se mezclaban con veinteañeros ,a muchos adolescentes, como el zaragozano Luis, que a sus 14 años y acompañado por su tía Miriam, esperaba «muy muy nervioso», poder ver la cantante, a la que admira desde hace dos años.

Para las 16.00 horas ya había unas 200 personas en la cola. Desde hacía cuatro horas ahí estaban Jon, Markel y Adrian, de 18, 14 y 15 años respectivamente. Llegados desde San Sebastián y dejaron su espacio reservado para estirar las piernas y pasar por el baño. Se les notaba tranquilos pero a la vez con ganas de que empezade el show. «Seguro que vamos a ser un chute de energía de la buena», aseguraban.

Amaia Azkue, Andrea López, Ainara Sangües y Raquel Echevarría también esperaban su turno sentadas y compartiendo risas. Son pamplonesas pero a Bilbao han llegado desde Portugal. «Estábamos de vacaciones juntas confirmaban. »Nosotras somos fans de siempre y este giro que ha pegado de estilo nos mola y la idea de que haya cámaras en el escenario da un aire de vídeoclip que nos parece muy original«, describían. Y es que está claro que lo del Motomami Tour es otro rollo. ¿Mejor? ¿Peor? Distinto sin duda.