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Los franceses norteños y acedecescos Overdrivers (Beuthe, 2015) pararon este miércoles en La Nube de Santutxu, en una escala de su gira 'Gloria o nada', el título de su tercer álbum. El tramo español del tour consta de diez bolos en once días (sólo uno de descanso), y el de Santutxu arrancó con una hora de demora (el amigo Azpiazu pensaba verlo de 8 a 9 antes de irse a currar, pero la cita comenzó a las 9.01; le devolvieron el dinero de la entrada sin poner pegas). Duró hora y cuarto para quince temas, entre ellos y a modo de bis una versión del 'Highway to hell' de AC/DC, su influencia fundamental, ya lo saben.
Overdrivers repasaron el mismo setlist en el mismo orden y con la misma duración que el martes en Santander, donde tuvieron más espacio para sus poses, sus peticiones de palmas, sus bamboleos, su headbanging y sus movimientos con los mástiles. Además, muchos en La Nube no vieron al bajista Lion das Neves (clavado al Sevilla de los Mojinos) ni al baterista Florian Morgano (¡parecía salido de Los Ramones!) debido a la columna que los ocultaba. Pero salieron ellos una hora después como roqueros trogloditas (barbudos, pelanas, musculosos exhibidos con sus camisetas sin mangas), y roquearon con soltura, alargando las canciones en la búsqueda de un ambiente de estadio pero en las distancias cortas.
Sota, caballo y rey, juzgó el buen aficionado Iker sobre su actuación, o sea que ya ven qué bien. Comenzaron tarde porque durante la prueba de sonido, también realizada con demora (las puertas debían abrirse a las 7.30, pero los cuatro galos estaban probando a esa hora), el cantante Adrien Desquirez había calentado su voz (aguda, muy limpia y sin el graznido de los vocalistas originales de AC/DC) y debía recuperarla con el descanso y el paso del tiempo. Aunque a mitad del bolo se le opacó un tanto, lo cual no fue óbice para el disfrute de la parroquia, una setentena de congéneres (como diría Pedro Chillón).
La espera al principio se animó con reguetón que pusieron las camareras latinas, pero entró el responsable y pinchó a AC/DC para ponernos en situación. Y así, cuando abrieron fuego los galos con 'Bad breath girl', parecía que seguíamos oyendo lo mismo. Repasemos el repertorio: 'Overdrivers' contuvo coros guerreros y comunitarios algo Manowar, las guitarras se cimbrearon en 'She Hides A Big Packet' (con un cachito que nos evocó a los Status Quo), 'We are one' también fue tribal y zumbante, y a la sexta llegó la cima de la cita con 'She's on her period' (el título de su segundo álbum, de 2020), un rock acelerado entre Danko Jones y Airbourne.
Auto-etiquetados como 'la banda más francesa del rock australiano', Overdrivers prosiguieron colando punteos muy Ritchie Blackmore a cargo de Anthony Clay, el más guapo y con cara de listo de los cuatro trogloditas (lo hizo en 'Kings of the road'), impregnándose del ambiente de los 90 ('Meet the monsters'), fusilando el tempo blues de AC/DC en 'The jack' (en él se basaron para 'Hot driver') y sin olvidar la canción favorita del vocalista ('Show your boobies').
Y para acabar reservaron otros dos hitos: el cañonazo de 'Rockin' hell' (título de su primer álbum, de 2016, un temazo en plan Airbourne otra vez) y un rocanrol frescachón como 'Limbs Of Rock'n'roll' (entre The Sweet y los australes Cosmic Psychos), momento este en que el hacha solista Anthony bajó a tocar entre la peña, subió para asomarse al balcón del anfiteatro o sobretecho, o descendió de nuevo las escaleras para encaramarse a la barra de La Nube. Y se acabó la cita. A modo de bis, por petición popular, alegraron al personal con la versión del 'Highway to hell' de sus idolatrados AC/DC.
Muy buen concierto, y eso que se les notó que no se entregaron al 100 por 100.
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