Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
'One-hit wonder' es un término anglosajón que se aplica a los grupos o artistas que han triunfado únicamente con una canción. Pasan a la historia por un tema y después, nunca más se supo. Quien no haya seguido de cerca a Quevedo en ... el último año puede pensar que le puede ocurrir algo muy parecido a eso, que la sombra de su colaboración con el productor argentino Bizarrap es tan alargada que tapa cualquier otro intento posterior. Pues bien, su show de este sábado en el BEC fue una forma rápida de borrar cualquier atisbo de duda. Fuera los fantasmas. Se cantó absolutamente todo.
El rapero canario llegaba a Bizkaia tras un intento fallido que dejó a miles de fans con la miel en los labios. Prácticamente hace un año el BEC acogía el festival Distrito Urbano con Quevedo como cabeza de cartel. Apenas unas horas antes canceló su show ante el estupor de sus seguidores, que al menos sí vibraron con estrellas como Becky G y Villano Antillano, que también saltó a la fama tras grabar una sesión con Bizarrap. Tenía una deuda pendiente y a juzgar por el griterío imperante durante todo el bolo, ya está más que saldada. «Les prometo música pronto, les prometo volver pronto», se despidió, por si acaso.
Da vértigo pensar en todo lo que ha conseguido Quevedo en apenas tres años. Tiene una carrera corta con un único disco de estudio, pero una larga lista de hits con colaboraciones de altura. Al margen del archiconocido con Bizarrap ('Quédate' fue indiscutiblemente la canción del verano, por delante incluso del 'Despechá' de Rosalía), tiene éxitos con Mike Towers, Bad Gyal, Karol G, Duki, Lola Índigo y hasta Ed Sheeran (sí, cuesta creerlo, pero se juntaron en '2step').
Precisamente, algunos de los temas que comparte con otros artistas fueron los más coreados en el BEC: 'Playa del inglés', que popularizó con Mike Towers, y 'El tonto', la respuesta a 'La niña de la escuela' que grabó con Lola Índigo. Ambos músicos, por cierto, sonaron en el pabellón gracias a la música enlatada. De hecho, Quevedo estuvo en todo momento solo sobre el escenario. Con una escenografía sencilla, pero cambiante, con luces en forma de triángulos, el rapero canario se enfrentaba al reto de tener que llenar la tarima en solitario. Se esforzó de lo lindo, porque no paró de ir de un lado para otro. «Ya te había comentado que no llevaba bailarines, aunque es raro», escuchamos a la salida. Habría sido la elección más cómoda a la hora de crear espectáculo, y quizás también la más acertada, al menos en recintos de semejante calibre.
Entre el público destacaban algunas cuadrillas con banderas canarias, camisetas del equipo de fútbol Las Palmas y varias chicas con 'estampitas' con la cara de su ídolo. Lo mismo encendían las linternas de sus móviles para iluminar el BEC -en varias ocasiones el artista pidió «flashes»-, que se grababan en modo selfi cantando alguna canción. Nadie mejor que Quevedo para protagonizar tus 'stories'. En las gradas no se quedó sentado nadie y cada dos por tres vibraban con los saltos de la chavalería.
Arrancó con mucha fuerza con temas de su primer disco 'Donde quiero estar', publicado a principios de este año. Y pronto se puso algo más nostálgico con 'Piel de cordero' y 'Respuesta cero'. Bueno, todo lo nostálgico que te puedes poner cuando has nacido en el 2001. Las dedicó, por cierto, a quienes le siguen «desde el principio». Estaba entonces Quevedo con gafas de sol y con un chaleco que daba calor solo con mirarlo. Tras un pequeño parón, regresó al escenario ya en manga corta, con los ojos al descubierto y de negro riguroso. Con la ayuda de un pie de micro cantó 'Me falta algo', lo más parecido a una balada que resonó en el BEC. Rápidamente recuperó el ritmo, especialmente con su parte «favorita», cuando encadenó 'Mami chula', 'Apa' y 'Lacone'.
En la recta final fueron muy celebradas 'Punto G' y 'Cayó la noche', la última antes del bis. En vez del clásico «beste bat, beste bat», se gritó el estribillo de 'Quédate' y el canario reapareció: «Es imposible que me fuera sin cantarla». Aunque más que cantarla él, la entonó el público, a un volumen tan alto que apenas de escuchaba a su autor, tapado durante la canción tras cañonazos de humo y fuego. Al salir del concierto, con las revoluciones a mil por hora, solo quedaba una pregunta en el aire: «¿Dónde seguimos la fiesta?».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Fallece un hombre tras caer al río con su tractor en un pueblo de Segovia
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.