Un 'Rigoletto' polémico con artistas de primer nivel impactará en el Euskalduna

Pese a la evidencia, el responsable escénico del espectáculo niega la existencia de ese tipo de libertades en su trabajo: «No hay ese tipo de cosas, eso no se produce en la representación. Ni felaciones, ni nada. Cada uno ve lo que quiere ver», aseguró este miércoles Miguel del Arco en rueda de prensa, flanqueado por el presidente de la ABAO, Juan Carlos Matellanes, y el director artístico, Cesidio Niño. Las cuatro representaciones de 'Rigoletto', obra maestra de Giuseppe Verdi, se ofrecen con el patrocinio de la Fundación BBVA y un reparto de altos vuelos, que incluye al barítono Amartuvshin Enkhbat (Rigoletto) , la soprano Sabina Puértolas (Gilda) y el tenor Ismael Jordi (Duque de Mantua). Los tres son artistas de prestigio que dominan a la perfección sus papeles, como es el caso de Daniel Oren, que se pondrá al frente de la Sinfónica de Bilbao.

Hace once años, Ismael Jordi formaba parte, precisamente, del equipo artístico que sacó adelante el último montaje que hasta ahora se había visto en la temporada de la ABAO de 'Rigoletto'. En aquella producción, con el sello de Emilio Sagi, el bufón era Leo Nucci y el rol de su hija, Gilda, lo interpretaba Elena Mosuc. Fue un espectáculo, con la dirección orquestal de Miguel Ángel Martínez, muy comentado y mediático porque el barítono italiano y la soprano rumana bisaron el dúo 'Sì, vendetta' en todas las representaciones.

La partitura de Verdi es un clásico en Bilbao: entre 1953 y 2013 se ha programado en quince temporadas. «En esta ocasión, cuanto más veo el montaje, más me gusta. Hay aspectos técnicos muy novedosos que no habíamos tenido oportunidad de aprovechar hasta ahora», destaca Cesidio Niño. Los estímulos visuales irán a la par de los musicales, por lo que se augura un estreno que no dejará indiferente a nadie. El director de escena madrileño se siente muy orgulloso del resultado, que cuenta con escenografía de Sven Jonke e Ivana Jonke, coreografía de Luz Arcas y vestuario de Ana Garay.

Entre todos han sacado adelante un montaje con unidad estética y conceptual. Es un trabajo contundente, sin fisuras. «Yo pongo la mirada en el abuso del poder a imagen y semejanza del hombre», detalla Del Arco. Con ese fin ha trasladado la trama del siglo XVI a mediados de los 80, con una estética kitsch y 11 bailarinas (en Madrid eran 15) que cargarán las tintas en la instrumentalización y abuso de las mujeres. Tras las 21 funciones de 'Rigoletto' en el Teatro Real, confiesa que ha realizado «pequeñas variaciones» por razones técnicas, «pero también porque he reflexionado y había elementos que me gustaban más o menos». En ningún momento, recalca, se ha autocensurado.

Más allá de lo que suceda (o no) en escena, todas las energías del maestro Daniel Oren se volcarán en la partitura. «En ella se concentra todo el drama y la música. Su genialidad no tiene parangón», admitía este miércoles el director de orquesta. Los cantantes escuchaban sus palabras con sumo respeto. A la hora de definirlo, el barítono Amartuvshin Enkhbat, uno de los mejores Rigolettos del panorama mundial, lo tiene claro: «Daniel Oren es dios».

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