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Chris Isaak durante el concierto. Efe

El romántico Chris Isaak pone la guinda al sexto Festival Music Legends

El rocker californiano versionó a su ídolo Elvis Presley, dos veces a Roy Orbison y una a Flaco Jiménez en un concierto atemporal y feliz pleno de amor, también por el rock and roll

Domingo, 25 de junio 2023, 08:18

Chris Isaak dio este sábado el mejor concierto de las dos jornadas del VI BBK Bilbao Music Legends Fest, que se ha saldado con éxito de asistencia (2.500 almas el viernes, y aforo agotado con oficialmente 4.000 espectadores el sábado) y buenas actuaciones ... aunque en ocasiones lastradas por la mala acústica (el bolo de la cantante Nikki Hill sería el lunar de los doce actuantes, doce porque del cartel se cayeron in extremis Canned Heat, snif, snif, se nos escapa una lagrimita...).

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Chris Isaak ejerció de cabeza de cartel del sábado, y a la postre de todo el festival, aunque en esta segunda jornada compitió con unos The Waterboys que dejaron buena impresión (¡aunque no trajeron violinista!). No obstante, Chris tuvo más gente apretada delante del escenario, en las primeras filas, y al acabar su actuación se creó un importante tapón humano al evacuar el pabellón de Miribilla. Ahí dentro Christopher Joseph Isaak (Stockton, California; ¡cumple 67 años este lunes 26 de junio!) dio un puntualísimo, feliz, simpático y empático concierto de 22 canciones en 83 minutos y en quinteto con el que lleva tocando muchos años, dijo que casi 40 con el baterista Kenney Dale Johnson, un tipo clavado al Moranco que tiene un hijo torero.

Podemos afirmar tal semejanza porque atestiguamos el espectáculo desde las primeras filas. Nos cuentan que se oyó bien su concierto por el resto del recinto, aunque no ahí delante, donde preferimos quedarnos para de cerca ver sudar a Chris, quien salió maquillado y el calor provocó que pronto se licuara hasta parecer que le cubría una máscara de cera derretida. Estar ahí y verlo de cerca era mejor que retroceder para oír mejor, ¿no? Chris Isaak usó dos trajes y comentó sobre el primero antes de la canción 13ª: «Es un traje muy bonito pero es muy caluroso, ha sido una mala idea». Y luego, a partir de la canción 19º, vistió su traje de espejitos cual personaje del Mago de Oz.

Aunque en la mezcla siempre destacó la voz del ya clásico cantante, uno de tantos sucesores de Elvis Presley desde que debutó en 1985 (Chris imitó al rey del Rock en algunas poses, bailes y golpes de cadera, y hasta le versionó), ahí delante sólo sonó bien el pasaje acústico, con los actuantes sentados en taburetes. Quizá lo más bonito fue esta parte, entre las canciones 10 y 14, aunque no vamos a discutir sobre belleza si se trata de Chris.

Durante ese pasaje nos deleitó con baladas etéreas como el Elvis playero de Hawai ('Forever Blue'), con piezas tipo Duncan Dhu ('Two Hearts', en la que desde delante pudimos ver a un pipa, a un técnico de Chris, aportando percusión escondido detrás de la batería), una sedosa y coreada versión del 'Only the Lonely' de Roy Orbison (¡íbamos doce temas y ya dos versiones de Roy!), un gótico y narcótico, misterioso y palúdico 'Dancin'', con su final sostenido por la voz de Chris mientras le jaleada la parroquia, y, tras secarse con una toalla el sudor, la capa de cera de la cara, dio quizá su parlamento más largo: «Ahora vamos a tocar una 'romantic rock ballad', y no tengáis miedo de mostrar vuestro amor a alguien, pues la vida es corta y rápida (a nuestra derecha dos se dieron una beso). Esta es una buena canción para que la escuchen los que están solos», y versionó 'Can't Help Falling in Love' de Elvis, y el público milenario coreó con nutrida emoción.

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Además de esta se corearon las dos versiones de Roy Orbison (la otra fue 'Pretty woman') y bastantes composiciones originales del californiano, la que más 'Wicked game', coreada por el público y por sus cuatro escoltas. Este es su tema más conocido (gracias a la película de David Lynch 'Corazón salvaje', de 1990) y al ser reconocido por la masa se oyó un «oooohhh» general y, a nuestra vera, un particular «por Dios». Chris Isaak bromeaba con su banda (como Elvis, como los madrileños Tennessee), corría por el escenario (como Fito) y hacía coreografías igualando los mástiles con sus músicos y seguramente amigos de tantos años, décadas (¡como los Status Quo!, ¡como Los Sirex!), dominaba a la concurrencia (al poco de empezar ya bajó a cantar entre el público: 'Waiting' y la melodía adolescente a lo Ricky Nelson 'Don't Leave Me on My Own') y sabía ser atemporal ('Go Walking Down There' lo podría hacer su discípulo Mikel Erentxun: ¡que la adapte en castellano!).

El de Stockton se quitó la primera chaqueta antes de 'Blue Hotel', sonó fronterizo en 'San Francisco Days' (donde coló el verso «Basque Country days, Basque country nights»), se puso unas gafas que encontró en el escenario y que le había arrojado una fan, subió a cinco damas con preferencia por las rubias para que bailaran su sinuosa y plagada de falsetes 'Baby Did a Bad Bad Thing', sorprendió al versionar en español el 'La tumba será el final' de Flaco Jiménez (aquí soltó su tercer y último largo sostenido de la velada, jaleado por la animosa concurrencia), y se despidió con otro original de influjo presleyano, 'The Way Things Really Are', del que informó lo había compuesto tras una ruptura y que escribió sobre tantas cosas que le recordaban al examor. Con esta acabó, y los cinco hicieron mutis precipitado, sin posar para fotos abrazados, tras el adiós de Chris: «Dios os bendiga, gracias por venir».

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