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Juan G. andrés
Miércoles, 29 de agosto 2018
Caluroso y vibrante concierto de Ricky Martin en San Sebastián. El Donostia Arena recibió a las 5.500 personas que, según la promotora Get In, asistieron la noche de este miércoles al vibrante concierto de Ricky Martin. La cifra se ... situó en la media general de las siete funciones ofrecidas hasta ahora por el puertorriqueño en España, pero estuvo alejada de los 15.000 asistentes que este sábado despedirán en Córdoba su intensa gira.
Sea como fuere, el entusiasmo y la expectación dominaron los momentos previos a un concierto con un público mayoritariamente femenino pero muy variopinto: desde padres y madres con sus hijas a jóvenes y adultos de una amplia horquilla de edad e incluso algún asiduo a conciertos de rock que fue arrastrado a última hora por su pareja.
Prácticamente no cabía un alfiler sobre la arena, aunque sí eran notables los huecos libres en la zona alta del graderío. Pasaban diez minutos de las 22.00 horas cuando las luces se apagaron del todo y un mix sonoro pregrabado y acompañado de un impactante juego de luces e imágenes proyectadas en ocho pantallas sirvió de preludio. Y entonces en la segunda altura del imponente escenario apareció él, Enrique Martín Morales, 46 años, enfundado en una especie de traje de almirante y con el brillo cegador de las grandes estrellas del pop.
Los teléfonos móviles funcionaban ya a pleno rendimiento cuando Ricky Martin entró en la plaza matar, sin titubeos, con uno de sus grandes éxitos. «Un, dos, tres / un pasito pa'lante, María / Un, dos, tres / Un pasito pa' atrás» fue el primero de los muchos estribillos que elevaron aún más la ya de por sí alta temperatura de Illunbe, cuya cubierta permanecía cerrada por la lluvia que había caído durante la tarde. Con tanto movimiento en escena, no fue fácil contar el número de acompañantes que escoltaban al astro boricua, pero a la banda de nueve integrantes -sección de vientos incluida- hubo que añadir seis bailarines que dieron al conjunto el color de los mejores espectáculos de Broadway.
Lo que vino después fue un reguero de grandes éxitos extraídos de una carrera en solitario que sobrepasa los 25 años. Tras 'Love You For A Day' y ya en manga corta, cantó 'Drop It On Me' (o 'Muévete duro'), el tema que en 2005 grabó junto a Daddy Yankee y que contó con un apabullante despliegue coreográfico y de efectos especiales. Luego llegaron 'Shake Your Bon-Bon' y su aplaudida versión de 'Adrenalina', el hit que en su día cantó junto a Jennifer López a las órdenes de su compatriota Wisin. «Qué estilazo, está tremendo», exclamaba una señora ojiplática en la segunda fila.
«Muy buenas noches Donostia, ¿cómo están?», saludó por primera vez, enfundado en un batín amarillo antes del baladón 'Volver'. Entonces elogió la ciudad en la que ha pasado tres días de vacaciones: «Esta ciudad me hechiza, ustedes son brujos. Creo que me voy a quedar aquí a vivir, no sé por qué. He disfrutado de unos días maravillosos y esta noche no voy a estar tranquilo hasta que todos se vayan de aquí con una sonrisa, sin voz de tanto cantar y sudados de tanto bailar».
Y así fue, con temas como 'She Bangs', 'Livin' la vida loca' o 'La copa de la vida', pero también otros recientes como 'Fiebre', muy apropiados para una noche en la que una de las leyendas del pop latino hizo reventar los termómetros con su voz, sus movimientos de cadera y un espectáculo gigantesco.
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