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Rocío subida a la mesa, Santi a los mandos. Óscar Cubillo
Rocío Márquez colando copla tecnificada en el Guggenheim
El Bafle

Rocío Márquez colando copla tecnificada en el Guggenheim

La vocalista flamenca onubense, aliada con el artesano electrónico jerezano Bronquio, usando las mismas armas que El Niño de Elche, no logró superar el pellizco ni la autenticidad de éste, aunque ella canta mejor

Sábado, 15 de abril 2023, 19:00

Unas 300 almas, media entrada, hubo este viernes en la nueva sesión del ciclo mensual 'Art & Music' del Museo Guggenheim. A la postre se animó la asistencia gracias a los descuentos sobrevenidos debido a que la venta anticipada iba floja. Afluyó un público más noctívago, filo-sintético y quizá bailón que flamencólico, para calibrar la propuesta del dúo post-moderno formado por la cantaora onubense de 37 años Rocío Márquez y el operario electrónico jerezano de 31-32 Bronquio (alias de Santiago Gonzalo, ¡que empezó en la escena punk!) presentando su álbum 'Tercer cielo' (ha recibido algún premio de la industria indie) en una velada de unas 18 piezas en 73 minutos asaz estirados durante el último cuarto de hora.

Se barruntaba un encuentro en plan los del polifacético electro-cantaor Niño de Elche, quien también ha participado en esta edición del ciclo 'Art & Music': lo hizo a dúo con Refree y dio un concierto más orgánico. Y aunque Rocío & Bronquio expusieron varias concomitancias con el polémico ilicitano (el arrastrar la erre en una pieza, el moverse robótica ella en la bulería 'Exprimelimones', algún recitado, los sonidos nasales expelidos en una guajira…), la verdad es que la propuesta de éste levantino tiene más duende y pellizco, es más singular y auténtica aunque él posea menos talento al cantar, factor en el que Rocío Márquez Limón, doctora cum laude por la Universidad de Sevilla por su tesis 'Técnica Vocal en el Flamenco', le adelanta supersónica.

No obstante, este viernes Rocío más que de flamenca hizo de coplera. Fue fría en escena y enturbió su garganta con todo tipo de aditamentos microfónicos, empezando por el reverb. Se movió por la escena como si estuviera en una performance, a veces danzó contoneándose, se sentó en una silla y se subió a una mesa, y evolucionó con playeras. ¿Una flamenca con playeras? Y él, Bronquio, o sea Santi, tocando los botones de los pregrabados, llegó a cantar en algunas ocasiones (con la voz filtrada hasta el extremo de parecer un coro de personajes extraterrestres de 'Star Wars'), proporcionó los sustratos sintéticos a base entre otros filtros de tecno, etno tecno, house por el final (cuando se alargaron como la Zahara de la rave), y realizó una labor de sampleados en la que muchos ritmos se batían a base de palmas pregrabadas.

Sentada al borde del escenario, por verdiales en 'Niña de sangre'. Óscar Cubillo

Quizá, la mayor pega sería que el público miraba atento a los actuantes en vez de dejarse llevar por el baile como en una fiesta. Y así, los dos fríos en escena, ella teatral e intentando conectar con los 300 (hum, parecía que tenía una clac central que atravesada al público desde la primera fila hasta el final del atrio museístico), con el sonido maquinal aplastando el entorno y ella cantó con un micro adosado a la mejilla y más arrimada a la copla y a la exótica -no solo moruna- que al flamenco oscurecido por tanta capa de chapa y pintura tecno.

Rocío & Bronquio comenzaron expositivos y prometedores con el sentido de la fría (no es despectivo el adjetivo, es descriptivo) neocopla de Vicente Navarro (la apertura con 'Paraíso. Cuántos cuerpos por venir', una milonga), cruzaron coros al gusto de Nacho Vegas con la contemporaneidad electro de Guitarricadelafuente ('Niña de sangre', verdiales), actualizaron a Las Grecas vía Rosalía ('Agua', tangos), Rocío cantó como Ana Torroja en Mecano ('Droga dura'), sonaron ampulosos tipo Triana por soleá ('Prefiero la muerte'), y, lo dicho, se alargaron un poquillo en demasía ('El corte más limpio') al desarrollar una fórmula que sin hacer agua discurrió de manera plana (sin romper), homogénea (sin gradaciones), efectista (pero eso ya lo sabíamos) y dando un resultado correcto que se quedó por debajo de lo que esperábamos (más arte de ella, más locura danzona, menos pasos meditados por el escenario, más rompe y rasga...; «Falta expresión, aire, ritmo, calidez. Hay mucho de frialdad hoy día», ha declarado el maestro Rafael Riqueni sobre el flamenco en general).

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