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Este está siendo un fin de semana muy flamenco en Bilbao, pues hemos pisado cuatro actos del género: el viernes a las 18.30 horas ... en la estación de metro de Moyua, en un ambiente inadecuado por horrísono debido a los metros que entraban y salían de la estación, sin poder oírse a sí mismo capeó el temporal el cantaor de Otxarkoaga Juanjo Navas; a las 20 horas en la Sala BBK la neocantaora jienense Ángeles Toledano filtró su voz con demasiados efectos sintéticos; el sábado, Día Mundial del Piano, también a las ocho de la tarde, el valenciano magistral Álex Conde comenzó con soleá, bulerías y alegrías su intervención en el JazzOn Aretoa, y hora y media después, en la Santana 27, vimos el flamenquito pop amoroso de los andaluces Rebujitos, lo que les contamos a continuación.
Casi 500, de mayoría femenina y con mucha gitanería, «de Bilbao y alrededores», estuvimos en la Santana 27 ante Rebujitos (Tarifa, Cádiz, 2004), proyecto de flamenco pop comercial que empezó como un trío y que ahora conduce y nomina en solitario (¡hasta pone su nombre a modo de antetítulo en el logotipo del grupo!) Yerai Blanco García, un tarifeño de 36 años, escorpio, de ojos marrones, cuya comida favorita es la pizza y la lasaña, al que le gusta el fútbol y le encanta salir a pescar, leemos en su club de fans (de hecho en sus letras hay no pocas metáforas marinas: velas, barquitos…).
Yerai vino en septeto: dos guitarras, dos percusiones, bajo, teclados más él a la voz. Las luces fueron buenas y el sonido muy bueno, aunque a él no se le entendieron muy bien las letras. Estuvo muy serio en general (¿esperaría más público, más que mil?, ¡nosotros sí!), aunque fue siempre amable con el público (gracias familia, decía a menudo tocándose el corazón), y cantó con capacidades justas pero suficientes para el pop susurrante (esto emborrona la vocalización) lleno de cortejo, amor y desamor, canciones todas ellas coreadas con alegría por la parroquia, de mayoría femenina, que se sabía las 20 piezas que sonaron en 100 minutos (de 21.35 a 23.15 horas).
Todas las canciones se ajustaron al mismo contoneo de flamenquito soleado, algunas más lentas hasta abrazar el bolero y otras más rapiditas por el canal de la rumba. El bueno de Yerai abundó en lo amoroso, en los piropos, en los diminutivos cariñosos, coreados todos por la parroquia, ya saben… Empezó la fiesta con la contada desde el punto de vista de ella 'Sé que tendrás que llorar' («Acariciarme el pelo, tocarme la carita / Decirme en un suspiro que niña más bonita»), a la tercera, la versión breve del 'Hola, mi amor' de Junco («Ya yo no quiero ser tu amante / ya yo quiero ser algo más»), nos dimos cuenta de la mayoría gitana entre el respetable, que cantó, danzó y filmó con sus móviles en la rumbita 'Mi dormidina' («Eres mi dormidina / camita caliente / velita encendía / mi amuleto de la suerte / mi capa invisible / agosto en la orilla»).
Y todo iba a ser así de meloso y bien resuelto por la banda flamenquita: 'Quiero ser' fue una balada algo Manu Carrasco («Quiero ser la vela para iluminarte / Ser tu barquero para navegarte», aunque en disco se dice 'marinero' en vez de 'barquero'); Yerai presentó «mi último tema, una rumbita, 'Cuando decidas'», que contuvo rafaguitas latinas; como bolero principió 'Caíste del Cielo', y a soul calé sonó 'Envuelto en llamas' («Siempre me la jugaba / Yo le perdonaba / Ya me he cansado / De rebajarme a sus mentiras / A su falso engaño / Y ahora / Me siento como cuando, tu niña, me partiste el alma / Ahora yo me veo envuelto en llamas»); su gregario barbado Javier Belizón cantó en dúo con el otro guitarrista una de autoayuda (Javier canta y baila mejor que el jefe, y todos los saben); «vámonos con otra mítica» animó Yerai antes de la mejor de la veintena, 'Dejaría todo' («Mi cuerpo, mi mente y mi alma ya no tienen conexión»), que la interpretó con la banda sentada, al igual que la siguiente, cuando preguntó «¿cómo estamos para mover las caderas, las pelvis?», y cantó la rumbita 'Cariño' contenida en su último disco, 'Pureza natural' (2024).
Y ya hasta el final de la suave singladura cayeron su canción más afamada, 'Todos los besos' («muchas gracias, familia, esta canción es vuestra», agradeció Yerai Blanco), el flamenco pop del abandonado en 'Ya no siento nada' (Yerai es un cantante muy justo, y ya se le iba notando bastante), el pop coreado con alegría de 'Cuatro soldaditos', la canción más diferente de las veinte que fue el rocanrol a lo Tomasito meet Melendi 'La excavadora', también de lo mejor de la velada (y también del último disco, 'Pureza natural'), y se despidieron con 'Un bonito final', tras lo cual a modo de bis salieron de nuevo Javier Belizón y el jefe Yerai Blanco para un breve tema de buen rollo a lo El Arrebato, con letrita para Bilbao, como hace Manu Carrasco. Y la acabaron y salieron los otros músicos, pero solo para despedirse y bailar delante de la gente una canción enlatada, la más famosa de las Spice Girls, cosa que ya hemos visto hacer a otros actuantes: Leiva (el primero al que se lo vimos), Rozalén…
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